Cuento versus relato

2 de diciembre de 2023

Sobre las denominaciones cuento y relato:

  1. Ya he explicado en esta bitácora que no existe ningún género narrativo llamado relato, que lo que existe es el género narrativo que todos conocemos como cuento.
  2. Que hay cuentistas, y que no hay relatistas.
  3. Que nadie dice «Abuela, cuéntame un relato», sino «Abuela, cuéntame un cuento».
  4. Que hay quien dice escribir relatos pero luego dice que es cuentista.
  5. Que las editoriales dicen que publican relatos pero luego titulan cuentos completos.
  6. Que en las aulas de secundaria se enseña que el género narrativo se compone de cuentos, novelas, epopeyas, cantares de gesta, leyendas y fábulas…

Con anterioridad he propuesto que, para aprovechar el término relato (tan extendido en España), cabe llamar cuentos a la narrativa breve propia de la hispanosfera, volcada en mostrar la realidad que se esconde tras las apariencias –llevando al lector al desengaño–, y utilizar el término relato para denominar a la narrativa breve propia de la anglosfera, interesada en validar las apariencias, el artificio, el engaño de la razón a través de los sentidos, en narrar emociones y sensaciones antes que hechos y acontecimientos.

Son escritos que acaban sin contar nada, enumerando una sarta de divagaciones y elucubraciones en torno a unos personajes puestos en un escenario, mientras los cuentos siempre cuentan algo que ocurre: presentan un acontecimiento.

Estas esferas no son estancas —se trata de dos tradiciones literarias antagónicas—, por lo que encontraremos relatos escritos por hispanos, y cuentos narrados por autores de la anglosfera (británicos, estadounidenses, canadienses y alemanes mayormente).

Propongo ahora una vuelta de tuerca más para el término «relato»:

Toda narrativa breve narrada al modo de la novela.

Lo que, dicho sea de paso, es muy del gusto de los lectores de la anglosfera. En la hispanosfera nos gusta que el cuento entre pronto en materia y nos lleve al grano sin divagaciones.

He explicado en un artículo publicado en la revista República de las letras que la extensión de la obra no es medida válida para diferenciar entre cuento y novela, pues existen cuentos largos y novelas cortas, con más páginas los primeros que las segundas.

En la narrativa breve escrita al modo de la novela se obvian algunos parámetros que hacen que un cuento sea un cuento pero se mantienen otros que lo diferencian de la novela. Por supuesto este tipo de narrativa no entraría en la categoría de «novela corta». Quizá para ella fuera más propio el término «mininovela».

En menos de treinta páginas puede presentarse un texto novelado, escapando de los parámetros que conforman el cuento. Parámetros que detallo en este apartado del artículo arriba citado.

Un cuento, entre otras características, presenta descripciones sucintas y se centra en los hechos que protagonizan sus personajes. La novela es prolija en descripciones y centra su interés en mostrar al lector las motivaciones de los protagonistas y las relaciones que se establecen entre ellos.

Cuenta Eduardo Antonio Parra en las entrevistas de Café Chéjov que «el cuento narra la historia de un asesinato, mientras que la novela narra la historia de un asesino».

Un cuento nos cuenta algo que ocurre, un acontecimiento, aunque a veces ese acontecimiento no es palmario y corresponde al lector discernirlo porque está elidido en el texto. Maestros en elidir lo que cuentan fueron Chéjov y Hemingway. Estos cuentos que no presentan un acontecimiento evidente en el texto han hecho creer a muchos mediocres autodenominados cuentistas que cualquier cosa que escriban, si es breve, debe ser considerada cuento.

Quede claro que no todo es cuento. Si cualquier escrito breve es un cuento, entonces un cuento no tiene valor. Es curioso que sólo propongan romper con los esquemas del cuento los escritores que no saben escribir cuentos, aquellos a los que el género corto les queda largo —cuidado con la maldad taimada del mediocre, pues es artera y torticera—. Viéndose incapaces de escribir un cuento, desean abrir el abanico de lo que se considera cuento a las divagaciones que ellos escriben. Y puesto que no escriben cuentos… que pongan nombre a lo que evacúan y dejen de confundir a los lectores.

En esta diferenciación entre cuento y relato hay espacio para los cuentos largos, aquellos que para mostrar la acción necesitan superar la veintena, y aun la treintena de páginas, pero que mantienen las formas del cuento. Recuerda que un cuento no se mide «a peso».

También queda espacio para los relatos cortos, aquellos textos donde no se nos cuenta nada, donde no ocurre nada; textos narrativos que carecen de acontecimiento, que son un continuo de elucubraciones, divagaciones y evocaciones en torno a un protagonista, colocando las emociones por encima de la razón. Tienen un fácil leer porque no le exigen ningún compromiso al lector. Se leen, se cierran y se olvidan. Entretienen, lo mismo que un crucigrama.

En resumen:

  1. Llamaré cuento a la narrativa breve típica de la hispanosfera (aunque la escriban autores de la anglosfera).
  2. Llamaré cuento a la narrativa breve que, aunque se extienda, mantenga los criterios que determinan el género del cuento.
  3. Llamaré relato a la narrativa breve típica de la anglosfera (aunque la escriban autores nacidos en territorios de la hispanosfera).
  4. Llamaré relato a la narrativa breve escrita al modo de la novela, que lógicamente tiende a desparramarse.

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