La narrativa breve se llama cuento…

11 de enero de 2025 | laaguja

…aunque no toda narración breve alcanza categoría de cuento: algunas sólo son ocurrencias decadentes, como mucho anécdotas ocurrentes. De estas carencias he hablado en otros artículos.

Pero hay cursis y repipis que, quizá por ignorancia, o quizá por creer que caminan con los tiempos (ignaros unos, acríticos otros), se obstinan en llamar relatos a toda narración breve. Y aunque conscientemente lo niegan para no mostrar su estolidez, en su fuero interno asumen que los relatos son lecturas de adultos y los cuentos material infantil.

Como pretendo desjarretar esta malsana costumbre de llamar relatos a los cuentos, incidiré en el asunto desde una nueva perspectiva con la esperanza de meter luz en esos cerebros preñaditos de sí mismos (acríticos) y encantados de haberse conocido (ignaros).

Para darle la utilidad que le corresponde a un libro de cuentos existen tres grandes eslabones:

  1. los autores
  2. los editores
  3. los lectores

He dicho tres grandes eslabones, que son los indispensables para que exista la literatura.

Tenemos el constructor de ficciones, el artesano que fabrica el objeto llamado libro, y el lector de literatura.

Son tres de los cuatro materiales literarios que propugna Jesús González Maestro: el autor, la obra, el lector… y me faltan

  1. los transductores

Usaré como paradigma de este cuarto eslabón al profesor de Lengua Española y Literatura del instituto (transductores también son los críticos, los libreros, los censores, los catedráticos de literatura, y por increíble que te pueda parecer también hace esa función la vecina del quinto cuando te habla de su lectura de anoche).

Pues bien:

  1. Hay autores que no exentos de cierta altivez llaman relatos a los cuentos, pero ellos mismos se dicen cuentistas; ninguno dice ser relatista.
  2. Todos los editores, cuando ofrecen la narrativa breve completa de un autor la titulan «Cuentos completos», nunca Relatos completos.
  3. Jamás un lector ha dicho: «Abuelita, cuéntame un relato»; sonaría artificial y pedante. Siempre hemos dicho y vamos a seguir diciendo: «Abuelita, cuéntame un cuento».
  4. En los colegios e institutos, y en la universidad, los profesores enseñan que el género narrativo se compone de epopeyas, leyendas, cantares de gesta, romances, fábulas, cuentos y novelas. No se enseña relatos por ningún lado.

De verdad que ignoro por qué persiste esa corriente de tercos, porfiados, desnortados, ignorantes, contumaces y recalcitrantes —sedicentes intelectuales— que se obstinan en trastocar la realidad. Tal vez sus vidas grises les abocan al resentimiento continuo… quizá porque quienes llamamos a los cuentos por su nombre aducimos razones, y ellos odian a quien expone razones. Es el signo de los tiempos, los mediocres al poder; lo comprobamos a diario en otras áreas del saber.

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