««Algo se ha roto dentro del cuento (I)
2)- Falta de autoestima.
Otro motivo que se detecta en cuanto se presta atención es que los propios CUENTISTAS llevan años con la cantilena de que la novela fagocita al cuento. En lugar de ocuparse en potenciar el género, su género, los cuentistas llaman la atención sobre una relación insana entre cuento y novela, entre cuentistas y novelistas, entre editoriales de cuentos y editoriales de novelas. Y lloran… «Es que hay quienes dicen que el cuento es un género menor»… Y han elaborado tesis doctorales promulgando las bondades del cuento en lugar de dedicarse a escribir cuentos –de calidad, obviamente–. Pero escribir cuentos (de calidad) no está al alcance de cualquiera y parece ser que teorizar sí.
Esto me recuerda la fábula de Los dos conejos, que ocupados en establecer lo inane olvidan lo que importa, que es crear cuentos (de calidad, repito), porque el movimiento se demuestra andando, y la validez del género del cuento –si es que algún botarate dudaba de ella– se demuestra escribiendo cuentos (de calidad, insisto).
También se quejan algunos: «Es que se lee más novela». ¡Leche!, alguno debía de tener primacía sobre el otro, que esto no va de paridades artificiales. Dedícate a potenciar tu género y no a quejarte. ¡Es absurdo lamentarse! Ponte a escribir cuentos (de calidad, vuelvo y repito).
Por el mismo motivo que no hay donde acudir para unificar criterios sobre el nombre del género (no existe esa Academia del Cuento de la que hablaba en el artículo anterior) tampoco existe ninguna instancia donde elevar semejante queja, que acaba en el recurso del pataleo: «Es que se mira más para la novela y yo escribo cuento…». Absurdo, ¿no? Dedícate a elevar la calidad del PRODUCTO que sacas al MERCADO.
Pero teorizar es más fácil… porque cuelan los sofismas. Los cuentos febles no cuelan.
Es probable que esto que he tomado como aviso del «inicio del fin» no sea más que una réplica de la inveterada queja de siempre, y que un cándido Ramírez haya sucumbido al plañimiento. Pero algo me dice que esta vez el aviso va en serio. Si el siempre circunspecto Ramírez ha estimado dar un coscorrón al mundo editorial en español será por algo.
Sería irónico que lo que no deja de ser una suerte de profecía autocumplida (negativa) comience a ser el motivo del comienzo del caos cuentístico. «Como se lee más novela, yo dejo de escribir cuento», y provocamos idéntica reacción en el lector: «Como nadie lee cuento, ¿para qué voy a leerlo yo?». La mediocridad y la estupidez no son privativas de ningún subconjunto humano. Entre los escritores también hay estúpidos y mediocres. Y se hacen amigos entre ellos porque se encuentran a gusto entre sus pares oyendo su propio eco, oyes…
Nos dice Sergio Ramírez que el cuento tiene muy buena salud en los EE. UU., y habla de un anuario que recoge los mejores cuentos publicados en unas 400 revistas que hay en aquel mercado.
Ya te he dicho en la entrega anterior que el cuento es el género ideal para este vertiginoso siglo XXI, donde tenemos poco tiempo, y llevamos las tecnologías de la información en el bolsillo. Pero sobre este particular departiré –y repartiré– en otro episodio de esta serie.
Si todos los cuentistas dejaran de quejarse y comenzaran a decir al unísono que todo el mundo lee cuentos, que la salud del cuento es incorruptible, que las editoriales han comenzado a volcarse en la publicación de cuentos, igual la realidad de mañana sería la misma que la de hoy, pero la voz que escuchamos (y la imagen que se traslada), bien seguro que sería otra.
Piensa en esto que te voy a decir: en las plataformas de podcasts (audios, ¡carajo!), las escuchas más celebradas son las lecturas de cuentos. Crecemos, maduramos, y seguimos queriendo que nos cuenten un cuento, no una novela. ¿Por qué el cuento va a gozar de escasa salud?
¿Es que los cuentistas no nos creemos que nuestro género es y será el más demandado? Si somos nosotros los que flaqueamos y comenzamos a decir que no se leen cuentos, pues no se venderán cuentos, luego no se publicarán cuentos y por último a pocos les interesará un género que no se sabe si se llama cuento o relato y que no se encontrará fácilmente en los mercados. Porque escribir… siempre se escribirán cuentos.
Después de analizar la falta de autoestima, en el siguiente capítulo te hablaré de:
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