Lo mío es contar cuentos. Sin embargo he pillado una racha de artículos donde he abandonado los visos literarios previstos para este blog. Pero es que un escritor no puede permanecer callado ni puede dejar de escribir. Así que hoy te traigo un novedoso cuento de terror, con un payaso y un bufón que te perseguirán allá adonde vayas. Mi cuento es de terror coral dado que afecta a un conjunto de la sociedad. La novedad estriba en que la presentación se cuenta con supuestos en la imaginación (?!!), el núcleo se va desplegando de la imaginación al mundo real, y el desenlace llega en forma de pregunta cuya respuesta sólo admite un sí o un no. Y en nuestro desconocimiento radica lo terrorífico: la ausencia del sí o la posibilidad del no. Comienza mi cuento. Imaginemos un gran país, como los USA. O imaginemos un país venido a menos, encogido, que fue más poderoso en su tiempo que los USA, Rusia y la China actuales juntos. Ahora imaginemos a su presidente del gobierno. Un tipo carismático, gallardo, apuesto y apolíneo; talentoso, previsor, experto y muy capaz, que ha logrado el respaldo de la mayoría de sus conciudadanos con las…
Los Picapiedra españoles continúan con su labor de demolición, como hacen los picapedreros. Estos días nos han dicho que el gobierno español ha llegado a un acuerdo con los representantes catalanes para que el castellano o español deje de ser lengua vehicular en la enseñanza en Cataluña. He sostenido varias discusiones a cuenta de esta noticia con amigos que no entienden mi postura. Yo felicito a los catalanes porque se siguen moviendo en la dirección de sus ideales. Igual sus creencias no coinciden exactamente con las mías, pero a fe que debo felicitarles por su tesón y por utilizar las herramientas a su alcance para lograr sus objetivos. A eso se le llama eficiencia. Yo aporto mi granito de arena para que el castellano siga creciendo en Internet. Con artículos de opinión como este y con cuentos como el que he subido el pasado día uno y el que subiré el próximo mes. Al menos produzco, haciendo crecer la web hispana, y no pierdo tiempo en levantar la voz. Pero mis amigos, después de dar voces, han ido a la página de deportes para ver cómo van las cosas en el Barça. Y con todo su derecho, oye. Que da igual…
Cuando alguien carece de argumentos sólidos para exponer una idea recurre a la RAE y a su diccionario. Lo dice la RAE y punto pelota, viene a decirnos el ponente al que le prestamos oídos (u ojos). El DRAE es un diccionario de mínimos consolidados y no un diccionario técnico vanguardista. Tratar de definir un concepto técnico, filosófico, científico, o incluso social, con el DRAE es una falacia propia de catetos… y de aguilillas. Se llama la falacia de la autoridad. Pero lo propio de gente simple y sencilla que harían bien en no salir de casa para dar una opinión de escaso valor, se está consolidando como un recurso entre personas dignas de confianza en su campo. Acabo de volver a verlo en un artículo de El País, que no voy a enlazar para no afear lo que entiendo como buena voluntad de los científicos que suscriben el artículo. Nos están hablando de la materia oscura y hacen el esfuerzo de divulgar en palabras sencillas algo tan inasible, indetectable e incognoscible como esa materia. Y estampan la siguiente frase: ¿Por qué no vemos algo? Según la RAE, porque carece de luz o claridad. ¿En serio Jorge? ¿En serio…
Hablando de contar historias, a todos nos han gustado siempre las aventuras de los Picapiedra: la ambientación, sus respectivas familias, pero sobre todo sus dos protagonistas y sus caracterizaciones. Aunque el segundo ha adoptado el apellido del primero, no siempre es el segundón de esta pareja desastre. A veces el grandote hace lo que le dice el apocado segundo. Pedro Picapiedra es simplote, y Pablo Mármol, más sufrido, es quizá algo más inteligente aunque sigue siendo obtuso. Pero en las historias que nos cuentan ambos mantienen un punto tierno, cándido y entrañable que nos acerca a ellos cuando los vemos meterse en pieles de once varas, y sufrimos con sus vicisitudes y padecemos sus tribulaciones. Reconozcamos que los Picapiedra son dos perdedores. Esa es la única verdad que no debemos perder de vista so pena de acabar confiando en ellos. Cuando en alguna historieta han intentado arreglar algo, sabíamos de antemano que meterían la pata hasta el zancarrón. En su brutalidad, la ficción nos los presenta tiernos, sencillos, ingenuos y con buen corazón, pero no podemos olvidar que en la realidad, en su realidad, no son más que dos picapedreros en una cantera: yabadabadú. Cuando en aquella sociedad primitiva les…
Literatura y realidad… Cuántas veces habremos oído eso de que la ficción supera a la realidad, o que la realidad imita a la ficción. Y quizá sea cierto si prestamos oídos a las últimas teorías científicas, o medio científicas, que apuntan que tal vez nuestro mundo (y nuestros sentimientos y percepciones) sólo sea un holograma de lo que ocurre en otro lugar del universo. Dejémonos de Matrix y vayamos al grano: nos precede una historia que conocemos (o que creemos conocer). Ambientándonos en esa historia elaboramos otras historias. Que nosotros sepamos, somos la única especie animal o vegetal sobre este planeta que es capaz de imaginar historias ficticias. Y digo ficticias pero también somos capaces de idear historias falsas. Que sea el filósofo quien delimite el terreno y las fronteras entre ambas. Nuestras historias inventadas crean expectativas o abren nuevas ideas en otras mentes. Cuando el sapiens sólo contaba con la tradición oral, esas expectativas y nuevas ideas se movían muy lentamente. Desde la invención de la imprenta, y más con la creación de la era digital, esas historias ficticias no diré que corren sino que vuelan sobre las fronteras geográficas (físicas) y políticas (tan artificiales como las historias que…
Esperando un político capaz, como si surgiera por generación espontánea, votamos entre manguanes y charranes: necesitamos el milagro que nos saque de la caída en barrena. Se conocen camareros metidos a alcaldes que lo han hecho mejor que ingenieros y funcionarios de educación que les precedieron. Pero ay si al mesero se le ocurre salirse de su entorno. Otros fueron arrancados de las faldas de sus madres para arropar una lista municipal, y una vez acoplados al nuevo hábitat han reptado a primer edil sin más bandera que la irresolución manifiesta, un inerte dejar hacer, dejar pasar. En política nacional cada presidente de la democracia ha sido peor que el anterior: juzguen ustedes mismos (abstenerse secuaces menguados). El próximo cerrará por defunción… del país. Mientras aguardamos que de los fogones del figón surja una Cenicienta política que demuestre su buen saber hacer, los españoles olvidamos que Cenicienta ya tenía mimbres para brillar, pues era doncella de noble cuna que instruida por su honesta madre supo hacer en palacio. Fue don Quijote quien le dijo a Sancho: «no pidas peras al olmo». (Ahora deberías leer el cuento, aquí debajo). El sistema político español: El político español no tiene currículo práctico. No…
Hace tiempo que Arturo Pérez-Reverte ha dejado de ser santo de mi devoción. (El académico, además de educado, debe parecerlo). Dicho lo cual, añado que me he comprado Línea de fuego, veintidós euros, descuento de mi amiga Mar mediante (gracias Mar, eres un sol). Sólo llevo algo más de cien páginas de las casi setecientas de la novela, pues leo lento porque vuelvo sobre las frases y párrafos que me gustan. Todos los que critican al bocachancla Pérez-Reverte por esta novela (se ve que no tienen «percebes en los huevos» —como los del cabo Selimán al-Barudi— para criticar la novela) deberían hacer esta reflexión: Reverte ha escrito de lo que sabe porque lo ha vivido y tiene noticias propias. En consecuencia la novela tiene sabor a memorias de francotiradores como Záitsev, Pavlichenko o Häyhä. Ahora mismo Reverte es el escritor nacional que más sabe de guerras. Me corrijo: es el único novelista nacional que sabe de guerras como las batalladas en los cuatro primeros quintos del siglo XX. ¿Cuántos españoles de los que critican la novela han oído un tiro en su vida analógica? Pues que se callen esos mojones, que si oyeran uno mientras enfrían el café les cambiaban los…
La semana pasada una mujer vino a mi trabajo y pretendía hacer algo que mi empresa no permite hacer. Después de explicarle, y lograr que entendiera, que existe un reglamento que yo no he redactado y que mi misión consiste en hacer que las reglas se respeten, la chavala me dijo: «Pues esta va a ser la excepción que confirma la regla». Como los absurdos y los anónimos no merecen respuesta, cerré la ventanilla y allí se quedó dando voces al cristal. No era momento de explicarle a esa mujer que NUNCA una excepción confirmará una regla. La frase hecha «la excepción confirma la regla» es una derivación torticera de la frase original. Como ya soy viejo, he asistido en primera fila al deterioro social que ha sufrido esa frase, que en origen era: «La excepción prueba la regla». La subversión de la frase viene porque algunos entendieron el verbo «probar» como sinónimo de «confirmar», cuando en realidad significaba «poner a prueba»: «La excepción pone a prueba la regla… la prueba». Y luego llegó un giro más hacia el horror: «La excepción que confirma la regla», como si toda regla tuviera que soportar una excepción. Con lo que alcanzamos una…
Acaban de otorgar el Nobel de Literatura 2020 a una poetisa… perdón, a una poeta (ahora está mal decir poetisa, qué cosas). Los poemas suyos que he podido leer en la prensa no me gustan, no los entiendo, no me dicen nada. Ignoro si es que soy tonto o soy un insensible, aunque en mi estupidez quiero pensar que soy el niño del cuento El traje nuevo del emperador que todos deberían conocer. No voy a opinar sobre la calidad de unas líneas. Sería de majaderos. A mí no me gustan. A una amiga que entiende de poesía mucho más que yo tampoco le han gustado esos poemas escogidos (que no poesía). Rime o no rime, me guste o no me guste, me parezcan una ristra de palabras que casan sin sentido o sean la quintaesencia del arte, lo cierto es que la señora Glück es la flamante Premio Nobel 2020 de Literatura. Aunque sí me parece vergonzoso que a quien han otorgado tan eximio galardón «Por su inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, convierte en universal la existencia individual», se descuelgue con todo el materialismo que le ha sido posible: «Respecto a mi primera impresión al saber…