…aunque no toda narración breve alcanza categoría de cuento: algunas sólo son ocurrencias decadentes, como mucho anécdotas ocurrentes. De estas carencias he hablado en otros artículos.
Pero hay cursis y repipis que, quizá por ignorancia, o quizá por creer que caminan con los tiempos (ignaros unos, acríticos otros), se obstinan en llamar relatos a toda narración breve. Y aunque conscientemente lo niegan para no mostrar su estolidez, en su fuero interno asumen que los relatos son lecturas de adultos y los cuentos material infantil.
Como pretendo desjarretar esta malsana costumbre de llamar relatos a los cuentos, incidiré en el asunto desde una nueva perspectiva con la esperanza de meter luz en esos cerebros preñaditos de sí mismos (acríticos) y encantados de haberse conocido (ignaros).
Para darle la utilidad que le corresponde a un libro de cuentos existen tres grandes eslabones:
- los autores
- los editores
- los lectores
He dicho tres grandes eslabones, que son los indispensables para que exista la literatura.
Tenemos el constructor de ficciones, el artesano que fabrica el objeto llamado libro, y el lector de literatura.
Son tres de los cuatro materiales literarios que propugna Jesús González Maestro: el autor, la obra, el lector… y me faltan
- los transductores
Usaré como paradigma de este cuarto eslabón al profesor de Lengua Española y Literatura del instituto (transductores también son los críticos, los libreros, los censores, los catedráticos de literatura, y por increíble que te pueda parecer también hace esa función la vecina del quinto cuando te habla de su lectura de anoche).
Pues bien:
- Hay autores que no exentos de cierta altivez llaman relatos a los cuentos, pero ellos mismos se dicen cuentistas; ninguno dice ser relatista.
- Todos los editores, cuando ofrecen la narrativa breve completa de un autor la titulan «Cuentos completos», nunca Relatos completos.
- Jamás un lector ha dicho: «Abuelita, cuéntame un relato»; sonaría artificial y pedante. Siempre hemos dicho y vamos a seguir diciendo: «Abuelita, cuéntame un cuento».
- En los colegios e institutos, y en la universidad, los profesores enseñan que el género narrativo se compone de epopeyas, leyendas, cantares de gesta, romances, fábulas, cuentos y novelas. No se enseña relatos por ningún lado.
De verdad que ignoro por qué persiste esa corriente de tercos, porfiados, desnortados, ignorantes, contumaces y recalcitrantes —sedicentes intelectuales— que se obstinan en trastocar la realidad. Tal vez sus vidas grises les abocan al resentimiento continuo… quizá porque quienes llamamos a los cuentos por su nombre aducimos razones, y ellos odian a quien expone razones. Es el signo de los tiempos, los mediocres al poder; lo comprobamos a diario en otras áreas del saber.
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