Leyendo en comandita

18 de octubre de 2021

Algunos amigos tengo todavía con los que me escribo aprovechando las NNTT, desde el arcaico correo electrónico hasta el ágil Telegram (por algún motivo el SMS se ha caído de nuestra panoplia). Nos hemos prohibido enviarnos memes y vídeos de chavalas que no son de verdad. Algunas veces hasta nos llamamos por teléfono. Eso sí, si alguno llama es, invariablemente, para invitarme a comer.

Pero a veces llegan cartas (electrónicas) que me provocan una sonrisa lateral. El que ha llegado esta mañana ha logrado que a medida que va pasando la tarde la sonrisa me va llegando de oreja a oreja. Y como no me quito el gesto bobalicón de encima voy a ver si recupero mi serio rictus habitual transcribiéndolo aquí.

Hola amigo:
No me preguntes por qué, ni me riñas, pero he caído en lo que tú más criticabas: me he metido en un club de lectura de cuentos. Llevo sólo unos meses, pero ya voy viendo que entre los lectores del club se dan ciertas afinidades y adherencias. Entrar en estas comunidades cerradas es sencillo, pero ser aceptado de verdad cuesta un potosí. Y si llegas queriendo comentar algo desde el escaso punto de vista literario que alguien como yo pueda tener, te granjeas enemistades que se atreven a cuestionar públicamente tus ideas y tus conclusiones. Pero quedándome callado y observando, me he dado cuenta de que los que más se alteran con mis comentarios a los cuentos que tratamos, tenían el club en plan serrallo, aunque vivieran en el malecón. Les gusta ser el centro de atención de galaxia tan casposa como en la que habitan y todos se conocen. Si llegas tú con ideas novedosas, no soportan que algunas gallinas se giren para mirarte y sonreírte. Pero he seguido callado y observando y me he dado cuenta de que los comentarios del gallo de la quintana siguen un esquema invariable:

1) El cuento me ha gustado.
2) Es un cuento interesante.
3) Está bien escrito.

Como ves, ni un apunte técnico.

4) La escena del chaval buscando la navaja me ha recordado un día en que iba yo paseando por el parque y encontré un enanito con un cucurucho rojo en la cabeza que buscaba algo entre las hierbas; era un día de sol resplandeciente y había algo de brisa que me enfriaba las orejas, por eso lo recuerdo bien; al acercarme a la escena del parque pude ver que el enanito no estaba solo y que había más enanitos con capuchones rojos y barbas blancas; observé que todos tenían anchas espaldas para su tamaño y que todos buscaban algo entre la hierba. Y cuando les pregunté me dijeron que estaban buscando la bolita. Me metí el dedo en la nariz y les hice otra. Se fueron la mar de contentos.

Usa el comentario al cuento para contarnos su vida que a nadie interesa.

5) El final del cuento que hemos leído como que es un poco flojo, cuando llega el padre del chaval y le da un pescozón. Y qué iba a hacer si había perdido la navaja de la abuela, pero claro, a un crío no se le puede pegar. Que se hubiera puesto él a buscarla.

Buenismo melifluo, pero él no tiene hijos, que es del malecón.

6) Bueno, no quiero contar el final que igual otros ven otras cosas, que ya se sabe cómo es esto de los cuentos. Que luego otros ven cosas que los divinos mortales no vemos.


Pullita hacia mí como rival y antagonista. Se cree ocurrente…

Se enrollan como persiana alicantina. Es lo que tú decías. Esto de los clubes de lectura es para mujeres solas o abandonadas, donde lo de menos es el cuento a comentar, ni interés tienen siquiera en aprender a interpretar un poquito de literatura. Estos clubes son fiel reflejo de la sociedad: nadie sabe nada, y menos el que lo organiza. Me metí en él porque ‘pensé que’ encontraría pares con los que crecer en la comprensión y en la interpretación de las lecturas. Pero no existen. Supongo que si alguno había caído por aquí se ha ido enseguida, que es lo que tengo que hacer yo. Si al menos las papagayas que acuden al club estuvieran de buen ver, pero son calandracas que ya han olvidado cuándo fue su último revolcón.

Espero haberte traspasado la sonrisa boba que el email de mi amigo me ha generado y que ahora tú también estés con la cara distendida.

Me alegraré mucho si es así. Saludos.
P.D.: yo estoy en un club de lectura de cuentos virtual y entro y salgo cuando me apetece.

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