Lo que llaman autocensura no es más es una elección personal. La autocensura existe cuando quieres escribir de algo y no lo haces porque te encarcelan o/y te fusilan si lo publicas. Pero si decides no escribir de algo en un país libre y democrático como la España de 2023, no es autocensura, es una elección personal tomada porque se te abre el hongo. La autocensura no existe en una sociedad libre. Lo que existe son los intereses económicos (o/y de estatus) del escritor que, para mantenelos, le aconsejan no escribir de ciertos temas o no utilizar ciertas palabras. Autocensura es un eufemismo para decir que no se tienen cojones. Un eufemismo que sirve como consuelo a los pusilánimes. Como ese dramaturgo catalán que ha distribuido un vídeo escenificando las tribulaciones que corren por su mente. ¡Leche!, escribe sobre lo que quieras escribir que de momento no hay pistolas apuntándote. O como el otro escritor catalán que dijo que le devolvieron libros por escribir «orgasmo» o «corrida». ¡Coño!, si quieres vender esos libros para adolescentes en colegios religiosos ya sabes que si aparecen esas palabras no los van a querer… No os autocensuráis, que lo que queréis es seguir cacareando…
Un año más la FIL de Guadalajara (México) ha abierto también sus puertas digitales para el Encuentro Internacional de Cuentistas. Este año veo la novedad de una inauguración de lujo, con el Premio Cervantes 2017 Sergio Ramírez entrevistado por (un pésimo) Daniel Centeno. Y es que cualquiera que escriba no sirve de entrevistador. Este tipo habla mucho de sí mismo y en un momento dado tuvo que ser cortado por un amable Sergio Ramírez que vio cómo el tipo se perdía en dibujos y era incapaz de recordar la pregunta con la que había comenzado su perorata. Ignoro si Centeno escribe bien (o escribe algo que me guste) pero ser buen escritor no habilita a nadie como buen entrevistador. Han sido muchas las oportunidades que el entrevistador ha perdido de llevar la entrevista por derroteros interesantes para los aficionados al arte de escribir, más centrado en su «yomismo» que en obtener revelaciones magistrales de un primera serie como el nicaragüense. Las siguientes entrevistas son las tradicionales del Encuentro Internacional de Cuentistas, conducidas por un siempre voluntarioso Alberto Chimal, aunque soso, distante y dubitativo en grado superlativo. Pero cada uno somos como somos y el Encuentro tampoco exige mucho más que…
No es lo mismo que des tu opinión sin que te la pidan a que la des tras una petición. Voy a explicártelo porque me acaba de pasar. Si aventuras tu opinión sin que nadie te la haya pedido has de saber que te expones a la crítica. De hecho la crítica es buena porque fomenta el intercambio de opiniones, el debate y hasta la discusión (antes discutir no era reñir, hoy no estoy tan seguro). Supongamos que expones tu opinión en una columna de un diario o semanario, en una revista, en un blog… o en una reunión: tertulia, foro de debate, charla… No puedes pretender que todo el mundo diga amén. Existe una etiqueta para mantener unos cauces civilizados que fomenten el debate y la discusión, pero en los tiempos que corren se sobrepasan y todo acaba en disputas y riñas. Es el riesgo de los tiempos. Más pausado es que expongas tu opinión por escrito. Al menos pones distancia entre los receptores de tu mensaje. Internet era una buena herramienta para el debate pero la han pervertido, al igual que los tertulianos con sus gritos han pervertido los programas de opinión. Quien más chilla es el que…
Voy perfilando los tipos de cuentos que no me gustan: cuentos de los que huyo. Hoy llega el séptimo, después de detallar los cinco primeros y del sexto tipo que aborrezco. 7) Cuentos cotilleo, que me estomagan… Cuentan la vida de un personaje, dando detalles sobre su personalidad e incluso entrando en intimidades. El cuento viene a ser una narración de lo que en técnica de guiones se llama la biblia del personaje. Suelen estar contados en tercera persona, lo más fácil en este caso para el autor, a modo de «biblia». Mientras que se dejan leer, la relación de datos parecen avanzar hacia algún punto en concreto. Pero no encontraremos un final. Este tipo de cuentos SÓLO cuentan la vida del personaje. Nada más. Es como si el narrador despellejara a una persona conocida. Pero el cuento no es más que ese cotilleo, porque no hay final. Para darle apariencia de cuento terminan presentando a ese personaje enfrentado a un conflicto, pero el conflicto no se resuelve. Queda a cuenta del lector darle un final porque la autora no ha sabido concluir, o no se ha atrevido a finalizar la historia que había comenzado a esbozar. Y finalizan con…
El pasado mes de diciembre he dejado aquí cinco tipos de cuentos de los que huyo. Por ende, huyo también de los cuentistas que los escriben. Porque han tomado a modo de estilo una forma feble de escribir cuentos y ya no saben salir de ese corsé. Hoy voy a añadir los cuentos sonajero. Antes voy a recordar aquellos cinco: Cuentos novela Cuentos estampa Cuentos frankestein Cuentos sin final Cuentos chicle Cuentos sonajero Son cuentos sonajero aquellos que no cuentan nada pero que resultan eufónicos. Son un embeleco que para los más contentadizos supone un embeleso: el mismo embeleso que suscita una tiza en un tonto. Borges era un artífice nato de cuentos sonajero. Cuentos en los que no cuenta nada pero que en la mente del de la tiza suenan perbién, que dicen por Asturias (superbién). Y le adoran y le reverencian porque como no han entendido nada creen que el otro ha contado algo que no son capaces de entender o percibir, y entonces hablan de lo culto que era Borges. Y sí, era culto y repartía tizas, porque la mayor parte de sus cuentos son cuentos sonajero (alguno tiene muy bueno).
El cuento, por su extensión, puede hacer giros, contorsiones y estiramientos que a la novela, precisamente por su extensión, le están vedados. Lo corto es útil donde lo largo es inútil… o in-útil. Ya he hablado en otras ocasiones de los finales en los cuentos: a ver si hoy rizo el rizo. Hay cuentos con dos finales, uno detrás de otro. Tienen un final como a cuatro quintos (4/5) de la última palabra que cierra el texto y hay un segundo final (quizá inesperado) en la última frase, que va en otra dirección. Otras veces es un final seguido de un epílogo (que funge como final). Y otras, el segundo final es un giro de tuerca, un apretón que salta la rosca y nos deja descolocados. El epílogo a veces explica el final, a veces lo matiza, y otras veces es una simple extensión, una coda como en la película Desmadre a la americana, cuando se nos detalla el futuro que le espera a cada personaje, como si fueran seres reales que tendrán un futuro después de la historia contada. Los cuentos con doble final son difíciles de conseguir. No abundan los cuentos con final dual, y hay que estar…
Hoy, porque lo dicen los de la UNESCO, se celebra el Día del Libro, así en mayúscula porque es el nombre de la supuesta festividad. Si le preguntamos a cualquier profesor de literatura de un colegio o un instituto por qué hoy se ha elegido como Día del Libro, quizá un 30% acierten la respuesta. El resto quizá sepan quién ha hecho la carátula del último videojuego de los Pokemon, pero de libros no andarán muy puestos. Pero ese 30% sabrán la respuesta que la UNESCO ha comercializado. Pero es que en la UNESCO hacen como los de Hollywood: no permiten que la realidad les mate la ocurrencia. Miguel de Cervantes murió el 22 de abril de 1616, y no el 23 de abril. Quien sí murió el 23 de abril de 1616 fue Inca Garcilaso de la Vega. ¿Y el inglés? Ese murió el 3 de mayo de 1616. Los nuestros no le esperaron y le dejaron tirado en este perro mundo. Pero entonces, ¿cómo es que los personajes de la UNESCO tienen tamaño error? Pues porque nos regimos por el calendario gregoriano desde 1582. Los ingleses, que siempre anduvieron a uvas, no adoptaron el actual calendario gregoriano hasta…
Pertenezco al gremio de escritores por decisión propia. Pero soy rara avis in terris. Me da pereza (que dice la juventud ahora) publicar y tener que empezar a culebrear en el mundo editorial. Si pudiera hablar directamente con el editor… pero hay demasiados intermediarios voraces con afán crematístico en ese mundillo. Igualmente soy rarito porque no me dejo convencer por los últimos postulados del gremio. Cualquier día me echan de la asociación a la que me honro en pertenecer. Mas espero que entre literatos que defienden a capa y espada (es un decir) la libertad de expresión no se siga la moda actual de acallar la voz discordante… amordazarla mejor, si ello es posible, siendo lo óptimo ahogarla y acabar con la fama de su propietario. De momento mantengo mi criterio propio pero noto afiladas miradas de reojo cuando pongo en tela de juicio las nuevas reivindicaciones corporativas y hasta europeas. Voy a mostrar una de ellas. Con la última voz se pide equiparar la propiedad intelectual con la propiedad material. La reivindicación fue acertada en origen y con ocasión de esa campaña me sumé al gremio invitado directamente por el presidente, que lo está haciendo perbién, aunque está metido…
Enriquete, de niño, pastoreaba ovejas. Guiaba una cabaña de más de doscientas reses. Cierta anochecida hizo un experimento, con el rebaño manso en el redil de montaña. El ganado rumiaba hacinado y se mecía en silencio. La catinga embotaba el olfato de Enriquete el niño. Se agachó tras las ovejas cercanas e imitó un balido. Tras balar dos veces, una oveja, en el centro del rebaño, baló… Y Enriquete el pastorcillo no tuvo que esperar para que otra oveja devolviera la voz ovina. Al cabo de un rato el rebaño balaba aquí y allá, y un momento después el balido colectivo se hizo ensordecedor y la cabaña se agitó en desorden para no ir a ninguna parte. Tras unos minutos, tan rápido como había comenzado, el griterío cesó. Los humanos estamos ovinizados con la comunicación tecnológica. Alguien da una voz y pronto otro responde, y al cabo de un rato hay una marea de balidos. Nos proponen firmar un documento en esa web que acapara direcciones de correo electrónico –con sabe dios qué propósitos– y a nada que se mueva por email, redes y mensajería, pronto hay más de mil firmas sin saber bien qué están firmando. Tengo como afición…