Tras sendos disgustos que me han dado Andrés Barba y José Ovejero, que acudieron a la FIL de Guadalajara (México) y se prestaron a ser entrevistados en CAFÉ CHÉJOV para soltar barrabasadas en contra del país que les ha visto nacer y donde se les trata como parte de la élite intelectual, le ha llegado el turno a Marta Sanz en la quinta entrevista de esta temporada. Marta, feminista recalcitrante ella por lo que veo en X, ha estado mucho más comedida que los otros dos y hasta me ha gustado. No ha tirado contra el solar hispano (qué feo me suena esto, pero es nuestro país, ¡leche!) ni ha asomado esa patita del feminismo soez y barrabás durante el decurso de la entrevista —ese feminismo que es imitación y reflejo del machismo. Coincido con ella en bastantes de los argumentos que ha expuesto. Dice que le gusta el cuento «que me hace plantearme preguntas, no sólo por lo que un cuento cuenta sino por cómo está escrito». Claro que una cosa es decirlo y otra dónde establece sus límites. Quizá algunos de los cuentos que he escrito, que cuentan sobre esas realidades que las cámaras nunca enfocan, planteen demasiadas…
Hace unas semanas, ante la insistencia de los anglófilos que ramonean libros de cuentos, contumaces en llamar relatos a los cuentos –muchos de ellos escritores y editores que deberían encarecer una palabra tan bella como CUENTO–, ensayé en llamar relatos a las narraciones que, muy al sabor anglosajón, no cuentan nada y tan sólo relatan una escena o un panorama. Sigo explicando este concepto a lo largo del artículo, que no quiero enroscarme como un uróboros, y avanzo como dicta la técnica del cuento. Me ha obligado una lectocuentista amiga —a toque de artículo digital— a recordar la conocida narración de John Cheever El nadador, que fue base del guión para una película que criticaba el fariseísmo y voracidad de la pudiente sociedad gringa en los pujantes años cincuenta y sesenta. Rememorando aquella lectura bajo el nuevo paradigma que he abierto (al menos para mi caletre, que no pretendo imponer criterio ninguno a nadie, líbreme el trueno de semejante insensatez), no sabía resolver si El nadador es cuento o relato. Así que lo he leído de nuevo (es lo que tienen los cuentos, la relectura pronta de una historia completa). Recuerdo que cuando leí este texto me gustó. Me gustó…
Voy superando el disgusto que me ha dado el atentado cometido por Andrés Barba en el primer vídeo de la quinta temporada de CAFÉ CHÉJOV. Es doloroso comprobar que también nuestras élites intelectuales cargan contra nuestro país. Hasta el punto de harakirizarse ellos mismos por palmaria ignorancia de nuestra historia. Pero la vida sigue y he llegado al cuarto vídeo de CAFÉ CHÉJOV de la actual temporada. Tras dos mexicanos entrevistados le ha llegado el turno a José Ovejero. Hace unos años acudí a Oviedo a la presentación de un cuentario suyo. A juego con el título del libro que presentaba, me pareció un tipo algo extraño. Y en consecuencia no esperé a que terminara la rueda de firmas de ejemplares para departir siquiera brevemente con él. Como no soy mitómano, tampoco quiero la firma ocasional de nadie en un libro que tengo que pagar yo. En esta entrevista me ha sorprendido un aplomo que no vislumbré en la biblioteca de El Fontán. Pero Ovejero patina en la misma cáscara que el imberbe Barba: le priva lo anglosajón y critica lo español. En la segunda entrevista de esta temporada, el mexicano Villalobos —afincado en Barcelona— hacía patria proponiendo lecturas de…
Café Chéjov, el programa de televisión jalisciense dedicado al género del cuento, ha vuelto y ya tiene colgados en su canal los trece capítulos de su quinta temporada (2023). Este año entrevistan a cuatro españoles. El primero de los programas —emitido el 12 de febrero— está dedicado a Andrés Barba, que ha sido torpe de remate. Debería ser amonestado de forma ejemplar para que sirva de aviso a navegantes. Analizaré lo que ha sido su comparecencia en Café Chéjov, que se graba con ocasión de la FIL de Guadalajara (México) y que estaba desaparecido desde 2018. Éramos muchos los cuentoheridos que echábamos en falta su reconocible sintonía. Estoy apesadumbrado por la deshonrosa y dañina actuación de Andrés Barba en la ciudad de Guadalajara, en el estado de Jalisco —tierra de Juan Rulfo—, durante la celebración de la mayor feria del libro en español. Ha hecho un solemne ridículo que ha quedado registrado ante las cámaras para la posteridad, dándose fe de ello en Internet. Comienza Andrés Barba soltando una sarta de frases ininteligibles: «Hay algo que tiene que ver con la fascinación por la literatura que nace de la fascinación elemental por oír una historia bien contada (…) es como…
Llevo varios artículos diciendo que el cuento cuenta una historia que nos muestra el desengaño necesario para espabilar en la vida y que el relato no cuenta nada, tan sólo muestra una escena, un chisme, muy al modo de la literatura de la anglosfera, que existe para satisfacer gustos y no intelectos. Te recomiendo el audio de Jesús González Maestro que está al final de este artículo para entender las diferencias, diametralmente opuestas, entre ambos conceptos de literatura. Llevo años asegurando que se llaman cuentos y no relatos, y que hay cuentistas y no relatistas. Pero ante la insistencia del común aprovecharé el término «relato» para distinguir, desde el género del cuento, la literatura propia de la hispanosfera de aquello que les gusta en la anglosfera. Así, llamaré relatos a esos textos narrativos absurdos en su esencia porque no cuentan nada; a esa literatura que hace que el lector con un libro se sienta más contento que un tonto con una tiza; a esas lecturas que no buscan proporcionar una enseñanza sino entretener al lector para que sea feliz creyéndose inteligente por entender lo que lee, aunque lo que lee sean chismes y patrañas que sirven para mantenerle en la…
Me ha enviado una amiga cuentoherida un texto que se ha publicado a finales de septiembre del año pasado en una famosil web de consumo de libros. El epígrafe bajo el que publican el texto en esa web es el de CUENTOS, pero para introducirlo el becario del turno dice: «A continuación reproducimos un relato inédito de María Cabré, Infierno» (el destacado es mío). Queda dicho, pues, título y autora. Y también que para quien gestiona esa sección le da lo mismo cuento que relato. Los lectores en general y los críticos literarios en particular no tienen claro qué es y hasta dónde llega el género literario del cuento, y agrupan toda narrativa breve bajo la misma etiqueta: ‘relato’. Hasta ahora yo abominaba del hiperónimo «relato» para referirse sistemáticamente a los cuentos. Pero hace una semana he escrito una reflexión (podía haberla hecho más corta pero no me ha dado la gana) donde apunto que llamaré relatos a aquellos textos narrativos que no cuentan nada y sólo muestran una situación: los personajes se mueven por ella, pero NO OCURRE NADA; estos textos narrativos carecen de una de las señas de identidad del cuento: el acontecimiento. Muchas idas y venidas, muchas…
Parece que se ha abierto la veda de nuevo y jóvenes sin madurar que llegan a becarios en las editoriales encuentran quien les ríe las gracietas y les publica sus espasmos sin supervisión ninguna. Está bien esto de llenar la nube, o la red, o la mar océana, de lo que a uno le sale del naipe. Yo hago lo mismo. Y por eso voy a meterle el bisturí de laaguja a un sinhacer próximo a la cuarentena que desde la ignorancia se ha atrevido a escribir sobre la posible decadencia que vive el cuento, según él, «sólo» en España. El infeliz ha tenido la ocurrencia de quejarse de la escasa atención que el cuento recibe en nuestro país recurriendo a la leyenda negra. Este botarate, treintalescente inmaduro (o ignorante, tanto da), dice tamaña sarta de majaderías en tan corto espacio que merece un serio tirón de orejas, porque no entiendo cómo le pueden publicar esto. Titula su artículo Mucho cuentista y poco cuento. Y lo suben a la Internet el 31 de mayo de este año en la web de una editorial pequeña que a buen seguro acaba de cerrarme las puertas por esta contra que estás leyendo. Comienza…
(…) Viene de Relatos de situación (2), donde te he hablado de los relatos ‘sin chicha’ que se generan en la anglosfera. No puedo terminar esta crítica a, y advertencia sobre, los relatos de la anglosfera sin declarar que entre sus filas encontramos cuentistas que por el tratamiento que hacen de las temáticas que tocan bien podrían militar en nuestra hispanosfera. Me estoy refiriendo a los autores del sur estadounidense que la crítica ha agrupado bajo la denominación de gótico sureño. En el enlace verás que las características que definen esta temática abre los ojos a una realidad social que no interesaba «al relato político» de la época (la carestía de formación, información y conocimiento, de educación, cultura y literatura, tampoco interesan al político de hoy). Si bien se apunta lo sobrenatural en la construcción del argumento, yo no he me he topado nunca con un cuento ‘sureño’ que lo emplee. Quizá lo de «gótico» sea extemporáneo, y sólo le haya caído el epíteto encima por lo sobrecogedor de su realismo (y a veces verismo). Pero ni asomo de algo sobrenatural o gótico en los cuentos que he leído de Flannery O’Connor, una de las emblemáticas escritoras sureñas. Ni en…
(…) Viene de Relatos de situación (1), donde te he hablado de la hispanosfera y de la anglosfera literarias. Es evidente que estas dos esferas (y no me refiero ahora a las estrictamente literarias) no son ámbitos estancos, herméticos, sino que mantienen entre sí una relación dialéctica: luchan y compiten tratando de anularse o cuando menos limitar a su contraparte y a la vez se complementan (aunque esto no es su intención). Ocurre que la anglosfera hace siglos, desde los tiempos del barroco español, tomó conciencia de su inferioridad y lucha contra la hispanosfera con todas sus armas, que incluyen desde el aparato del Estado, pasando por la propaganda, el descrédito, el soborno y la extorsión, hasta la mentira y el engaño que tan bien definen lo que representa su literatura y hasta podría decirse que su esencia misma (no existe mejor ejemplo de mentira, manipulación y propaganda que la leyenda negra). Después de tantos siglos de erosión hemos arribado a un mundo donde las apariencias, la mentira y el cinismo, o lo que en este siglo XXI llaman la posverdad, tienen tanto o más valor que la verdad y la realidad mismas, y nos hemos contaminado de ellas. Por lo…
Llevo tiempo diciendo que quienes llaman relatos a los cuentos lo hacen porque temen que les encasillen en lecturas infantiles… Pero también existen cuentos eróticos y a nadie se le ocurre tildar de sicalíptico y rijoso a quien lee cuentos. Si bien no se encuentra quien critique la novela, sí se encuentran detractores gratuitos del cuento. Otros desprecian el género narrativo por excelencia obviándolo por sistema. Pero quizá los que más daño hagan sean los que ocultan que los leen… Ya he explicado en esta misma bitácora, a raíz de lo visto y oído en el Encuentro Internacional de Cuentistas de la FIL de Guadalajara del pasado año, que algo se ha roto dentro del cuento. Tengo claro que el cuento necesita de una ‘dirección de obra’ que guíe su derrota para que los lectores de ficción se animen a sumergirse en la narrativa corta. Porque cuando se topan con cuentos febles, entiendo que se les quiten las ganas de seguir leyendo (a mí también) y dejen de valorar el cuento como lectura atractiva. Con experiencias negativas el lector se cuestionará la compra de un libro de cuentos: ¿y si le aburren, como los de la última vez? Entre las…
Con El Mulo Pablo Iglesias, O ERES AFÍN A SU CUERDA O ESTÁS AL FINAL DE UNA CUERDA. • Canal Red: Pablo Iglesias aparta al presentador estrella de su televisión: «A Sergio Gregori le acusaban de ser demasiado afín a Sumar» Como buen komunista es un buen purgador. Un tipo tóxico, igual que Rufián, que ni siquiera acierta con los símiles (la metáfora queda algo lejos de su zona de confort). No es que quisiera jugar al parchís con piezas de ajedrez, es que quiso jugar al ajedrez con fichas de parchís, ¡INÚTIL! España empieza a despertarse de esta pesadilla a la sudamericana. O los echamos o nos hunden el país en un torpor bananero. Pero estemos atentos, que sigo diciendo que cualquier presidente de la democracia ha sido peor que el anterior…