El origen de las carreras de orientación a caballo

5 de enero de 2021

La cocina del escritor
Hace unos años, en una reunión de amigos, se nos ocurrió lanzar una nueva especialidad deportiva para revitalizar un pueblo de esa España que ya estaba vaciándose: las carreras de orientación a caballo.

La orientación es un deporte de origen nórdico en el que al orientador se le proporciona un mapa detallado del terreno, en el que aparecen señaladas la ubicación de unas balizas que debe encontrar en el menor tiempo posible.

Las balizas en el terreno son un prisma blanco y naranja, en cada una de las cuales hay una pinza. Esta pinza dejará una marca especial en la carta de registro que lleva cada orientador. Así, cuando el corredor llegue a la meta, deberá presentar su tarjeta con las perforaciones adecuadas en las casillas correspondientes a cada baliza.

Los países escandinavos reglamentaron este deporte de corte militar que enfrenta a los participantes en una contrarreloj que se desarrolla en la naturaleza.

La federación internacional de la modalidad reconoce cuatro especialidades: a pie, en BTT, en esquíes, y en silla de ruedas para discapacitados.

La especialidad sobre esquíes es, obviamente, la prueba reina en los países de origen de este deporte que surgió en los primeros años del siglo XX. (Para conocer más sobre esta modalidad puedes acudir a la web de la Federación Española de Orientación).

Nosotros organizamos varias carreras de orientación a caballo, lo que tal vez fuera un hito mundial, puesto que ni en la federación de orientación, ni en la federación de hípica (o equitación, o ecuestre en algunos países) tenían conocimiento de semejante actividad. Hicimos las pertinentes consultas al objeto de conocer lo que otros pudieran haber hecho antes y aprender de sus experiencias y nadie tenía noticia de esta especialidad.

Vivimos en una zona que presenta un marco incomparable para este tipo de carreras. La faja costera delimitada en el norte por la mar y al sur por una cadena montañosa.

La importancia del caballo en la historia es incuestionable, bien militarmente, bien como animal de carga y tiro (en la agricultura, en la minería, en la construcción), utilizado además como medio de locomoción y de rescate y también para recreo. Ten en cuenta que el caballo es el único animal, además del animal humano, que participa en los Juegos Olímpicos. Y recuerda que en el ajedrez —el rey de los juegos de mesa— está representado el caballo, y en todas sus versiones conocidas: desde el ajedrez español, al chino o xiangqi, el japonés o shogi y el coreano o janggi. No se puede concebir el hombre moderno sin la existencia del caballo.

Estuvimos unos años organizando dos carreras anuales (verano e invierno), y supimos de alguna réplica en Cataluña porque nos llamaron y nos tuvieron informados. Una importante revista ecuestre de tirada nacional se hizo eco de alguna de las carreras que organizamos tres amigos. El esfuerzo se realizó desde la iniciativa privada, y como sucede en España, ninguna Administración nos apoyó. Estamos convencidos de que si la idea hubiera surgido en Francia, Italia o Inglaterra, por poner unos ejemplos, la iniciativa hubiera sido auspiciada por las autoridades deportivas.

Pero aquí, en la Piel de Toro, esas autoridades deportivas (concejales, consejeros, ministros del deporte) se ocupan únicamente de los deportistas mediáticos y de los eventos de relumbrón. Las iniciativas privadas, si no crecen a la sombra de un árbol de amigos del poder gobernante, se volverán estériles cuando los costes rebasen la paciencia y el bolsillo de los organizadores. Es cuestión de tiempo, y lo saben.

Una muestra de lo que fuimos capaces de hacer sin ninguna ayuda la tienes en esta web (las fotos las sacamos de una de aquellas primeras cámaras de vídeo digitales; la resolución es de hace veinte siglos… digo veinte años).

El origen de las carreras
de orientación a caballo
:     la receta del cuento
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El origen de las carreras de orientación a caballo
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(cuento – 430 palabras ≈ 2 minutos)

La orientación deportiva surgió a finales del siglo XIX en los países nórdicos, si bien el hombre lleva orientándose sobre este planeta desde mucho antes de ser hombre.

La orientación a caballo es una especialidad de la orientación deportiva, y por lo tanto justo sería ubicarla en el tiempo con posterioridad a la regulación del deporte de orientación.

Empero, se han conservado ciertos documentos muy antiguos que dan fe de lo que hoy es considerada como la primera carrera de orientación a caballo de la historia.

Estos manuscritos cuentan que en el territorio ahora conocido como Oriente Próximo, hace poco más de veinte siglos, tuvo lugar una singular prueba de orientación a caballo.

En esta primitiva competición se trataba de encontrar un único punto marcado en el mapa. Las monturas utilizadas fueron, ¡cómo no!, esbeltos y elegantes caballos árabes.

El concurso, que duró seis días, se desarrollaría por terrenos secos y arenosos. Para evitar los rigores de un caluroso verano se decidió que la carrera tuviera lugar a principios del invierno. Como quiera que las brújulas no comenzaron a utilizarse hasta el año 1100 de nuestra era, los jinetes debían dormir por el día y cabalgar por la noche para así poder orientarse gracias a las estrellas que lucían sobre el despejado cielo del desierto.

Este motivo fue determinante para que se acordara unánimemente que la última campanada de la serie que marca el comienzo del nuevo año fuera utilizada para que estos primeros orientadores a caballo tomaran la salida.

Cronistas de la época registraron por escrito lo sucedido, por lo que hasta nuestros días se ha conservado de forma fehaciente la clasificación final de la terna de vencedores.

El primero en llegar fue un hindú, conocido como Melchor el brahmán; el segundo puesto fue para el griego Gaspar, el hijo de Cleantes; el tercero, egipcio de nacimiento, fue un tal Baltasar de Alejandría, aunque de este último se cuenta que llegó montando sobre un dromedario.

Tanto el cuarto clasificado —Artabán, un magnate persa— como el quinto en arribar —Alí-Hatar, un príncipe etíope— presentaron una reclamación por lo que consideraban que había sido una transgresión del reglamento. El egipcio alegó entonces una extraña ley de su país de origen que exigía una cuarentena de seis meses a las caballerías antes de poder tomar parte en una competición. El recurso presentado por el alejandrino prosperó ante el comité organizador.

El campeón obtuvo como premio un cofre cargado de oro; al segundo se le otorgó una urna colmada de incienso, y al tercero se le distinguió con un arca repleta de mirra.

Luis R. Míguez
enero 2001

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