No existe la AUTOCENSURA

29 de enero de 2023

Lo que llaman autocensura no es más es una elección personal.

La autocensura existe cuando quieres escribir de algo y no lo haces porque te encarcelan o/y te fusilan si lo publicas. Pero si decides no escribir de algo en un país libre y democrático como la España de 2023, no es autocensura, es una elección personal tomada porque se te abre el hongo.

La autocensura no existe en una sociedad libre. Lo que existe son los intereses económicos (o/y de estatus) del escritor que, para mantenelos, le aconsejan no escribir de ciertos temas o no utilizar ciertas palabras.

Autocensura es un eufemismo para decir que no se tienen cojones.

Un eufemismo que sirve como consuelo a los pusilánimes. Como ese dramaturgo catalán que ha distribuido un vídeo escenificando las tribulaciones que corren por su mente. ¡Leche!, escribe sobre lo que quieras escribir que de momento no hay pistolas apuntándote. O como el otro escritor catalán que dijo que le devolvieron libros por escribir «orgasmo» o «corrida». ¡Coño!, si quieres vender esos libros para adolescentes en colegios religiosos ya sabes que si aparecen esas palabras no los van a querer…

No os autocensuráis, que lo que queréis es seguir cacareando en la cresta de la ola.

Yo he tenido un contrato de edición firmado y los editores se echaron atrás en el momento de comenzar a maquetarlo. A la semana de negarse, otra editorial de mucho más prestigio me llamó para publicar mi libro y como fui franco y le conté lo ocurrido con la primera editorial, el editor y propietario se lo pensó y acabó rehusando. Te estoy hablando de mi cuentario CIUDAD PERRO. Y me importa un bledo, un huevo y una mierda que no me publiquen y que no se me conozca y que no gane un chele. Yo escribo de lo que me da la gana y no voy a la cárcel ni me van a fusilar (al menos de momento, hasta que la cosa vuelva a cambiar). Te lo voy a demostrar ahora mismo…

He enviado mi cuento Blusita Roja y las ovejas a varias revistas digitales y alguna en papel. Ni siquiera me han dicho que no se atreven a publicarlo: silencio ominoso; y un par de ellas deben de haber bloqueado mi dirección de correo. Si el cuento te parece excesivo y procaz, te diré que he enviado este otro a una prestigiosa revista en papel con el mismo resultado: Horas extras. Esta historia es más digerible, pero a los que viven plegándose al mainstream no les interesa que se mire desde el otro lado del espejo porque quedan en pelota.

LA PELA ME LA PELA.

Pero como lo que abunda son estos mediocres quejicas, sigue sin hablarse abiertamente de ciertos temas o sin utilizarse sin complejos ciertas palabras. Si todos empujáramos, la sociedad ya habría cambiado. Pero ellos, los cagados y acogotados, son felices diciendo que se autocensuran mientras ponen el cazo.

Que sigan escribiendo de lo que el mainstream les permita escribir. Hoy escriben de rodillas, la semana que viene escribirán a cuatro patas. A mí no me calla nada salvo mis intereses y mis convicciones, como a todos, pero no voy llorando que me autocensuro por culpa de los demás.

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