—Hola, soy Luis Zah…
—¡Para, tío…! Lávate, aféitate, péinate, ponte ropa que no esté percudida, y luego ya me sueltas tu rollo.
—Es que… son cosas del guión.
—¿Qué guión tiene ese anuncio? Unas líneas directrices. Y ahí no interpretas ningún personaje, chaval, que dices ser tú mismo. Tu imagen queda desprestigiada y a ellos les importa bien poco tu vida y menos tu carrera. Tengo razón y lo sabes.
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