««Algo se ha roto dentro del cuento (II)
3)- Falta de medios.
Caramba… ¡REVISTAS DE CUENTOS!, nos señaló Sergio Ramírez en su entrevista en el Encuentro Internacional de Cuentistas 2022…
¿Cuántas revistas de cuentos hay en España, por centrarme en la realidad en la que vivo? Por revistas en papel pregunto, que en digital alguna hay.
En España intentos ha habido pero pelean en un desierto donde ni siquiera queda el eco del esfuerzo. Y por qué… Pues por falta de hábito lector de cuentos (que comprar un libro supone un compromiso –y un riesgo– mayor). Como no existen revistas de cuentos el público lector no se topa con ellos. Cuando las hubo se vendían. Pero si no entusiasmaron tal vez fuera porque la calidad de los cuentos que se ofrecían no era óptima. Y sobre esto atizaré en próximas entregas, no lo dudes.
De momento vamos a centrarnos en la falta de revistas de periodicidad mensual (o bimestral). Nadie baja al kiosco del barrio y busca y decide qué revista de cuentos comprarse entre 5 ó 6 sencillamente porque no hay ninguna. Si en EE. UU. hay 400 revistas (según el dato que lanzó Ramírez), tocan a 8 por estado…
Es este ootro de los problemas que existen para el cuento: los medios de difusión. No es posible hacer una revista de novelas. Pero una revista de cuentos (y de cuentistas) tiene sentido y viabilidad porque hay lectores de cuentos (y otros que se aficionarían). Y sería un lugar donde debatir sobre el género.
Pero para editarlas, con el cedro hemos topado, Sancho. Ya he dejado constancia en esta bitácora de mi esfuerzo por organizar un recital de cuentos, y desde CEDRO me trataron de ayudar. Pero allí son más papistas que el papa, pues se ha convertido en una asociación regida por los abogados-empleados que ven que mantener su modus vivendi radica en hacer respetar a ultranza los derechos de autor, y en lugar de velar por una legislación que permita promocionar eventos literarios, exigen lo que es imposible conseguir. Ni ellos mismos pudieron lograr en dos meses los permisos para la LECTURA de SEIS cuentos. Aquí te lo cuento..
A los hechos me remito. Si ni ellos, con todo su organigrama y su enorme capacidad de gestión, fueron capaces de lograr con dos meses de antelación los permisos para la lectura de media docena de cuentos: si no pudieron obtener lo que ellos exigen a los demás…, ¿qué puede hacer un entusiasta diletante? Y son profesionales, aunque en mi opinión un punto demasiado obsesionados con ponerle puertas al campo. Y las están poniendo, porque son buenos con esa cerrajería, pero con ello están logrando que no corra el aire por el campo, y la hierba comienza a marchitarse.
Yo les pediría un pasito a un lado. Pero no podrán darlo porque las dinámicas en las sociedades europeas de gestión de derechos de autor –como ocurre siempre en las asociaciones humanas– son dictadas por un adalid omnímodo y carismático con una idea fija y no cuestionada que arrastra una cohorte de acólitos y mariachis que se calientan entre sí y alientan al líder con sus ocurrencias en la línea incuestionada (e incuestionable) propuesta por ese líder, deseando que el jefe de filas, para gratificarles esas ocurrencias, les dé Vicks VaporUb en el pechito. Y así, sin pararse a cuestionar su ideal, van corriendo todos en comandita a matar la gallina de los huevos de oro haciendo una defensa a ultranza de un ideario que da para repartirse cuatro pesetas. No ven que mientras ellos cierran puertas otras ofertas de ocio, digamos menos restrictivas utilizando esa misma legislación, van ganando fieles porque saben soltarles sedal.
Decía que esas dinámicas grupales y europeístas no les dejan dar ese pasito lateral. Están todos «enfebrecidos» con este tema de los derechos de autor. Ya he explicado en esta bitácora mi visión sobre tantos escrúpulos con los derechos de autor. Aquí te la dejo de nuevo, ya para crucificarme del todo entre mis pares escritores.
Con tanta aplicación restrictiva de la ley, ley que vela por el interés crematístico de los autores de medio pelo (que los que tienen gran categoría saben que la publicación de un cuento suyo promociona su obra y su imagen) y por el interés pecuniario de los abogados interesados en cronificar su modus vivendi, están dificultando la difusión de la literatura y del gusto por la lectura. Cuando opongo autores de medio pelo a autores de gran categoría, me estoy refiriendo a su talla personal, no a su categoría literaria, que en realidad entre ellos es toda parecida, pues buscan el texto superventas o/y el salto a la pantalla, con lo que, por definición, evacuan textos que de literatura tienen nada (ni un guión novelado ni una novela guionizada son literatura).
Así las cosas, lograr los permisos para editar una revista de cuentos es tarea hercúlea cuando no misión imposible. No se te ocurra publicar un cuento con derechos de autor vigentes (80 años ¡desde la muerte del autor!, ni siquiera desde la creación de la obra) porque caerán unos y otros sobre ti cual licaones hambrientos aunque no ganes con ello ni un chele y sólo lo hagas por el regusto personal de invitar a la lectura de cuentos.
Ochenta años en España, donde somos hidalgos idiotas, que en el resto del mundo son 70 años desde la muerte del autor para que su obra pase a dominio público. Un ejemplo: la obra de George Orwell (el autor de 1984 y Rebelión en la granja) hace tres años que está en dominio público en todo el mundo salvo en España. Por no hablar de los derechos de traductores y editoriales… ¿De qué libro has extraído el texto?, me preguntaron en CEDRO. ¿Quién es el traductor? Porque la traducción y la publicación también tienen derechos de autor sobre su obra: otros 80 años. Y así la literatura se queda en las casas… Mis cuentos son gratuitos. Y lo seguirán siendo si algún día paso al SEGUNDO ESTADIO. No es difícil entender a todos; lo complicado es aunarlos.
Así las cosas, para la edición de una revista de cuentos, ya que las editoriales no se deciden, aunque son depositarias de los derechos de multitud de cuentos, quedaría contar con los propios cuentistas para que voluntariamente envíen sus obras para su publicación. Pero los escritores de medio pelo querrán cobrar por la publicación de su cuento –cuando en realidad le estarás promocionando su obra y su imagen–, porque en cuanto un autor tiene un par de libros publicados, cree que ha entrado en el elitista club de selectos y exquisitos escritores, y se tienen por mejor escritor que quien no ha publicado nada en su vida, cuando lo cierto es que leo cuentarios que se me caen de las manos (porque me duermo leyéndolos). Con lo que llegamos a…
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