Estoy tratando, por primera vez, de encontrar una editorial para un libro de cuentos al que llamaré CP (lo mismo subo la portada que me han hecho y se acaba el misterio).
Nunca jamás me había interesado publicar en papel. La web y los epub satisfacen mi ego, aunque los lectores son escasos. Y mi agenda de familiares y de amigos, y de amigos de familiares y de familiares de amigos, cumplen a la perfección con mi necesidad de ser leído.
Pero este cuentario tiene un mensaje, y son varias las personas de mi agenda que me han insistido en que intente publicar. Pues bueno, me he dicho, una aventura más.
Lo logre o no, estoy comprobando cómo se mueve este mundillo editorial. De momento me da para dejar aquí cuatro reflexiones a bote pronto.
1) Percibo en el sector editorial cierto rechazo al mundo digital. Es mejor enviar tu trabajo en un arcaico PDF que en un ágil EPUB. Si envías un libro digital levantas recelos. Entendería que un manuscrito en EPUB es mucho más fácil de leer (lector digital, PC, imprimir), y de distribuir a los lectores profesionales.
2) Las grandes editoriales me parecen anquilosadas en el siglo XX, pues piden el envío del manuscrito por correo caracol, eso sí, especifican cómo maquetarlo con el ordenador (fuente, tamaño, interlineado, márgenes…). El ordenador para maquetarlo, pero no para enviarlo, como si anduviéramos todavía con aquellas pantallas de fósforo verde. He llegado a pensar que es un filtro. Si tienes interés, gástate una pasta que a lo mejor no tienes (me viene a la memoria la conocida anécdota de García Márquez con el envío del manuscrito de Cien años de soledad).
3) Hay pequeñas editoriales que son presentadas en revistas digitales como paradigma de abnegación y constancia. Me llama la atención que algunas de ellas alardean sin ambages de sólo publicar obra traducida. Lo acepto, por supuesto: son una empresa privada y tienen todo el derecho a diseñar su filosofía editorial. Pero qué lástima dejar en manos de terceros la búsqueda de nuevos valores. Es una editorial irlandesa, o escocesa, o polaca, la que descubre los nuevos valores entre sus compatriotas; y los nuestros van y los importan. Aunque no me molesta que lo hagan, sí que veo una contradicción en todo ello. Porque hablan de descubrir lo que otros han descubierto. Me pregunto por qué no invierten en descubrir valores en nuestras letras que luego exportarán. Y hasta podrían cambiar cromos luego con noruegos, rumanos o irlandeses. Están llenando el mercado español del ruido que se genera en otros países, y que a lo mejor no es nuestro ruido.
4) Todo este aparato está organizado en torno a la novela. Como sabéis, yo sólo escribo cuentos (y prácticamente sólo leo cuento y ensayo sobre cuento). Que un lector denoste el cuento da la altura de su cultura. Que lo haga un editor… también. Sin embargo, nos empaquetan felices «colecciones de relatos» de países extranjeros y dicen que han descubierto un gran valor con una narrativa comprometida.
A ver si nos enteramos todos: el cuento es el género narrativo por excelencia.
Y se llaman cuentos, no relatos; no existe ningún género literario llamado relato.
Pero también es posible que yo esté totalmente equivocado en todo.
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