El 23 de diciembre pasado, el profesor Jesús González Maestro, en su canal de YouTube (minuto 10:20), invitaba a quien quisiera a participar en un simposio que tenía como eje la Crítica de la razón literaria (CRL), el sistema basado en la tradición literaria hispana para análisis, crítica, estudio y comparación de textos literarios que él mismo ha construido a lo largo de veinticinco años.
Como sabes, sigo su canal en la plataforma de vídeos universal. Este catedrático ha puesto palabras a cuanto me displacía en literatura y me ha proporcionado unas bases sólidas para enjuiciar y analizar aquello que me desencantaba.
Sabes que además de cuentista soy rolero, y los mitos de Cthulhu es un universo recurrente en las mesas. Me gustan las partidas ambientadas en estos mundos tenebrosos, sobremanera el español Cultos Innombrables. Pero con los cuentos de Lovecraft… mi mente analítica era intolerante a ellos.
Los leía y bueno, bien, vale, sí… Pero una vez terminada la lectura, salvo La sombra sobre Innsmouth, los demás cuentos y noveletas son leer y olvidar. Con Poe, otro tanto salvo tres cuentos que recuerdo ahora. Lo mismo con Borges, al que sólo le reconozco media decena de cuentos óptimos. Los demás son puxarra, que dicen en Asturias.
El profesor González Maestro me ha explicado con las clases de literatura que imparte en la universidad de Vigo —clases que graba y publica en su canal— los motivos de la insatisfacción que me producen estos cuentistas de la anglosfera, el pedantesco Borges incluido.
En agradecimiento, he querido participar en el simposio con una ponencia propia. He estado treinta días planificándola, escribiéndola, corrigiéndola, puliéndola, afinándola…
No ha podido ser. Tras registrarme en la plataforma del congreso (que no del simposio) vi que sólo pedían un resumen de la ponencia; la envié antes de la medianoche. La denegación llegó en menos de media hora: entró en mi correo electrónico a las 00:10 del domingo 26 de enero. No parece realista que haya alguien de guardia a la medianoche del sábado para recibir propuestas de ponencias para un congreso de literatura.
Un sedicente comité científico firma el rechazo de mi ponencia sin leerla (de ahí su falta de rigor científico), atendiendo sólo al resumen que he remitido: «no se corresponde con los planteamientos ni con el contexto académico del congreso». Me invitan a modificar una serie de puntos que no explicitan porque desconocen el contenido. Muy torpe soy escribiendo, que ni la curiosidad he sabido despertar en este comité de eruditos de medianoche.
Es lícito sospechar que se trata de una respuesta automática.
Da la sensación de que esta gente de la universidad ha creado un clan, una cofradía bunquerizada donde no aceptan desconocidos.
Número uno: el congreso lo organizan una serie de universidades españolas y socios interesados en que se lleve adelante. Supongo que todos se responsabilizan comanditariamente de lo que pueda ocurrir… pero al ser un congreso virtual, ¿qué puede salir mal? ¿A quién reclamar si te han excluido sin leer tu ponencia? Y en definitiva, ¿a quién le importa tu pataleo? Organizan para ellos y sus colegas. Se exige pedigrí…
Número dos: hay que pagar 170 euros para exponer… salvo si eres cofrade, que entonces la participación es gratuita. No ha estado nunca en mi ánimo darles esa cantidad. Pero quise aportar mi trabajo para que alguien lo leyera porque pienso que les puede ser válido lo que muestro.
Y número tres: la comentada recusación inmediata de la ponencia sin leerla. Que no digo que mi aportación tenga calidad académica, pero cuando menos pudieron hacer el paripé de solicitármela, fingir que la leían, y denegarla al día siguiente.
Pero si es un clan hermético, ¿para qué González Maestro se toma la molestia de invitar a participar a quien quisiera? ¿Sería sincera su invitación?
Quizá ni haya sido informado. Quizá esté feliz en su sitial. ¿Para qué molestarle? Quizá tiene validos que le mantienen ausente de la realidad.
Como en esta bitácora no manda el excluyente club de catedráticos, en dos semanas subiré mi ponencia. Que sigan con la ronda de los canes cuando se juntan. Los chusqueles con pedigrí actúan de igual forma.
Ignoro si lo que aporto les abrirá alguna idea, pero para que veas la calidad de otras ponencias, mañana tendrás aquí una contraargumentación a una intervención en el simposio de la Crítica de la razón literaria que versa sobre cuentos porque es aberrante el análisis que hace un erudito, y que yerra por seguidista.
Tengo observado que todos estos analistas, cuando se ponen a escribir cuentos, paren cuentos zombi, pero son capaces de opinar sobre las intenciones de los cuentistas como si supieran escribirlos. Mañana más…
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