Al enemigo, en el desierto, polvorones y bacalao

3 de enero de 2025 | laaguja

Los que hemos tenido una infancia complicada —no quiero decir difícil, sólo digo complicada— hemos aprendido desde niños unas nociones básicas del comportamiento humano que quienes han tenido una vida fácil y muelle hasta la adultez no han aprendido.

Ocurre que ahora, esos que han tenido una infancia sin inconvenientes y una proyección dirigida desde juveniles, están gobernando países e instituciones europeas.

Es notorio que estas personas están sin formar: no han madurado a pesar de obtener titulaciones universitarias y másteres. Han trabajado en puestos algodón de los que podían marcharse cuando querían porque no habría consecuencias familiares.

Ahora dirigen naciones e instituciones internacionales, y hacen lo que han hecho siempre: ponerse de perfil y agarrarse a la ubre pública. Y seguirán chupando hasta que se seque.

Un ejemplo práctico: cuando cambias de centro educativo con cierta frecuencia aprendes que es una pésima táctica llegar al nuevo colegio y hacerte amigo del matón.

El matón entiende que eres débil, y acabará usándote… A veces como saco, a veces como felpudo, a veces como cajero automático.

La táctica ganadora es más trabajosa, pero a cambio te llena la vida de emociones: que el matón te tema.

Esta sencilla idea la ignoran muchos presidentes de gobierno y de estamentos públicos, porque su vida ha estado limpia de piedritas y libre de escollos, y desconocen estas sencillas nociones básicas del comportamiento humano. Desde sus cargos públicos han decidido por todos nosotros hacerle lisonjas al matón que ha llegado al barrio.

Curiosamente estos líderes europeos de vida fácil y muelle se alinean con planteamientos idealistas y de izquierdas.

Quienes desde niños hemos tenido que mirar a la vida de frente y con la cara a pocos dedos de sus cuernos, mantenemos planteamientos realistas y alejados de la delusoria izquierda.

La izquierda se ha llenado de pijos —como la derecha, pero los surdos son maripijos o refitoleros— y los que aborrecemos la pijería venga de donde venga, nos alineamos en una forma realista de entender la vida, alejada de ideologías castrantes (en la segunda acepción del término).

Sabemos que al enemigo hay que plantarle cara desde el principio, y no agasajarle con la vana e ilusa idea de que nos aceptará como amigos: en cuanto huele en tu aliento y lee en tus actos que le temes estás perdido. El matón odia a los débiles y sólo respeta a los que son más fuertes que él.

Y es que hay y siempre habrá quienes entienden los gestos de cordialidad como gestos de debilidad. Y conviene pararles los pies en seco y amarrárselos en firme antes de que se asienten, se consoliden y extiendan su mal.

Hay que luchar para ser amo de tu vida y no siervo de la vida de los matones. Nadie ha garantizado nunca que la vida es fácil.

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