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Estábamos hablando de cómo ha cambiado la comercialización de los derechos de autor desde los tiempos de Cervantes y cómo ello ha afectado a los escritores, pasando de ser artistas a artesanos, como el pastelero, el panadero o el zapatero. Tanto vendes, tanto cobras.
En otras artes, pintura o escultura, sólo tiene valor el original de la obra y no las copias o reproducciones. Al músico le pasa como al escritor con las ventas de discos, aunque tuvieron que esperar unos cuantos siglos. La tecnología ha sido la responsable de que la copia de un libro tenga tanto valor como el original, salvo en casos de coleccionismo, en los que sí puede pagarse un monto especial por el manuscrito.
La verdad es que al novato nadie le va a dar esa décima parte, esos cinco mil euros por su primer libro de cuentos. ¿Pero y si algunos autores aceptaran volver al estado inicial donde venden sus derechos por una cantidad fija, pongamos tres mil euros, desentendiéndose del volumen de ventas? Ellos ya habrían cobrado lo que entienden como un precio justo por su trabajo.
Se debería hacer una selección entre los autores noveles —digo noveles y no he dicho jóvenes— para luego superar un escrutinio que garantice una calidad mínima de la obra. Por ese dinero muchos venderían su última obra sin esperar al estadillo de cuentas.
Y ahora querrás saber quién sería el loco que regalaría ese dinero por un libro que lo mismo no vende más de cincuenta ejemplares.
Se trata de cambiar (en parte) todo un sistema que ya está muy asentado. Así que te anticipo que no es fácil porque el sistema ha conformado mentalidades. Pero si los poderes públicos confiaran en la asociación de escritores nacional, ésta sería la encargada de elaborar un elenco de autores a publicar bajo este sistema, siempre que los autores se avengan, por supuesto. Piensa en una acción de mecenazgo. Piensa en un vivero de escritores. Autores que tengan algo que decir. Este sistema debería ser una lanzadera, un trampolín para visibilizar autores noveles que la editoriales patrias no tienen ni tiempo ni dinero con los que apostar por ellos.
¿Pero y el dinero? Ah, quieres saberlo… El dinero saldrá de los derechos que tienen que pagar ciertas multinacionales por beneficiarse de obras escritas, algo que ya se llama el canon. Un dinero que la Unión Europea viene reclamando y que irá a parar a manos privadas que no tendrán más objetivo que aparentar cumplir con unos requisitos dados. Sí, aparentar cumplir para acceder a ese dinero que lloverá en modo subvención.
¿Es culpa de ellos que trampeen un poco para lograr algo de dinero? No, es culpa de quien lo permite. En este caso la ausencia de un sistema de mecenazgo eficiente.
Pero estoy convencido que esta idea, que requiere de muchos ajustes y pulidos, potenciaría autores españoles que tendrán ante ellos el enorme mercado que les ofrece el castellano.
Sí, ya lo sé… Dinero europeo que entra en España ha de atender a las minorías… Pero no si va directamente a una asociación de escritores nacional donde todos estén representados. Si alguien quiere escribir en catalán, en vasco o en gallego está en su perfecto derecho. Se traduce su obra al castellano y esa obra será la que se exponga para el vasto mercado que ofrece nuestra lengua y que no ofrecen nuestras lenguas regionales. Es lo que hay. (patada a seguir)
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