REFLEXIONAR
Un libro de cuentos no se lee de la misma forma que una novela, capítulo tras capítulo —cuento tras cuento—, todo seguido hasta que decidas parar. Todos sabemos que un libro de cuentos es una suma de historias diferentes, mientras la novela es una única historia que se presenta fraccionada.
La novela puede ramificarse en historias secundarias que giran en torno a la principal, pero por regla general mantiene una misma voz narrativa. Leyendo un capítulo tras otro vas ampliando conocimientos sobre la misma historia.
Un buen cuentario —un libro de cuentos de un mismo autor— debe tener una voz narrativa específica para cada historia. Los hay que sí necesitan de la misma voz para mostrar su riqueza literaria. Ahora mismo tengo este en mente, que la mantiene a lo largo de sus treinta y pico minicuentos (que no microcuentos). Pero es que ese era el quid, el chiste del libro, la apuesta del autor.
Experimentos aparte, cada historia de un libro de cuentos obra de un mismo autor —ya que si es de varios queda garantizado— estará contada de forma diferente de la que le precede y distinta de la que le sucede. Un buen cuentista sabe que cada cuento sólo puede contarse de forma eficiente por un narrador concreto. Es el arte de los cuentarios.
SOSEGAR
Cada cuento cuenta una historia diferente, coherente, independiente y concluyente. Por eso los cuentos no pueden leerse uno detrás de otro, como si se tratara de capítulos que suman información a una misma historia. Hay que hacer una pausa entre cada cuento.
Si leyeras un libro de cuentos como haces con una novela acabarías con una empanada mental, aceptando la definición que el diccionario de la RAE da a este sintagma. Leer cinco o seis cuentos seguidos lleva a la confusión de hilos argumentales.
Un libro de cuentos te invita a repensar cada historia tras su lectura. Deja reposar cada una: permite que los recovecos de la narración te vayan empapando el pensamiento, dale mente, reflexiona sobre ella… Tal vez quieras volver a leer algún pasaje.
¿Y qué hacer mientras tanto? Pues si no quieres atacar la lata de galletas (sabido es que leer engorda 😉), ataca la lata del té… Camina, siéntate a mirar el vaivén de la mar, la tranquilidad de la montaña, la agitación de la urbe, realiza tareas domésticas…
REPOSAR
¿Y durante cuánto tiempo has de dejar reposar la historia en la sesera? Pues el que necesites. Supongo que entre diez minutos y dos horas, dependiendo de lo que el cuento te ha contado. Hay cuentos que se las traen e impactan en tu ánimo. Los hay que se instalan en tu cabeza durante varios días, y los hay que no los olvidarás nunca. Pero si un cuento no te remueve el ánimo, ¡puf!… se trata de uno de esos relatos que pintan quienes no escriben cuentos; apelan a emociones, y los basan en evocaciones líricas y sensaciones idílicas.
No es lo mismo un relato de la anglosfera, concebido como producto mercantil para entretener el tiempo y distraer la mente, que un cuento contado al sabor hispano… Los cuentos de nuestra tradición literaria —la hispanosfera— buscan confrontar al lector con la realidad y desengañarle de los trampantojos a que abocan las apariencias.
No sería sabio comenzar la lectura del siguiente cuento —que presumiblemente también te revolverá el ánimo— si tu mente no ha asentado la historia que has leído porque acabarás con esa empanada mental de la que te habla el DRAE.
De los tipos de libros de cuentos que te he mostrado en estos últimos meses, sólo dos se prestan a que puedas leer los cuentos de corrido, a modo de novela: el cronográfico y la colección de cuentos de un mismo personaje. Pero sin atracones… para no empanarte.
PREVER
Otra característica de las lecturas de cuentos es que antes de abordar cada uno has de mirar su extensión para calcular si dispones de tiempo (y motivación) para leerlo completo de una sentada, porque no es recomendable interrumpir su lectura. Los cuentos están pensados para mantener lo que Edgar Allan Poe llamaba la unidad de efecto. Si cortas el decurso de la lectura y pospones su conclusión para un momento remoto, corres el riesgo de perderte el conjunto de la historia, aquello que el cuento no cuenta… su «unidad de efecto».
PAUSAR
De una sentada no significa que no puedas hacer pausas, como con cualquier otra lectura. Si un pasaje te mueve a la reflexión, a la visualización o quizá a la ensoñación, pausa la lectura y continúala a renglón seguido.
CALCULAR
¿Y cómo calcular el tiempo que te lleva leer un texto? Depende de tu velocidad de lectura y de la concentración que le puedas dedicar. Pero calcula una media de mil palabras en cuatro minutos. Medido en páginas, dependerá del tamaño de la fuente y de la página, pero para un libro actual calcula unas cuatrocientas palabras por página. No desesperes: con la práctica aprenderás a sopesar si te da tiempo a leer el cuento de una tacada.
PROGRAMAR
Es interesante que programes la lectura de cuentos y te sientes a leer previendo que no serás interrumpido —aunque esa posibilidad siempre está abierta—. Si el cuento es corto… en buena lógica habrá menos probabilidades de que requieran tu atención y, si ocurre, te será sencillo reemprender su lectura en un momento cercano al parón. Si pasa mucho tiempo entre la interrupción y el momento de volver a él, recomiénzalo: disfrutarás releyendo desde el principio. Es lo bueno de los cuentos: son lecturas breves (e intensas).
BRINCAR
Si un cuento no te gusta o se te atraviesa, sáltatelo; deja un marcapáginas y pasa al siguiente. Cuando termines el libro mira cuántas lecturas has brincado y, si te apetece, vuelve a ellas. Muchas veces no tenemos el día para cierto tipo de textos, y podemos brincar el que se nos hace farragoso. Otras veces no tenemos ganas o tiempo para encarar la extensión de ese cuento. O el tema nos resulta enojoso o aburrido. Es una ventaja de los libros de cuentos sobre las novelas, pues en cuanto se te atraviesa un capítulo se te atraviesa el libro entero. El brinco sirve también para los libros de cuentos cronográficos; aunque sea recomendable leerlos en el orden dado, si uno se te atasca, sé malo y bríncalo.
RAZONAR
Una de las ventajas de leer cuentos es que, si le recomiendas uno a una amiga, a los pocos minutos ya estarás intercambiando impresiones con ella sobre el estilo, la forma, la enseñanza (que no moraleja), el arte, la temática, haciendo una crítica y ponderando aquello que te ha hecho reflexionar. Porque a nadie le importa si te ha gustado o no… Tu sensación personal es irrelevante; lo que te hace miembro de la comunidad de humanos es que razones por qué te ha gustado o por qué no te ha gustado. Usa la razón para analizar y explicar tus emociones.
Los humanos tenemos capacidad de razonar y de emocionarnos. Si obedeciéramos a la emoción sin razonamiento ninguno, seríamos sólo un animal. Y si razonáramos sin emoción ninguna seríamos código máquina que ejecuta algoritmos. Somos seres psicosomáticos que tenemos capacidad de razonar y de sentir emociones. Pero la emoción sin razonamiento es como dar pedales sin manillar.
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