De Hemingway a Capote

20 de julio de 2019

Ayer me enviaron vía Telegram una propuesta de lectura rápida: un artículo salido de las siempre didácticas teclas de Enrique Vila-Matas, donde el catalán aboga por las relecturas… de cuentos. Como no podía ser de otra manera.

Releer una novela es harto cansino, aunque reconozco haber releído unas pocas. Otras, leídas en los años anteriores y posteriores al sorteo de mi quinta, me niego a releerlas ahora para que no se me caiga la impronta que dejaron. Y hay una, sólo una, que he leído tres veces, y no precisamente por fervor.

Pero releer un cuento, ¡vaya!, en cualquier momento. Aunque hay uno… (de Rudyard Kipling) que de momento me niego a releerlo. O más bien procrastino su relectura, que dicen los elegantes. Sé que volveré a él, pero es un cuento que, tras leerlo, me costó más de diez dias quitármelo de la cabeza.

Vila-Matas nos habla de un cuento de Ernest Hemingway: El gato bajo la lluvia, que algunos maestros cuentistas lo colocan entre los mejores cuentos jamás escritos. Si mi padre no hubiera castrado en mí el vicio de apostar, apostaría a que de su relectura y análisis, cualquiera que escriba cuentos, extraerá nutritivas conclusiones.

Por si el lector de estos apuntes nos quiere hacer caso (a Vila-Matas, a los maestros cuentistas y a este juntaletras) dejo arriba un enlace al cuento.

¿Que si me he puesto al teclado para decir lo mismo que otros han dicho antes? Pues no, y a fe que no me gusta pecar de falta de originalidad, al menos de forma consciente.

Hay una película cosida con alambre en el imaginario colectivo de la Generación X, y supongo que en el de algunas más: Desayuno con diamantes, basada en el cuento de Truman Capote Desayuno en Tiffany’s.

Un momento… ¿¡cuento!? En realidad la novelita del orleaniano tiene alrededor de setenta páginas, y aunque ya he dejado dicho que no es posible calibrar a peso si estamos ante un cuento o una novela, déjenme arrimar el ascua a mi sardina. En mi modesta opinión Desayuno en Tiffany’s comparte elementos del cuento y de la novela.

La película, interpretada por una subyugante Audrey Hepburn y por un cautivador George Peppard (el coronel ‘Hannibal’ Smith del Equipo A), tiene una escena hacia el final que, al menos para mí, bebe del cuento de Hemingway.

Quién no recuerda a Holly Golightly (Audrey Hepburn) echando al gato de la limusina bajo la lluvia, y luego volviendo sobre sus pasos a por él; y quién puede olvidar a Paul Varjak (George Peppard) corriendo totalmente empapado por la urbe en busca del gato.

Recordemos que el cuento de Hemingway (1899-1961) está datado en 1925 y que Capote (1924-1984) publica su obra en 1958, por si alguien duda del orden de precedencias. Pero a saber qué inspiró al bueno de Truman esa escena…

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