El odio es un sentimiento como lo es el amor. Pero es un sentimiento más fuerte que el amor. Si amamos a alguien sabemos que le amamos hasta el día que nos haga una jugarreta tal que nuestro amor se extinguirá. Pero cuando odiamos a alguien sabemos que le odiamos para toda la vida.
¿Qué jugarreta puede hacernos la persona odiada? ¿Regalarnos 500 euros? Para odiar hay motivos objetivos, sin embargo para amar los motivos siempre son subjetivos.
El odio es un sentimiento muy sano. Un sentimiento revitalizador. Distinto es el rencor… El rencor nos mina.
El resentimiento está a medio camino entre el odio y el rencor. El resentimiento necesita de la venganza para extinguirse. Todos sabemos que «la venganza es una suerte de justicia salvaje».
El odio necesariamente es tan sano como el amor dado que son anverso y reverso de una misma moneda.
¿Cómo entonces puede decirse que hay delitos de odio? ¿O es que en democracia el Estado se convierte en censor del pensamiento… y hasta del sentimiento? Yo no elijo sentir lo que siento por personas que me han hecho mal.
Oiga, señor Estado libre democrático, deje de entrometerse en nuestra mente, como hacen las religiones. El delito se producirá cuando cometamos un ACTO contrario a la ley.
Un Estado tirano legislará sobre lo que sentimos y nos condenará por nuestros pensamientos. E institucionalizará la orwelliana policía del pensamiento.
Si planificamos el asalto al Banco de España pero no lo ejecutamos, ¿nos pueden condenar por pasar las tardes del verano planeando algo que no vamos a poner en práctica?
¿Están entonces prohibidas las partidas de rol?
¿Van a prohibir la literatura?
¿Acaso desear la muerte de alguien es delito? Espero que delito siga siendo matar a un humano y no desear que se muera. De lo contrario estaríamos ante una orwelliana policía de la moral…
Yo odio a varias personas con todo mi ser, y el día que les ocurra una desgracia me regodearé en ello y brindaré por la amargura de esos limacos. ¿Me lo van a prohibir? Ni la pacata moral judeo-cristiana se atreve a tanto.
Igual me condenas por ello; y luego alabas ese proverbio chino que dice «siéntate en la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar». Yo estoy tan feliz con mi odio, no con rencor, porque el odio me da fuerza para seguir viviendo, aguardando.
«El que no odia por el mal que se le hizo es un sinvergüenza; como no tiene vergüenza, todo le da igual».
Viejo dicho del Caribe
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