He aquí la ponencia que desdeñaron

22 de febrero de 2025 | Luis R. Miguez

Como te he prometido la semana pasada, aquí tienes la ponencia que me rechazaron sin leerla en el congreso de literatura en el que he querido participar.

Por supuesto la tengo en un archivo PDF, pero no me apetece ponértelo fácil y me voy a tomar la molestia de pasarla a HTML, espero que sin mucho esfuerzo. Bueno, a lo mejor cambio de idea y luego te dejo un enlace al archivo PDF. Si al final rula por ahí sin mi consentimiento, y si alguien piensa que puede servir de algo, eso que ganamos todos.

Como siempre que te dejo un texto de lectura, para que te descanse la vista te lo pondré blanco sobre negro. Luego no me digas que no te cuido, chavala.

El género del cuento y la Crítica de la razón literaria

Para el simposio Teoría de la literatura, CRL e innovación investigadora en los estudios literarios, del 31 de enero de 2025, dentro del II Congreso Internacional de Estudios Literarios
Rechazada sin leerla por un sedicente comité científico el 26.01.2025

Es necesario que comience mi intervención pidiendo disculpas y solicitando su indulgencia. Disculpas por no conocer sus usos y costumbres para la presentación de este trabajo. Indulgencia por los errores que voy a cometer al no manejar con precisión y soltura su vocabulario académico.

Agradezco el esfuerzo constante del profesor don Jesús González Maestro en difundir sus conocimientos gratuitamente y urbi et orbi (si se me permite el latinismo) a través de la plataforma universal de vídeos. Con su trabajo se demuestra que la vía universitaria no es la única vía para adquirir conocimientos válidos. Aunque bien es cierto que sus enseñanzas son de alto nivel académico.

Sin más dilación, y con el permiso de ustedes, comienzo mi exposición; antes les muestro la estructura de esta intervención:

  1. Delantal
  2. El nombre del género
  3. Cuento en la hispanosfera y el relato de la anglosfera
  4. Definición de cuento
  5. Diferencias de la narrativa breve hispanosférica y anglosférica
  6. El deterioro de nuestra narrativa breve
  7. El origen del deterioro
  8. Motivo de la intervención
  9. Propuesta final

1. DELANTAL

El género narrativo del cuento ofrece bondades para ejercer la crítica literaria que no puede ofrecer la novela. Un cuento puede leerse, compartirse y confrontar su crítica con un amigo en el tiempo que media entre la comida y la merienda. Esta facilidad no es baladí si buscamos ejercitarnos o ejercitar a otros en las lides de la crítica literaria. Los cuentos también cobran relevancia si consideramos que buena parte del corpus de muchos escritores son cuentos, sobre los que no conviene pasar sin prestarles la debida atención.

Estoy convencido de que el género del cuento alberga muchos otros valores que beneficiarán a la ciencia de la crítica literaria.

En las grabaciones que he seguido del profesor González Maestro he comprobado que le ha dedicado muy poco metraje al cuento. Quiero hacerles ver la importancia del que considero el género narrativo por excelencia, aunque sea breve.

No voy a hostigarles con la historia del cuento desde las míticas profundidades de las cavernas paleolíticas a las alegales profundidades de la Internet actual porque ya la conocen. Tampoco voy a ofenderles con la cantilena jeremíaca del nulo predicamento que tiene el género entre lectores y editores.

Las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran. Perogrullada esta que displace a idealistas y posmodernos. Debemos afrontar la realidad siendo conscientes de nuestras posibilidades.

En este trabajo mostraré pruebas del deterioro literario del cuento. Es posible que, por semejanza, alcancen a ver los motivos de la erosión que ha llevado a la pérdida de valor literario de cuanto se escribe hoy en día, poemas y novelas incluidas. Y terminaré con una propuesta.

2. EL NOMBRE DEL GÉNERO

Antes de comenzar fijémonos en el nombre del género: cuento. El nombre de las cosas acaba formando parte de ellas. Al cuento, por motivos que no interesan ahora, le escatiman su nombre verdadero, lo cual lleva al género al ninguneo primero y al desprecio después.

Al cuento, aquí y ahora —en España y en la tercera década del siglo XXI—, se le dice relato. En lo que llevo investigado, se llamaba relatos a la narrativa breve (el cuento) ya en los años setenta. Pero se utilizaba relato con propiedad: como hiperónimo.

Relato es hiperónimo de novela, de biografía, de crónica o de reportaje, por cierto, géneros periodísticos, estos últimos. Nos ha enseñado el profesor González Maestro que biografía y ensayo no son géneros literarios al carecer del elemento ficción. Pero sí son relatos.

He constatado que muchos llaman relato al cuento en busca de autoestima al diferenciar la narrativa breve para adultos de los cuentos infantiles. La temática infantil se aborda con cuentos. Empero, existen cuentos eróticos, cuentos de terror, cuentos bélicos, o cuentos de ciencia ficción… temáticas que un niño no alcanzaría a entender.

El hiperónimo relato fagocita al hipónimo cuento, y esto inquieta desde el momento en que la fiebre se ha extendido a escritores hispanoamericanos que siempre lo han llamado cuento con orgullo.

Voy a mostrar como, a pesar de que todos en España insisten en llamarlo relato, todos acaban llamándolo por su verdadero nombre… cuando tienen que darse con un canto en los dientes.

De los cuatro materiales literarios, personalicemos la obra en el editor, quien transforma “la idea” del autor en el objeto llamado libro. Como se colige de la legislación sobre derechos de autor, el concepto de obra va más allá del manuscrito o dactiloscrito.

Personalizados, pues, los materiales literarios en el autor, el editor, el lector y el transductor, comprobamos que todos (en la intimidad, como apostilló alguien) los llaman cuentos.

  • Cualquier autor de relatos predicará de sí mismo que es un cuentista. Porque no existen los relatistas.
  • El editor habla continuamente de relatos. Pero titulará cuentos completos cuando quiera vender los de Clarín, Pardo Bazán o Aldecoa.
  • Jamás ningún lector ha dicho nunca: «Abuelita, cuéntame un relato». Sonaría artificioso y pedante no decir “cuéntame un cuento”.
  • Un profesor de instituto, transductor docente, enseña que el género narrativo lo componen epopeyas, leyendas, cantares de gesta, romances, fábulas, cuentos y novelas. No existe un género literario llamado relato.

¿Por qué entonces alguien como C.C., que estuvo invitado en la FIL de Guadalajara como escritor de cuentos; que predica de sí mismo que es un cuentista; que se ufana de que cierta editorial le ha publicado sus cuentos completos; que siempre le pidió a su abuelita que le contara un cuento; y que en el instituto enseña a sus alumnos que cuentos y novelas forman parte del género narrativo; por qué C.C., insisto, llama relatos a los cuentos? Pero en México dijo cuentos…

Esta disparatada moda es el primero de los grandes males (de seis que he identificado) que debe enfrentar el cuento para su restitución literaria. Con el agravante de que le hostiga fuego amigo. Si alguien entra en una librería y pide relatos, puede salir con un recetario de cocina de un cocinero dicharachero que cuenta historias divertidas entre plato y plató. Pero sus historias no son cuentos, ni siquiera son literatura; son monólogos cómicos. Quédense con esto: la filosofía de los monólogos cómicos (stand up en su idioma original) es “yo te cuento, tú te identificas”. Volveré sobre este principio aplicándolo a la patraña.

Al mezclar cuentos con relatos se nos cuela en nuestra cultura hispana el estilo propio de la narrativa corta en la anglosfera.

3. CUENTO EN LA HISPANOSFERA Y EL RELATO DE LA ANGLOSFERA

Como enseña el profesor González Maestro, la literatura en español está escrita para mostrar al lector el engaño al que le abocan las apariencias, mientras la escritura de la anglosfera (ante todo comercial) busca entretener el tiempo y distraer el ánimo seduciendo con emociones.

Entendemos que hispanosfera y anglosfera ni son ni pueden ser esferas estancas. Se relacionan dialécticamente: se influyen, se rozan e intersecan: tenemos escritores nacidos en la cultura de la hispanosfera que gustan escribir al modo anglosajón. Explica María Elvira Roca Barea, en su crónica histórica titulada “Fracasología”, que la tendencia de nuestras elites intelectuales a la oikofobia comenzó en 1700.

Igualmente encontraremos escritores nacidos en territorios intervenidos por la anglosfera que gustan de escribir al sabor hispano.

Ciñéndonos a la narrativa breve, existen tres movimientos literarios muy apreciados al otro lado de la frontera idiomática que tienen sabor hispano: el gótico sureño, el dirty realism y la grit lit. Los tres enseñan al lector la nuda realidad, desengañándole de trampantojos, mostrándole trampas y encerronas que le tenderán en la vida. Les remito a dos cuentos de Flannery O’Connor: “La buena gente del campo” y “Un hombre bueno es difícil de encontrar”, en cuyos finales late nuestra tradición hispanogrecolatina. O “Reunión familiar”, de Bonnie Jo Campbell.

No es casualidad que estos tres movimientos literarios surjan en territorios que estuvieron intervenidos por la hispanosfera durante un par de siglos. El gótico sureño se inicia en los estados del sur; el dirty realism surge en el medio oeste y sur del país y arraiga en la costa oeste; la grit lit se da en los Apalaches, cordillera que hunde sus raíces geográficas en lo que fue la Nueva España y su área de influencia. Es lícito pensar que algo permanece allí de nuestra cultura hispana, y que sus escritores perciben, aprecian y ponen en valor.

Permítanme dos detalles que gusto destacar. Ni el nombre de los caballos mustang es inglés, que el vocablo proviene de los caballos mesteños, el ganado de La Mesta. Ni el blackjack es un juego genuino americano. Cervantes nos dejó las reglas de la veintiuna en el comienzo de Rinconete y Cortadillo tres siglos antes de que existieran los casinos de Las Vegas… topónimo hispano. Desde Florida hasta Oregón (que proviene de Aragón), proliferan los topónimos hispanos. Nos fuimos pero dejamos soterrada nuestra cultura. Y les gusta aunque renieguen de lo hispano. Igual que los materiales literarios con el nombre cuento.

Merece la pena hacer un esfuerzo para desenmascarar este maquillaje de productos originalmente hispanos que el mundo anglosajón exporta al orbe como si fueran genuinos suyos. Porque son nuestros. Porque se apropian de ellos por enajenación debido a nuestra dejadez, desidia y desconocimiento. Como nosotros no hacemos nada, ellos lo van consiguiendo (y perdón por el presente continuo, pero es que lo hacen constante y continuamente).

El blackjack que con tanto glamur nos sirven las películas estadounidenses es la veintiuna española. Por cierto, que el cine tampoco es un invento estadounidense. Y aunque pasa por francés, está documentado que la pareja de hermanos lumbreras aprovecharon el concepto de un sacerdote español para patentar su invento.

Disculpen esta digresión y retomo el hilo declarando que este continuo maquillaje anglosajón ha intervenido el mundo del cuento.

El cuento literario tiene origen hispano: la génesis va del Conde Lucanor (siglo XIV) y su Sancho Panza particular, el leal Patronio, hasta Cervantes, padre del cuento moderno. Pero para lidiar con la anglosfera por el cuento, antes vamos a definir qué es cuento.

4. DEFINICIÓN DE CUENTO

Existen definiciones de cuentos comparativas y definiciones técnicas. Una definición técnica de cuento ha de ser necesariamente exhaustiva. Aquí, por eficiencia y agilidad, vamos a manejar una definición breve: el cuento es la narración en pocas páginas de una historia coherente, independiente y concluyente.

Los diccionarios consultados dicen que poco es “menos de lo esperado” o “una cantidad pequeña de algo”. No pidan medidas exactas en literatura. Un soneto son catorce versos… pero se admiten estrambotes.

Decía Meliano Peraile, maestro de cuentistas, que el cuento ha de tener entre tres y diez páginas. No erraba mucho el cuentista conquense, siempre que entendamos que los límites en literatura no son rígidos.

Abundan las definiciones que comparan el cuento con la novela, pero no pasan de ocurrencias. Cortázar estableció una identidad entre cuento y fotografía, y entre novela y película. La boxística, que asemeja el cuento con el nocaut y la novela con la victoria por puntos, creemos recordar que es del cuentista argentino Abelardo Castillo, pero se la endosaron a Cortázar cuando la reprodujo olvidando citar la autoría.

Empero, hay una muy válida definición comparativa que le escuchamos al mexicano Eduardo Antonio Parra, quien sí citó la fuente original, reconociendo que se la escuchó a David Toscana: “El cuento narra la historia de un asesinato; la novela narra la historia del asesino”.

Una precisa comparación, pues el acontecimiento constituye un elemento del cuento, como bien detalla Guadalupe Arbona en su obra “El acontecimiento como categoría del cuento contemporáneo”.

Un cuento tiene que contar algo que ocurre. Si no cuenta nada, no es cuento. Y contar lo que todo el mundo sabe es otra forma de no contar nada. Es el caso de “Infierno”, relato de M.C. publicado en una prestigiosa revista-web española impulsada por un conocido novelista español contemporáneo. Si lo hubiera escrito en los años setenta del siglo XX hubiera tenido un valor encomiable. Pero contar en el siglo XXI que un cura es rijoso, homosexual, pederasta y adúltero para presentarse como meritoria ante una ideología concreta, es muestra del esterquilinio por el que algunos autores arrastran el cuento hoy.

5. DIFERENCIAS DE LA NARRATIVA BREVE HISPANOSFÉRICA Y ANGLOSFÉRICA

¿Pero qué tiene que contar un cuento? Pues una enseñanza, que no moraleja. Puede ser una enseñanza amoral. La tradición hispana cuenta para llevar al lector al desengaño y advertirle de las asechanzas con que otros congéneres le acecharán en la vida.

Los “relatos” de dulzor anglosajón carecen de acontecimiento. Y cuando lo tienen, no resuelven el conflicto que genera. A esa forma de relatar (que no de contar) le llaman short story, y en los Estados Unidos goza de tanta popularidad que existen revistas especializadas en todo el país. La industria editorial española siempre ha llamado noveleta a la short story. Una noveleta tiene todas las características técnicas del cuento salvo la concisión, por lo que se irá más allá de las diez páginas.

Valiéndose de lo lato y lo laxo de la short story los anglosajones llenan sus historias cortas de emociones, sensaciones y eufonías: el yo te cuento y tú te identificas. Relatan una patraña con profusión de imágenes. Con emociones y sensiblerías buscan la identificación del lector con un conflicto que presentan pero no resuelven.

Una short story paradigmática es “Matando lagartos”, de William Boyd. Tengo que destripar el… relato, que no cuento. En una docena de páginas se nos dice que un niño de doce años sorprende a su madre en una infidelidad sexual. Es todo. Antes de que el niño haga el descubrimiento el narrador ha abierto varias vías pero no cierra ninguna. El relato concluye sin dar pista alguna sobre los efectos que provoca este acontecimiento. Yo te cuento, y tú… juegas a elucubrar.

Hagamos un breve ejercicio de literatura comparada entre el cuento “Acerca de la muerte de Bieito” –escrito en gallego por Rafael Dieste– y el relato “Un hombre en la escalera”, de la celebrada gringa Miranda July. En ambos textos asistimos a la inacción del narrador, pero a medida que avanza la diégesis, Dieste va desglosando las razones por las que su protagonista no actúa, y comunica al lector el horror que le produce no ser capaz de decidirse. En el texto de la July se relatan los psicologismos que atenazan a la narradora, incapaz de reaccionar para salvarse. Le comunica al lector el terror de una mujer que ni siquiera es capaz de despertar al novio que duerme a su lado.

No toda la literatura anglosajona es desechable, por supuesto. En muchos de sus cuentos Ernest Hemingway usó la técnica que él llamaba “del iceberg”. Narraba una escena que era la punta visible de una situación que había tramado previamente. El lector colige lo que está ocurriendo sin más información que la narración de la escena y los diálogos de los personajes. Dos joyas del autor escritas con esta técnica son “Colinas como elefantes blancos” y “Gato bajo la lluvia”.

6. EL DETERIORO DE NUESTRA NARRATIVA BREVE

Los escritores flojos remedan el iceberg mostrando una escena cuya trama nunca ha estado en su mente. El perverso epígono español J.S.I. ha publicado el año pasado el relato “Por la herencia de mi madre”. Él cuenta, y habrá lectores que (sin razonar) se identifiquen con la lectura.

En un par de páginas muestra la discusión de tres hermanas mientras un cuarto hermano mira por la ventana. Cuando le preguntan dice que todas tienen razón y sigue mirando los pájaros por la ventana. No ocurre nada. Sólo se nos dice que discuten por la herencia de la muerta, pero no qué arguyen. Cualquiera que pise la calle y no la mire desde la ventana, sabe que por la herencia hay hermanos enemistados de por vida. Contar lo que todo el mundo sabe es un requilorio.

Un último ejemplo: O.C. en su minicuento “Funambulista” relata cómo un tipo camina por una maroma tendida entre dos rascacielos. Cuando termina de cruzar se da la vuelta y el rascacielos del que ha partido ha desaparecido. ¿Querrá O.C. enseñar al lector que con el paso del tiempo los lugares de los que partimos desaparecen? Un requilorio.

Tras décadas de caída al abismo en la calidad literaria del cuento se ha llegado al punto en que un escritor relata una escena que ni él sabe qué muestra, y espera a que el lector especule con historias que justifiquen su relato: yo te cuento, tú te identificas. Podemos llamarlo escritura-basura. ¿Dudan de que la posmodernidad haya llegado a esto?

Escuchen a M.J.N. vanagloriándose sin sonrojo de esta forma de escribir ficciones cortas en una entrevista concedida a El Mostrador:

  • En el minuto 2:00, M.J.N. dice: “Escribo sin más, hasta que finalmente se empieza armar algo”.
  • En el minuto 8:40 M.J.N. nos explica qué ha querido decir siete minutos antes: “Sobre la construcción de los personajes siempre me da mucha vergüenza decirlo porque siento que quienes me lo preguntan esperan más de mí porque yo no me imagino mucho a los personajes”. Y continúa: “Yo me quedo a nivel de las frases, yo no me imagino a mis personajes para nada y tampoco los construyo. Yo escribo una frase y sigo con la siguiente y así se empieza a formar los vaivenes del lenguaje”.
  • En el minuto 14:20 M.J.N. remata: “(para escribir un relato) No tengo un plan, no tengo nada, tengo una primera línea y con eso avanzo. Yo veo una oración, la escribo, y otra oración; no sé cómo terminan mis cuentos”. Y añade: “Para mí es una oración y esa oración me empuja a algún lado”.

¿Alguien piensa que Cervantes empezó a escribir un cuento como Rinconete y Cortadillo (noveleta si lo prefieren) sin un plan? ¿Alguien cree que se sentó a escribir a ver qué le salía?

M.J.N. pasa de los cuarenta años (1982) y su página en Wikipedia dice que es profesora de literatura en una universidad de su país, y que tiene una maestría en Humanidades y Pensamiento Social por una universidad estadounidense y es doctora en Literatura y Estudios Culturales por otra universidad estadounidense.

Profesor González Maestro… nos lo ha dicho usted en infinidad de ocasiones: doctora en Literatura y Estudios Culturales que arma sus relatos escribiendo una oración, luego otra y luego otra, y por eso no sabe cómo terminarán sus cuentos, porque ni sabe qué quiere contar cuando se sienta a escribir. Esto no es todo: pasma cómo se produce esta doctora en literatura en esa entrevista de mayo de 2023.

Con estos mimbres hay que hacer un cesto, profesor. Sirva como colofón que una editorial española le ha publicado un cuaderno de cuentos. Ser mujer y sudamericana parecen ser los criterios editoriales. Luego estos cuentos se leen en clubes de lectura y ganchillo. Y así la mediocridad se extiende como la Nada se extendía por Fantasía, sin que nadie haga algo por revertir el proceso iniciado.

El aludido C.C. preguntado en la FIL de Guadalajara dijo que, para escribir un cuento: “parto siempre de cosas”, y que hace preguntas: “¿Este señor dónde va a dormir esta noche? ¿Qué tiene en la mesilla?”. Y añade: “En literatura (…) vamos averiguando lo que ocurre al tiempo que decidimos qué es lo que va a ocurrir”. “Muchas veces dejas un cuento a mitad porque no se te ocurre nada más y te vas pensando ‘a ver por dónde me sale este mañana’”. “En muchas ocasiones yo no sé exactamente adónde me va a llevar lo que escribo”. [fin de cita]

Pero debemos dejar constancia del mayor disparate en esta escalada de despropósitos con la que fuego amigo acosa al cuento hispano.

Del madrileño E.T. ha dicho un crítico segoviano (A.O.), que se vanagloria de ser corrosivo, que “es el mejor cuentista español de todos los tiempos”. Tan desorbitada hipérbole debe querer decir que E.T. es un cuentista de referencia… dada la atención que le prestan los medios librescos. Empero, en una entrevista que E.T. concedió a una amiga, a la inofensiva pregunta “¿Qué te negarías a escribir?”, confesó lo siguiente:

Todos tenemos nuestros marcos morales, nuestros límites, determinada sensibilidad (…) no estaría en mi horizonte escribir algo excesivamente escabroso, excesivamente crudo, que atentara contra la dignidad del personaje, yo creo, como mi maestro Cheever, que incluso los personajes de ficción tienen sus derechos, y que maltratar o vejar a un personaje o eliminarlo creo que tiene que haber razones muy poderosas para hacerlo, creo que los personajes merecen una dignidad. No me parece mal que lo hagan otros autores pero en mi caso me generaría mucha incomodidad”. [fin de cita]

Quiero darle las gracias a E.T. por permitirme maltratar a los personajes de mis cuentos. Este hombre se prohíbe a sí mismo escribir algo que tenga valor literario. Prototipo de yo te cuento, tú te identificas, vende bien, se le lee y su credo permea en la hermandad que encabeza.

Imaginen a Cervantes escribiendo bajo esta ideología. Una ideología que tiene por bandera respetar los derechos y la dignidad de los personajes. Los cabreros le quiebran las muelas a don Quijote a hondazos, y los galeotes le muelen a palos. Pero para E.T. don Quijote, como personaje, tiene derechos, y Cervantes nunca debió maltratarle.

A este panorama se enfrenta el cuento español del siglo XXI. Diría más: la literatura en español. La finalidad del arte es hacernos pensar. Los cuentos literarios nos hacen pensar; los relatos nos hacen sentir.

7. EL ORIGEN DEL DETERIORO

Estudiando antologías que tratan del cuento español durante el siglo XX, advierto un deterioro en la calidad de la narrativa breve en nuestra patria. ¿A qué se debe? Puesto que a ella se asemeja, barruntamos que a la influencia de la narrativa anglosajona, cuyos postulados conocen ustedes: entretener y distraer sin contar ni resolver nada para que el lector se identifique con algunos visajes del texto.

En la antología de José María Merino, “Cien años de cuentos 1898-1998. Antología del cuento español en castellano”, antología de noventa cuentistas (y sendos cuentos), con más de quinientas páginas, que comienza con un cuento de Unamuno publicado en 1912, y que termina con otro de J.M.P. publicado en 1995, se constata el deterioro en las diégesis que se cuentan mientras avanza el siglo por la antología.

Hacia la mitad del volumen reparé en que la fuerza narrativa había decaído paulatinamente hasta hacerse evidente en el texto de A.P. titulado “Un relato corto e incompleto”, donde una pareja cae en el esplín del matrimonio y el marido mete en casa a otro hombre. En los últimos párrafos dice el narrador: “No ha sucedido nada en absoluto”. ¿Entonces para qué escribe A.P.? El relato se publica en 1977, cuando la censura gubernamental perdía interés en conducir la moral pública.

Sería fácil argüir que con la apertura al llamado “mundo libre” del régimen político anterior en los años sesenta, nuestros cuentistas perdieron el gusto por su tradición literaria, tónica habitual desde 1700.

Pero en 1944 la antóloga Josefina Romo publica “Cuentistas españoles de hoy”; y entre veintinueve textos antologados me costó trabajo entresacar siete cuentos con una diégesis que mantuviera los postulados de la tradición hispanogrecolatina que el profesor González Maestro ha puesto en valor a través de su obra videográfica.

¿Dónde comienza el mal que asuela hoy a nuestros escritores de narrativa breve, que se niegan a que les ocurran desgracias a sus personajes porque entienden que un trasunto humano materializado en una ristra de palabras tiene derechos que deben respetarse?

Quizá fuera antes del siglo XX cuando inficionó en nuestros escritores la tendencia literaria de no mostrar las vilezas del mundo y apelar a emociones, sensaciones o evocaciones con las que identificarse.

El deterioro no parece casual. El cine, que al igual que la literatura ofrece historias para interpretar, también es objeto de esta perversa conducción contranatural que mixtura artera y torticeramente razones valiosas con espurios intereses políticos. Y es que ha arraigado en la sociedad occidental, merced a la mediocritud que todo lo empapa, un DESTRUCTIVISMO que subvierte orden y razón. (Sé que se dice mediocridad, pero juzgo más cáustica la construcción con el sufijo -itud).

8. MOTIVO DE ESTA INTERVENCIÓN

La Crítica de la razón literaria es una obra de referencia para entender la literatura desde los postulados de nuestra tradición literaria, pero juzgo que puede servir también como elemento corrector para, no sin esfuerzo, comenzar una labor de sanación y restitución.

Ni disponemos de libertad para castigar a nadie, ni gozamos de libertad para obligar a nadie a instruirse.

En el pasado he afeado actitudes negligentes. Como hice con a A.B. (cuentista y traductor) que entrevistado en una televisión mexicana por un programa dedicado al género del cuento (Café Chéjov) con motivo de la FIL de Guadalajara, dijo sin asomo de vergüenza: “Yo creo que no hay ni un sólo buen escritor de cuentos en España. (…) en general somos muy malos escritores de cuentos los españoles”. Y se quedó tan ancho… cuentista él que había ido para vender sus libros a la mayor feria del libro hispano.

Es falso este discurso negroleyendario aprendido por ignorancia (permítanme decir leyendario, pues el término existe). España es un país de muchos cuentos y de muy buenos cuentistas como he demostrado en otras ocasiones en mi bitácora.

9. PROPUESTA FINAL

Por todo lo expuesto me animo a pedirles que, desde este foro y utilizando la Crítica de la razón literaria como poderosa herramienta de referencia, trabajen en la corrección de la tendencia aquí desnudada, extendiendo el esfuerzo a toda el área de influencia: el mundo hispano.

¿Cómo conseguirlo? Organizándose para tomar conciencia de las posibilidades reales. Constituyéndose en referente literario para organismos y asociaciones vinculadas al mundo de la literatura y la lengua en español, verbigracia: la RAE, el Instituto Cervantes, la Asociación Colegial de Escritores de España (la ACE, a la que me honra pertenecer), las asociaciones nacionales de escritores de países hermanos en el español, la Fundación del Español Urgente (Fundéu), dirigida también a autores literarios. Cien asociaciones de escritores temáticas y geográficas abundan en España. Y los llamados servicios culturales que ofrecen ayuntamientos y diputaciones provinciales.

Todas deben ver a la asociación (fundación mejor) constituida bajo el escudo de la Crítica de la razón literaria, como bastión, presidio o faro que velará por la calidad académica de la literatura en español.

Objetivos… poner en valor en el orbe hispano el acervo de nuestra literatura; patrocinar y guiar el incremento de la calidad de lo que se está escribiendo en español en estos momentos (años ígneos para la literatura); y velar por mantener la filogénesis hispanogrecolatina de lo que se escriba en el futuro en español, que es el idioma literario por excelencia.

La Crítica de la razón literaria, por sí sola, no servirá de mucho si se queda en los anaqueles de los eruditos. Es necesario extender sus criterios y postulados, y mostrar su tesoro y las raíces de su pasado literario a los escritores hispanos.

Implíquense en cursos, charlas, conferencias, divulguen entre las profesiones objetivo (profesores, escritores, editores, periodistas…) la razón literaria de esta obra de referencia obligada, que son las razones de nuestra secular tradición literaria, que se nos está yendo por entre los dedos mientras apretamos el puño para lamentamos.

Como nos ha enseñado don Jesús González Maestro: el futuro no es lo que está por venir, sino lo que construyamos entre todos.

Muchas gracias por su atención y por su paciencia.

Bibliografía consultada (antologías).—

  • José María Merino (1998): Cien años de cuentos 1898-1998. Antología del cuento español en castellano. Alfaguara.
  • José María Martínez Cachero (1994): Antología del cuento español 1900-1939. Castalia.
  • Josefina Romo (1944): Cuentistas españoles de hoy. Editorial Febo.
  • Medardo Fraile (1988): Cuento español de Posguerra. Cátedra.
  • Francisco García Pavón (1959): Antología de cuentistas españoles contemporáneos (un tomo). Editorial Gredos.
  • Óscar Barrero Pérez (1989): El cuento español 1940-1980. Castalia.
  • Félix Grande (1970): 22 narradores españoles de hoy. Monte Ávila Editores.
  • Francisco García Pavón (1984): Antología de cuentistas españoles contemporáneos (dos tomos). Editorial Gredos.
  • Joseluís González y Pedro de Miguel (1993): Últimos narradores. Antología de la reciente narrativa breve española. Hierbaola Ediciones.
  • Mª Ángeles Encinar y Anthony Percival (1993): Cuento español contemporáneo. Cátedra.
  • Fernando Valls (1996): Son cuentos (Antología del relato breve español, 1975-1993). Austral.
  • Juan Antonio Masoliver Ródenas y Fernando Valls (1993): Los cuentos que cuentan. Anagrama.
  • Miguel Díez Rodríguez (1995): Antología del cuento literario. Alhambra Longman.
  • Antonio del Rey Briones (2008): El cuento literario. Akal.
  • Alberto Alcamp (sin fecha): Todos cuentan. Antologia del cuento espanol del siglo XX (293 cuentistas con sendos cuentos). Publicada en Internet.
  • Alberto Alcamp (sin fecha): Cuento desde el exilio (29 cuentistas con una moda estadística de cuatro cuentos por cada uno). Publicada en Internet.

Bibliografía consultada y artículos citados.—

Cuentos citados.—

Vídeos aludidos.—

Luis R. Míguez
25 de enero de 2025

Pues bueno, me ha llevado menos tiempo del que esperaba y ahora voy a subirte la ponencia en un archivo PDF, por si te la quieres bajar: archivo PDF de esta ponencia. De nada, solete.

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