A vueltas con los decálogos para escritores

11 de abril de 2021

Félix González Modroño, paisano mío que dice ser escritor (y lo será) nos ha dejado esta semana en Zenda un decálogo al estilo bíblico sobre el oficio de escribir. Que digo yo que qué manía con hacer decálogos procustianos, obligándose a cortar o forzándose estirar unas deslavazadas ideas para que ocupen diez puntos exactos. También existen decálogos de nueve y de once puntos, ¡y hasta de veinte! Aunque ahora que lo pienso, digo yo que en algún momento una lista larga de necesidades dejará de ser decálogo…

Volviendo al vizcaíno Félix, su sermón arengado y mitinesco sobre el oficio de escribir, está redactado con ese estilo bilbaíno que he llamado en otras ocasiones falsa inmodestia. Pero ay, el amigo Félix vive en la vecina Cantabria, y esa discontinuidad en el contacto con las raíces le ha hecho descuidar las bases para escribir de forma tan bilbaína.

Una de esas bases es la de no equivocarse, o al menos que el discurso no presente fisuras. El de Félix presenta una grieta al principio del decálogo, y a partir de ahí ya todo lo que dice se cuestiona por el tamiz de la chulería, que es a lo que lleva este estilo genuinamente bilbaíno si no se ata convenientemente la longaniza del discurso (algún día escribiré cuatro renglones sobre la falsa inmodestia).

Este portugalujo, origen que parece esconder y no sé por qué, pero sí que he notado lo complicado que es dar en Internet con su patria chica, que hasta la oculta en su página wikipédica, suscrita por él, por un conocido o por su editor (y es que se nota cuando la página wikipédica es creada ad hoc para vanagloriarse de que Wikipedia se ocupa de uno), decía que este portugalujo tiene la desfachatez de definir quiénes son escritores y quiénes no en función de la declaración de la renta.

Y pone un ejemplo, el de los ocasionales jugadores de una pachanga futbolera, y concluye que no pueden ser llamados futbolistas. Hum…, me gusta más mi inveterado ejemplo del tipo que baja de la aldea al pueblo todos los días en bicicleta para comprar una cajetilla de tabaco. Tampoco puede ser considerado ciclista… salvo para la Ley de Seguridad Vial.

Félix, el amigo de los escritores –pero sólo de los que él considera escritores–, ha cometido en su arenga escritural un error grosero, porque un tipo como Franz Kafka no puede considerarse escritor con la definición que él da. Curiosa esta grieta en el comienzo de su discurso.

Kafka, que ha dado origen a una tendencia literaria en el arte de escribir, para Félix González Modroño no es un escritor. Y se ha quedado tan ancho el tío.

Félix, que en su blog personal patina con el error de las tres pes al tratarse a sí mismo en tercera persona (pijo, pedante y patético), nos deja sus consejos al modo de grandes escritores como Quiroga o Cortázar [el artículo es viejo y algunos enlaces están caídos, pero todavía pueden encontrarse si se sabe buscar en Internet].

El amigo Félix se ha atrevido a condensar su pensamiento en diez puntos. O a estirarlo hasta los diez puntos. Y como no podía ser de otra forma, laaguja saca su bisturí para diseccionar lo que Félix llama con impostura de humildad «una especie de decálogo, a la vista de mi modesta experiencia». Y es que en un discurso a la bilbaína tampoco se pueden entremezclar aires modestos porque le quedan como a un Cristo dos pistolas. Vamos a viviseccionar…

» 1) La primera pedrada, en la frente… Aquí es donde elimina a Kafka de las filas de los escritores. No voy a hacer más comentarios porque me temo que durante los siglos XIX y XX ha habido muchos más Kafka. ¿O es que la condición de escritor se adquiere con el IRPF del siglo XXI?

» 2) Bueno, Tom Spanbauer tendría mucho que contradecir sobre este segundo punto. Sí, Spanbauer, el mismo que tuteló (creo que es el verbo que mejor define su relación) a Chuck Palahniuk, el autor de El club de la lucha.

» 3) Aquí estoy de acuerdo en el fondo pero no en las formas. Si utiliza epítetos como «tonto» y asegura dudar de aquel que se le acerca, empieza a mostrar que anda sobrado y el discurso se le va resquebrajando tras el patinazo del primer punto, dejando entrever que la inmodestia y la chulería son naturales en él. De este punto me gusta que cite autores españoles. Pero olvida citar autores que han escrito en español, y a estas alturas del curso no debemos pecar de chovinistas. Pero hay un cierto tufillo de correción oportunista en cada uno del repóquer citado por Félix.

» 4) En este punto Modroño habla de experiencia vital, pero no sé por qué lo concentra todo en viajar. Será porque él viaja y creerá que todos debemos ser iguales. Sospecho que un andariego puede «escuchar y observar» y no por ello adquirir experiencia vital. ¿Por qué salir constantemente de tu entorno si tu entorno te puede dar esa experiencia vital? Algo me dice que el consejo por sí solo no sirve. Viajar sí pero no como filosofía de vida (que además viajar cuesta dinero y tiempo que los curritos no tenemos). Si me pongo a buscar seguro que doy con grandes escritores que salieron muy poquito de su país y dejaron obras magistrales.

» 5) Félix nos pide «desnúdate en tus escritos». Yo esta manía no la entiendo: no la comparto y hasta la aborrezco. También la predica Tom Spanbauer (y según lo expone parece contradecir el punto 2). Por qué «desnudarse» cuando se puede dar vida a personajes basados en otras personas. Qué manía les ha entrado a todos con la fiebre impuesta desde el nocivo Facebook. Contar tus interioridades se ha convertido en un hábito que vertebra a la sociedad: habla de ti mismo sin «pudor», pide Modroño en su «especie de decálogo». Si me da la gana, le diría yo.

» 6) Con este estoy de acuerdo, cómo no estarlo. Es un consejo ‘de libro’, que ya otros autores han expuesto con anterioridad, por lo que no aporta nada al carecer de originalidad.

» 7) Vale, la ortografía… Sí, yo también soy un defensor de la ortografía. Pero escribir los nombres de los meses y los tratamientos en mayúscula no es tan descalificador. No me sorprendería que si escribo «el papa», en alguna editorial me lo corrijan por «el Papa». Aún encuentro periódicos donde ponen el punto de mil en los años. Parece que Modroño busca asombrar a su público con el último descubrimiento.

Y es que no entiendo la obsesión que tiene este tipo con demostrar que sabe cosas que cree que otros no podemos saber. Se recrea en dejar en suspenso cómo sacar las rayas de los diálogos de los teclados guardándose para sí el método, como si fuera un secreto arcano del oficio. Eso es altanería, y el texto empieza a mostrar una personalidad cercana a la verdadera inmodestia.

No te preocupes, lector de estas líneas, que yo, sin ser escritor, te lo enseño gratis: mientras mantienes pulsada la tecla Alt teclea en el teclado numérico la secuencia 0151 y suelta Alt para que aparezca la raya –si tecleas la secuencia en el teclado alfanumérico no funciona–. Ah, por cierto, observa que la acotación anterior no está hecha con rayas de diálogo sino con otras algo más cortas… la media raya. Para escribirla, mantén pulsada la tecla Alt y teclea la secuencia 0150. Estéticamente a mí me gusta más la media raya para las acotaciones que la raya larga de los diálogos. Pero tengo observado que también depende de la fuente que estés usando.

Estaría bueno averiguar que el amigo Félix, el amigo de los que él considera escritores, pone sus rayas de diálogo desde el portapapeles, copiando y pegando… ¿Le habré ensañado algo, yo que soy un pachanguero de las palabras?

Pero hay algo más que me chirría en este punto: ¿de verdad hay que usar rayas de diálogo para los parlamentos de los personajes? Hum, si todavía estamos así es que no hemos salido de los clásicos (vuelve a leer el punto 3 de esta «especie de decálogo»). ¡Qué tipo!

» 8) Aquí Modroño dice que adjetives menos. ¿Y cómo va a adjetivar menos quien no utilice apenas adjetivos? Para ser preciso, el consejo debería haber sido adjetiva poco, ya que en el punto anterior se ha puesto tan exquisito con los meses del año…

Pero por qué, me pregunto yo, tengo que adjetivar poco en un cuento o en un capítulo de una novela (este escrotor no debe escribir cuentos… espero que a los cuentistas no nos tenga a demérito). Si me da la gana puedo adjetivar en demasía. ¿Por qué no va a pedirlo la historia que cuenta un narrador?

Este señor escritor debería haber dicho lo que dijo el cronista panameño de boxeo sobre el noble arte y la dulce ciencia: «en el oficio de escribir no hay nada escrito en piedra«. Quizá ese sea el consejo más honesto que se pueda dar… Incluso esa afirmación tampoco está escrita en piedra.

Aaaah…, que yo no soy escritor sino pachanguero de las palabras.

Prosigue el amigo de los que él considera escritores diciendo que le importa más el estilo que la historia. ¿En serio George? Existe una contradicción, o cuando menos una disonancia, dentro de este punto octavo. Escribir narrativa «no es un ejercicio estilístico», dice Modroño (habla de novela como si fuera el género de los géneros), para acabar concluyendo que valora «más el estilo que la propia historia».

» 9) Pues mira, con este estoy totalmente de acuerdo. Habla de los finales abiertos: «Únicamente puedes dejar un final abierto si le has facilitado [al lector] suficientes elementos para que lo cierre por sí mismo». Y es que hay personas que confunden los cuentos sin final con los cuentos con final abierto, y no son lo mismo. Que sí, que se puede escribir un cuento y dejarlo sin final y estar bien, pero no es lo mismo que dejarlo con un final abierto.

» 10) La última patada, en el culo… Aquí es donde Modroño desbarra retratando su vida. Que digo yo que qué nos importará a los demás su exitosa etapa como director de banca y su osadía para dejar profesión tan estable trabajando para un inglés y pasarse al inestable oficio de escritor. ¿A qué ha venido hablar del pasado de uno mismo en «una especie de decálogo»? ¿Chulería, altanería, presunción, arrogancia, engreimiento, vanidad? Falsa inmodestia desde luego que no.

Que yo no soy escritor lo tengo claro. Y es que además tampoco quiero serlo. Pero si me topara con Félix González Modroño le diría algo para que le quedara claro, clarete, clarinete: a mí me registran mis obras en el Registro de la Propiedad Intelectual igual que se las registran a él, y ambos pagamos exactamente la misma tasa (yo la pago en Asturias). Como he dicho al principio, el que baja a por tabaco en bici es ciclista para la legislación vigente.

Dentro de cien años es probable (no lo podemos saber todavía) que los libros de Modroño sólo sirvan para sostener puertas, y es posible que los cuentos que cualquier anónimo Kafka escriba como ocio se lean en los institutos de la próxima centuria.

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