SARS-CoV GIL Aparecieron varios cadáveres en sus camas. A medida que avanzaba el día, se descubrían cadáveres en las esquinas y los portales. Por fin se les vio derrumbarse en plena calle. El virus se cebaba en los estúpidos y en los gilipollas, que olvidaban respirar. Racismo racista Los menas le cerraron el paso en la acera y entre los coches. Querían su móvil y sus zapatillas, pero dio un silbido. Del edificio bajaron compañeros con patas de cama, tacos del billar, cinturones, alguno con un extintor… Tras la sarracina sólo se escuchaban ayes llamando racistas a los estudiantes.
«Toda la intrincada cuestión del arte de contar está gobernada, a mi juicio, por la cuestión del punto de vista, es decir, de la posición en la que el narrador se encuentra respecto a la historia». Ringgold Lardner, cuentista
«Había una idea difundida entre todos los cuentistas norteamericanos de que (los cuentos) debían ser construidos alrededor de una trama y la absurda noción anglosajona de que debían tener una moraleja, elevar al pueblo, hacer mejores a los ciudadanos, etcétera. Lo que yo creía que se necesitaba era forma y no trama, que era algo mucho más evasivo y difícil de alcanzar.». Sherwood Anderson, cuentista
«A veces no sé si soy real, si existo o si soy un personaje de alguna de mis obras». Francis Scott Fitzgerald, cuentista
«De qué sirve vivir, si no se puede escribir, si no se puede hacer el amor». Ernest Hemingway, cuentista
Abrir los ojos y mirar, o mejor escudriñar, lo que está ocurriendo a nuestro alrededor va a ser muy útil al escritor de cuentos. Un buen filón lo encontramos en todos esos discursos ani-eco-femi-homo-raciales que proliferan merced a las nuevas tecnologías. Cualquier seco mental puede soltar un mensaje en busca de relumbrón personal y apoyo corporativo del mainstream. No siempre la ideología buenista es formalmente válida, y algunas ideas de bombero trasnochadas nos llevarán a la ruina de la civilización. Pero ahí está el escritor de cuentos para extraer lecturas y proyectar escenarios distópicos y postapocalípticos. También los cuentistas realistas pueden nutrirse de sinsorgadas buenistas para presentar paradojas, contrasentidos y despropósitos sociales en formato cuento. Desordenados mentales que ni saben decir en qué siglo viven tumban estatuas de Colón por algo que les han dicho que ocurrió hace cuatrocientos o quinientos años… Indignaditos con su propia vida gris prohíben obras maestras del séptimo arte… Quien se atreva a comer carne es un apestado (bueno, esto es muy viejo; llegaremos a pagar bula al Estado para comer carne… en forma de impuestos)… Cualquier chupacerumen puede ser un ofendidito que te obligue a cerrar el blog (aquí sigo, chupacerúmenes) o que se…
(1) Cada vez que alguien señala (principalemente) en Facebook que cierta persona incita al odio, lo hace incitando al odio contra esa persona. (2) Cada vez que alguien alardea (principalmente en la cloaca en que se ha convertido Facebook) de ser tolerante, indefectiblemente mostrará su intolerancia contra cualquier comentario contrario a su credo ideológico. (3) Cada vez que los anteriores exponen en público que repudian la violencia, lo hacen con expresiones vehementes, crispadas y violentas. ¿De dónde han salido todos estos animales? ¿En qué cueva estaban retenidos tantos orcocerontes y orcocerontas? Eso sí es un misterio.
En Rebelión en la granja, de George Orwell, todos los animales fueron instruidos en la mecánica de la lectura por los cerdos que gobiernan la granja, y que según cuenta la leyenda simbolizan el régimen comunista. Pero los animales apenas tienen con qué practicar la lectura y en consecuencia su comprensión lectora es deficiente. De esta manera los cerdos comunistas tampoco fomentan el pensamiento crítico individual y se aprovechan de ello y de que la memoria colectiva es feble para gobernar a todos los animales. Así, los siete Mandamientos aprobados para favorecer el bien común van sufriendo leves matizaciones hasta conformar un ideario diferente al que se propugnó cuando comenzó la rebelión en la Granja Solariega (Manor Farm) que todos apoyaron. Orwell tuvo el buen tino de ocultarnos el octavo y un noveno mandamiento que se han descubierto buceando entre sus manuscritos. Hoy te muestro cuál era ese noveno Mandamiento de los animales: Todos los animales tenemos que ser tolerantes con los demás animales. Pero este noveno Mandamiento animal también tuvo necesidad de ser matizado por los arteros y torticeros cerdos comunistas: Todos los animales tenemos que ser tolerantes con los demás animales que piensen igual que nosotros. Si alguien…
En Rebelión en la granja (1945, George Orwell), el cerdo Bola de Nieve, ayudado por un cerdito gordo llamado Chillón, de mejillas redondas, ojos expresivos, movimientos ágiles y voz estridente había escrito los Mandamientos de los animales en la pared alquitranada de detrás del establo. Siete eran los Mandamientos, como recordarás, y una vez escritos en la pared, podían leerse desde treinta metros de distancia. Los Mandamientos fueron sufriendo leves matizaciones que explicaban el alcance de cada uno. Pero lo que no nos dijo Orwell es que había un octavo Mandamiento: Todos los animales tienen libertad de opinión. Y que al final, cuando la Granja Solariega (Manor Farm), es dirigida con mano férrea por el bien de la comunidad, ese octavo Mandamiento se matizó para su mejor comprensión por los animales. Todos los animales tienen libertad de opinión para opinar como nosotros opinamos. Pero con la canícula de estos días no tengo claro si esto ocurría en la Granja Solariega o en el Solar Hispano, donde la leyenda dice que los cerdos gobernantes simbolizan el régimen comunista.