A qué llamo novelar una historia breve

10 de febrero de 2024

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Voy a mostrarte tres cortes de Aquí no eres un extraño, libro de Adam Haslett donde se ofrecen 9 noveletas. Son textos breves –porque se leen de una sentada– que no se pueden llamar cuentos. Ni por su extensión, ni por su tratamiento.

He elegido sin mucho mirar tres párrafos de sendas noveletas del libro. Después de que los repases te concretaré qué veo yo en cada párrafo que lo aleja del género del cuento. La traducción es de Eduardo Hojman.

Adam HaslettAquí no eres un extraño
• El fin de la guerra (página 39)

Diez veces, quizá hasta veinte, se ha sentado en el sillón de un médico para responder a la misma batería de preguntas: cómo duerme, su deseo sexual, su apetito y su sensación de desesperación. Y él ha dicho que sí, que recuerda que un tío y una abuela suyos parecían más infelices de lo normal; y luego, sí, estaban sus padres, que se divorciaron; su madre, que siempre bebía bastante después de cenar; y no, no oye voces ni cree que exista una conspiración contra él. Al final de cada hora oía unas breves palabras del médico sobre una nueva combinación que le gustaría intentar aplicar, que al principio podría darle náuseas o producirle cansancio o nerviosismo. Ha hecho lo que le han indicado durante varios años, y en algunos períodos se ha sentido una persona viva. Pero después vuelve la resaca y Ellen oye hablar de un doctor mejor. Y, una vez más, debe responder a las preguntas. Siempre ha dudado del sentido de tomar medicamentos. A pesar de todas las explicaciones que le han dado, nunca ha abandonado el convencimiento de que su experiencia tiene un significado. Que el aplastante pulso de especificidad que con tanta frecuencia ve rebosar en el mundo físico no es ninguna distorsión. Que está allí para ser visto por quien tenga ojos. Le han dicho que ésa es una concepción romántica, un concepto peligroso al que aferrarse, desaconsejable para los que sufren una enfermedad mental. Quizá sea cierto. Pero lo opuesto siempre le ha parecido más terrorífico, más solitario: la idea de que mucho de él era un desperdicio puro y ciego.

Deduces sin problema que se trata de un protagonista con problemas psicológicos que precisa de seguimiento y medicación. No se puede decir que sobren muchas líneas. Quizá el lector necesita esa información para irse haciendo una composición de lugar. Esta noveleta tiene 26 páginas y este párrafo está en la quinta.

Lo que llama la atención es la voz y el tono que el autor ha elegido para contar su historia. Palpa también el ritmo que va a llevar la narración. El ‘noveletista’ se va a ir recreando en cada aspecto que nos narre.

Que sí, que el aletargamiento que envuelve a su lectura se hace placentero… me ha pasado. El lector va a ser consciente de cada pliegue de la telaraña que el noveletista creará a su alrededor. No va a dejar detalle sin detallar, que diría Miliki. El lector atraviesa el texto con una cadencia amodorrante y continua porque va conociendo detalles de la vida del personaje, va descubriendo más… Detalles íntimos de la vida de otro. Chismorreo al fin.

La pregunta es para qué. Para qué necesita el lector conocer que «un tío y una abuela suyos parecían más infelices de lo normal«. Me dirás que como trasfondo. Trasfondo que sirve a qué fin, vuelvo a preguntar yo. Porque ahí está el quid de la cuestión que quiero mostrarte.

Hay otra forma de resolver este y los siguientes párrafos de la noveleta para llegar a la conclusión que el escritor quiere transmitir. Pero a Haslett no le da la gana porque ha decidido (o necesita) que su historia se extienda más allá de las 20 páginas. O a lo mejor es que le gusta gustarse (de nuevo divino Miliki) y recrearse con el verismo tras de la apariencia que es toda ficción.

Y logra que el cuento se lea con interés que no decae, pero apenas existen cambios de ritmo, porque esos cambios le aproximarían al final a una velocidad que él no desea. Tiene que estirar la historia para cumplir con el propio estándar que gusta en su anglosfera. Haslett enmaraña al lector con su verborrea asumiendo el riesgo de aburrirle. Pero sabe que en su país gustan este tipo de narraciones con adormidera.

Ya te he dicho que a mí me ha gustado el libro. La calidad aquí no se discute. Lo que estoy dilucidando es que este tipo de narración no es un cuento. Es una noveleta.

Adam HaslettAquí no eres un extraño
• Reunión (página 100)

Al otro lado del parque, los niños corrían por las pistas públicas lanzando las pelotas de tenis al aire húmedo con lentos trazados. Varias personas hacían jogging por los senderos asfaltados. James atravesó el césped y se dirigió hacia una fila de árboles cuyas ramas se bamboleaban contra el cielo, cada vez más oscuro. Había comida en la nevera, se recordó a sí mismo, y una guía con los programas de televisión de la noche esperándolo en caso de que se desanimara. Tomó asiento en un banco situado bajo los árboles. Por atrás, al otro lado del muro de piedra que rodeaba el parque, pasaba algún automóvil de vez en cuando. De una ventana abierta salió una melodía que se agitó en el viento y se perdió en el murmullo de los árboles. Una pareja cogida de la mano caminaba por el borde del parque. Acababan de salir del metro y cargaban unos pesados maletines; él llevaba la corbata floja, y ella, calzado deportivo. James los observó hasta que desaparecieron por la verja de la entrada principal en dirección al laberinto de casas adosadas que se extendía hasta el río por el sur de Londres.

En este párrafo a mí me sobran frases enteras. Muy gratas de leer pero que no aportan nada a la historia que se nos quiere contar. Un trasfondo, volverás a decirme. Será un trasfondo al envoltorio de la historia que se cuenta. Y es que un cuento no está hecho de trasfondos. Por supuesto un cuento literario no tiene la perpendicular de los cuentos primitivos, ni la grácil curva que hacen los cuentos populares.

Parece que Haslett nos quiere mostrar que su personaje es observador: «y cargaban unos pesados maletines; él llevaba la corbata floja, y ella, calzado deportivo». ¿Pero para qué queremos saber que llevaban unos maletines que parecían pesados? ¿O el estado de la corbata del tipo, o el calzado de la chavala? Incluso me sobra que la pareja caminara cogida de la mano. ¿Para qué es necesaria tanta descripción? Recuerda ahora el principio de la escopeta de Chéjov. Aquí ni siquiera funciona como pista falsa.

Haslett novela porque dispone de espacio en las revistas en las que publica (quizá pagado con publicidad), y esa forma de narrar dilatado gusta en su anglosfera. «Había comida en la nevera, se recordó a sí mismo, y una guía con los programas de televisión de la noche esperándolo en caso de que se desanimara». ¿De verdad importa si el protagonista tenía a mano el programa de todas las cadenas de televisión? ¿No ves que todo lo que se detalla en este párrafo no puede acabar influyendo en el desenlace de la historia? Entonces, ¿para qué es importante describir todo esto? Pues para regustarse como escritor a sí mismo. No encuentro otra explicación.

Esta noveleta consta de 19 páginas y este párrafo está a caballo de la segunda y la tercera. Y este va a ser el ritmo de la historia, con adormidera. La adormidera es sedante, pero recuerda que en la vida no puedes dormirte porque camarón que se duerme se lo lleva la corriente.

Adam HaslettAquí no eres un extraño
• El buen doctor (página 171)

Una de las razones por las que había aceptado aquel empleo en una clínica del condado, a más de tres mil quinientos kilómetros de sus amigos y su familia, era el acuerdo del Cuerpo Nacional de Servicios Sanitarios de hacerse cargo de los préstamos que había pedido para estudiar en la Facultad de Medicina, a cambio de trabajar tres años en una zona con atención médica deficiente. Aquella noche, al volver a su apartamento, había encontrado una carta en el buzón: el Congreso iba a reducir los fondos del programa, lo cual lo dejaba a él con la totalidad de la deuda y un magro salario para cubrirla. Ya había pasado un año en ese puesto, y ahora decidían dejarlo colgado. Por primera vez en su vida el porvenir se presentaba incierto. Desde la facultad a los estudios superiores de Medicina, incluyendo la residencia y aquel empleo, todo había sido solicitado y planeado. Ahora ni siquiera estaba seguro de poder permitirse el lujo de quedarse allí. Se había emborrachado con una botella de whisky que un amigo del Este le había enviado para su cumpleaños. Lo último que le hubiera apetecido hacer ese día era conducir dos horas y media hasta Ewing Falls para examinar allí a una mujer que llevaba un año negándose a visitar la clínica y que exigía la medicación por teléfono.

Esta noveleta tiene 22 páginas y el párrafo espigado aparece entre la primera y segunda. Tú misma puedes ver que este texto no lleva ritmo de cuento. ¿Serías capaz de contar este párrafo desposeyéndole de su novelización y que mantenga el interés? Seguro que sí. Pero recuerda que el interés en un cuento no radica en contar todo lo que rodea al personaje, sino en su conclusión.

Este dar vueltas en espiral, este marear la perdiz, este divagar en zigzag no es propio del cuento. Y si encima la historia no cuenta nada, cierra el libro que jugamos al remigio. Textos «atmosféricos, lisérgicos y oníricos» llama a los suyos el ya criticado en esta bitácora Eloy Tizón por las poderosas razones que he dado en el bisturí de laaguja enlazado en su nombre.

Voy a hacerte el ejercicio que te he propuesto:

Modificación de Losange Sable
• El buen doctor (página 171)

Había aceptado el empleo en una clínica muy lejos de sus amigos y su familia, por el acuerdo del Cuerpo Nacional de Servicios Sanitarios de asumir los préstamos que solicitó para estudiar Medicina; a cambio trabajaría tres años en una zona con atención médica deficiente. Al llegar a su apartamento le esperaba una carta: el Congreso iba a reducir los fondos del programa, por lo que él tendría que asumir toda la deuda con un corto salario. Llevaba allí un año, y ahora le dejaban colgado. El porvenir se presentaba incierto. Desde que comenzó hasta que terminó Medicina, todo había sido planeado. Ahora ni siquiera sabía si podría quedarse allí. Se había emborrachado con whisky. No le apetecía conducir dos horas y media hasta Ewing Falls para examinar a una mujer que llevaba un año negándose a ir a la clínica y que exigía atención telefónica.

De 225 palabras lo he dejado en 146, le he recortado un 36%; más de un tercio podado. Y eso sólo acortando el texto, sin prestar atención a otros factores narrativos. Ese porcentaje indica que podría podar esta noveleta de 22 páginas y dejarla en 15. Eso si es que no elimino párrafos enteros… ¡Cuántas veces, releyendo mis cuentos o mis artículos, elimino párrafos completos, importándome poco si son eufónicos, si aportan trasfondo o el tiempo que he invertido en escribirlos! Si divago, aburro al lector. Y aun así sé que divago. Es inherente a todo escritor gustarse a sí mismo.

Pero quien lea el Quijote en versión original –me refiero a leerlo en español– que me diga en qué párrafos de Cervantes puede meterse la podadora sin que el texto pierda información, fuerza o frescura.

Pero espera un poco, no te marches que lo voy a hacer de nuevo.

2ª Modificación de Losange Sable
• El buen doctor (página 171)

Estaba muy lejos de su casa. El Cuerpo Nacional de Servicios Sanitarios asumió el coste de su carrera de Medicina a cambio de que trabajara tres años en una zona desfavorecida. Cuando llegó a su apartamento encontró una carta: el Congreso reduciría la subvención, por lo que tendría que asumir su deuda con su escaso salario. Llevaba allí un año y ahora le dejaban tirado. El porvenir era incierto. Durante su carrera de Medicina, todo lo tuvo planeado. Quizá ahora tampoco pudiera quedarse allí. Se emborrachó. No le apetecía conducir dos horas y media para examinar a una mujer que se negaba a ir a la clínica y exigía atención médica telefónica.

En 112 palabras. La mitad de las 225 iniciales. Tú dirás si el párrafo gana en velocidad (frescura), si pierde adormidera (fuerza), y si se sigue entendiendo la delicada situación del protagonista (información).

Pero atiende una cosa… Presta atención a este último párrafo en rojo porque en el original en azul no se ve: nos dicen que el Congreso «iba a reducir» la subvención… Y se nos dice del protagonista que se emborrachó porque esa decisión «lo dejaba a él con la totalidad de la deuda». Pero que los fondos se reduzcan no significa que se eliminen. ¿Por qué el narrador nos dice que el protagonista tendrá que asumir «la totalidad de la deuda»? Además, si ya llevaba un año trabajando le quedaban dos de contrato, por lo que habría saldado cuando menos un tercio de la deuda contraída con la Administración. Raro cuando menos.

Claro que yo no vivo en los EE. UU.: es otra cultura, otro idioma, otra realidad, es la anglosfera. Y hay que tener todo esto en cuenta al comentar una ficción porque a lo mejor, traducción mediante, el autor está contando una realidad que aquí entendemos de otra manera.

Pero no te vayas aún… Observa esta otra frase: «Por primera vez en su vida el porvenir se presentaba incierto». Muy melodramática, lacerante y aterradora… La frase ahí colocada hace su efecto en el lector. Y por lo visto ha hecho mella en el protagonista, que se emborracha («con una botella de whisky que un amigo…», etcétera).

Pero es que el futuro SIEMPRE es incierto. Quien se sienta a salvo de marejadas futuras acabará en las redes de los pescadores, como los camarones… De ahí que Jesús González Maestro insista en que la literatura de la hispanosfera lleva al lector al desengaño, que sirve para mostrarle las trampas de la vida mientras que la literatura de la anglosfera es la literatura del autoengaño. Haslett escribe para las emociones, para lo sensible, no para el intelecto, no para lo inteligible.

Espero que te haya quedado claro que no critico la calidad de lo que escribe Adam Haslett, sino que propongo un nombre distinto para definir su narrativa. Estos NO SON CUENTOS: son noveletas. Recuerda aquella frase que nos enseñó Eduardo Antonio Parra en Café Chéjov: «El cuento narra la historia de un asesinato. La novela narra la historia de un asesino». ¿Qué historia te parece que cuenta Haslett en sus ficciones?

Pero sí critico el trampantojo de la literatura de la anglosfera. Ya has visto que entre tanta boscosa facundia, al podar ese párrafo y anular la adormidera aparecen dos inconsistencias.

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