Los animales no tienen derechos

1 de octubre de 2020

Regalo aquí mi libro de cuentos Ciudad Perro (pincha en el icono de ePub, más abajo), el libro de cuentos que asustó a los editores.

El aserto que titula esta entrada, a muchos les sonará a herejía, pero es compartido por las personas que piensan por sí mismas y que por lo tanto tienen criterio propio: los animales, y por ende los perros, no tienen derechos.

Empero, el vulgo y los que se dejan llevar a pesar de su formación académica acaban pensando lo que les dicen que deben pensar. Pero párate un momento a pensar por ti mismo y lee estas líneas con la mente abierta (shhh… son legión quienes no quieren darte esa posibilidad). Es probable que acabes comprendiendo por qué los animales no tienen derechos. Tranquilo, seguirá anocheciendo a su hora y volverá a amanecer.

En Ciudad Perro, que es sólo un libro de cuentos, explico por qué los animales no tienen derechos. Sólo tienes que (1) bajártelo y (2) leerlo. Si eres de los que se dejan llevar por el mainstream quizá no tengas arranque suficiente. Después de todo leer un libro es cansado. Y leer, si te obliga a pensar, ni te digo. Pero este es un libro de cuentos… ¿Qué daño puede hacerte?

Te dejo abajo del todo (blanco sobre negro, para que te descanse la vista) una muestra de los cuentos que encontrarás en Ciudad Perro (la descarga es gratuita y sin necesidad de dejar datos ni contestar preguntas chorras). Este cuento no formaba parte del cuentario original (que tenía trece cuentos… este es el 13+1). Está escrito al estilo de la inimitable Gloria Fuertes, como homenaje, no como parodia, porque esta cuentista era un espíritu libre y crítico que no aceptaba que le dijeran cómo debía pensar.

Ciudad Perro: sobre la receta del libro Mostrar

Si quieres mantener la cordura en medio de la zozobra social que nos zarandea en esta tormentosa vigésima primera centuria, has de asegurarte lecturas que te pongan a pensar. Te lo dice Murakami: «Si sólo lees lo que todo el mundo está leyendo, sólo podrás pensar lo que todo el mundo está pensando».

Allá tú y tu higiene mental. Pero repito, los animales no tienen derechos: no tienen derecho a la vida y no tienen derecho a la libertad. Te lo explico en el delantal y en el ultílogo de este libro de cuentos, que es donde, en tanto que autor, hablo con el lector… luego cada cuento tiene su narrador, que obviamente no soy yo (pero esto no lo entenderán los acongojados por el mainstream).

Si temes que arrancarte la venda te va a doler (después de mucho tiempo en la oscuridad, la luz duele, ¿verdad?), también te ofrezco una idea que volverá a poner orden en tu sistema de referencias.

(Tranqui, Montag, este libro no lo pueden quemar).

Ciudad Perro   
¿Cómo leer un archivo ePUB?


El gato Karabato
***

(cuento – 1.150 palabras ≈ 5 minutos)
Del cuentario Ciudad Perro

Soy el gato Karabato
y duermo en un zapato
porque soy un gato
pequeño y barato.
Vivo con mi dueño Torcuato,
que me quiere más que al Tato,
y me da de comer en un plato,
porque soy el gato Karabato.

Soy de manto blanquinegro, y me gustan las caricias de mi dueño Torcuato.

Por las tardes nos sentamos a ver la tele y él pasa la mano por mi lomo y yo ronroneo.

Cuando mi amo se marcha me subo al alféizar de la ventana y miro pasar los coches y a la gente correr.

Soy un felino… soy como un tigre… y la casa es toda mía.

A veces camino por el piso vacío, hasta que llega Torcuato, y me asomo al balcón que da a un patio interior. Ahí es donde Torcuato cuelga la ropa a secar.

Del alféizar me voy al sofá, y me tumbo en él y me duermo calentito al resol que entra por el ventanal.

Por la tarde llega Torcuato, que me da la latita de comida en un plato, y me dice:

Toma y cómetelo todo, Karabato,
y luego vete a dormirte a tu zapato
porque eres un gato que sale barato.

Pero después de relamerme, prefiero caminar rozándome con sus piernas.

Torcuato es un chaval muy ocupado. Muchas tardes las pasa hablando por teléfono y frente al ordenador.

Otras sale a jugar al pádel o a correr. Yo le espero sentado en el sofá, decidiendo si irme al alféizar. Algunas tardes voy del sofá al ventanal, pero nunca le veo llegar.

La casa es toda mía, pero me gusta ver la tele con Torcuato. Cuando no ve sus series favoritas, se sienta frente al ordenador y trastea.

A veces me subo a la mesa para incordiarle y él me empuja y me dice:

Ahora no, Karabato,
vuélvete a tu zapato
.

Y yo vuelvo al sofá, que me gusta más para pasar la tarde. A veces voy al ventanal. Cuando se hace de noche, la calle es muy bonita con muchas luces que vienen y van sin parar.

Soy un felino, soy como un tigre… y me gusta vigilar.

En invierno se está muy calentito en casa. Y en verano, para estar fresquito, yo, que soy el gato Karabato, me tumbo en el suelo donde Torcuato seca la ropa.

Ayer he oído a otro gato maullar. Lo he oído por el patio. Y he maullado desde el secadero. Y me ha devuelto el maullido.

¡Qué emoción! He sabido que eran los maullidos de una gatita. Y me he subido a la baranda del balcón del tendedero.

La gatita estaba cerca. Podía olerla. Y ella a mí también. Y he saltado al balcón contiguo. Y luego al otro.

Y he ido a parar donde estaba la gatita.

Qué linda era, de manto rubio y blanco y ojos claros y unos bigotitos que movía con mucho garbo… qué linda. Vaya gatita más bonita la gatita Margarita.

Nos hemos hecho amigos. Y luego he vuelto al piso de Torcuato.

Ha pasado el tiempo, y todas las tardes, en vez de tumbarme en el sofá y dormitar, me iba a ver a Margarita.

Con los meses también nos hemos ido haciendo grandes; a mí Margarita me gusta mucho. Pero mucho, mucho.

Y con el paso de los meses le he hecho cositas muy bonitas en la colita a la gatita Margarita.

Soy un felino… soy como un tigre… y sólo yo juego con la gatita Margarita.

Al cabo de los meses Margarita ha tenido gatitos:

Ahora eres padre, gato Karabato,
y aunque sigues durmiendo en un zapato,
ahora tienes seis gatitas y un gato.

Pero la dueña de Margarita se ha enfadado y se ha deshecho de las gatitas de Margarita y del gato de Karabato. Nos hemos quedado sin gatitas y sin el gato.

Tristes nos hemos quedado, pero como somos gatos, pronto se nos ha pasado.

Y enseguida he vuelto a jugar con Margarita y ella conmigo. Y he vuelto a hacer cositas bonitas tras la colita de la gatita Margarita. Pero la dueña nos ha pillado y me ha tirado un zapato, a mí, que soy el gato Karabato.

He salido corriendo de allí saltando entre los balcones y el ama de Margarita ha sabido dónde vivía el gato Karabato, que soy yo.

Por la noche ha venido a ver a mi amo Torcuato. Estaba muy enfadada. Torcuato ha dicho:

Vale pero tú también.

No sé de qué hablaban, que me he ido a esconder en mi zapato.

Cuando ha cerrado la puerta Torcuato me ha buscado, y me iba llamando campeón. Me ha estado llamando y me ha ido a buscar a la caja de zapatos.

Torcuato me conoce bien. Yo estaba asustado, pero he salido. Y Torcuato me ha cogido y se ha reído, diciendo que yo era un pillín.

Luego hemos visto la tele. Y Torcuato me ha estado acariciando el lomo. Yo diría que Torcuato me quiere mucho mucho.

Por la mañana hemos ido a ver a un hombre de bata verde. He ido en una maletita que tenía una puertita con una rejita en el coche de Torcuato. Por eso no le veía llegar por las tardes, porque llega en coche y lo mete debajo del edificio.

El viaje ha sido bonito. Me ha gustado ir en el coche: desde la bandeja trasera se veía todo pasar, broum-broum para arriba y broum-broum para abajo.

Donde el señor de la bata verde estaba la gatita Margarita, que es tan bonita…

Hemos estado esperando pero luego yo me he dormido. Cuando hemos salido el ama de Margarita y mi amo Torcuato iban hablando y ya eran muy amigos. No estaban enfadados. Margarita iba en otra maletita con puertita de rejita y nos íbamos viendo, pero yo todavía tenía sueño. Luego Torcuato ha invitado a tomar un café al ama de Margarita y nosotros hemos ido en las maletitas con la puertita de rejita… Y yo todo el rato viendo a la gatita Margarita, que es tan tan bonita.

Y allí he oído algo pero no sé qué es:

Karabato está castrado y Margarita esterilizada. Pero a nosotros eso no nos afecta.

Y ambos se han reído con picardía.

Así que yo ahora estoy castrado, que no sé lo que es, pero Torcuato me quiere tanto tanto, y yo tanto a él. Y Margarita está esterilizada y su ama también la quiere mucho mucho. Cuando hemos salido de los coches Torcuato y el ama de Margarita se han mirado y se han reído. Luego paso a verte, le ha dicho Torcuato al ama de Margarita. A mí me ha dejado en mi zapato. Pero me gustará volver a visitar mañana a Margarita para jugar a nuestras cositas, y hacerle cosas bonitas detrás de su colita.

Soy un felino… soy como un tigre, y… me parece que algo no va como antes.

Luis R. Míguez
agosto 2020

Si eres una editorial (no sé por qué tortuoso camino has llegado hasta aquí) recuerda que las pocas visitas de mi blog son casi todas de amigos, por lo que el libro está al alcance de muy poquitas personas.

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