El cuento, por su extensión, puede hacer giros, contorsiones y estiramientos que a la novela, precisamente por su extensión, le están vedados.
Lo corto es útil donde lo largo es inútil… o in-útil.
Ya he hablado en otras ocasiones de los finales en los cuentos: a ver si hoy rizo el rizo.
Hay cuentos con dos finales, uno detrás de otro.
Tienen un final como a cuatro quintos (4/5) de la última palabra que cierra el texto y hay un segundo final (quizá inesperado) en la última frase, que va en otra dirección. Otras veces es un final seguido de un epílogo (que funge como final). Y otras, el segundo final es un giro de tuerca, un apretón que salta la rosca y nos deja descolocados.
El epílogo a veces explica el final, a veces lo matiza, y otras veces es una simple extensión, una coda como en la película Desmadre a la americana, cuando se nos detalla el futuro que le espera a cada personaje, como si fueran seres reales que tendrán un futuro después de la historia contada.
Los cuentos con doble final son difíciles de conseguir. No abundan los cuentos con final dual, y hay que estar atento para no perdérselos.
El doble final, o melusina, es un final con dos colas, un final con dos posibilidades de interpretación, generalmente una desde el realismo y otra desde lo fantástico. Y hay que leer y entender el cuento teniendo en cuenta ambas posibilidades a la vez. Ambas son válidas aunque se excluyen una a la otra; cuando contemplamos el final melusina vemos dos posibles interpretaciones: A y B, que en realidad son A o B porque no pueden darse ambos: o uno u otro, pero entendemos los dos finales a la vez. Como le ocurre al gato de Schrödinger, que puede estar vivo y muerto a la vez, aunque sólo admite una u otra opción. (¿A alguien más le resulta simpático que la literatura y la mecánica cuántica se den así la mano?).
Ambos finales existen a la vez, coexisten: uno y otro, pero sólo puede ser uno de los dos. Y es una estupidez discutir con otro lector qué final es el que debe aplicarse o entenderse… ¡¡AMBOS!!
En este cuento de María Fernanda Ampuero (Ecuador, 1976) yo veo un doble final: Freaks.
¿Suicidio o liberación? Uno es un final de un cuento realista y el otro es un final de un cuento fantástico. Yo veo ambos. Y disfruto de ambos. Y me gustan ambos… o mejor, lo que me gusta es que existan ambos finales a la vez sabiendo que sólo puede darse uno de ellos.
La pata de mono puede ser un cuento melusina, aunque no hay pruebas en él de que actúe lo fantástico (un hecho imposible que ocurre en el mundo real que la literatura representa). El cuento es una ilusión, parece fantástico pero no lo es.
No hay comentarios
Los comentarios están cerrados.