Sólo estoy solo

21 de diciembre de 2020

Por qué debe acentuarse el adverbio sólo…

Después de leer artículos en favor y en detrimento del consejo de la RAE de no tildar el adverbio sólo más que en caso de anfibología, es decir, de que genere un error de comprensión, he llegado a la perogrullesca conclusión de que el problema queda resuelto si se tilda siempre.

Para que unos pocos (que empiezan a ser legión, eso sí) estultos, estólidos e indocumentados no sufran con las normas ortográficas, no creo que debamos cargar sobre un autor (literato, periodista, científico, legislador…) el peso de estar pendiente de posibles ambigüedades. Bastante trabajo supone crear y darnos a leer un texto de su invención como para encima obligarle a pensar en qué contexto de paniaguados sociales se leerá su obra, ley de la menestra Celaá mediante.

Cierto que en la lengua hablada no sabemos si sólo se acentúa y nos dicen los que apuestan por eliminar la tilde que por el contexto se deduce si sólo es adverbio o solo es adjetivo. No, señores, por el contexto no, por la entonación es que deducimos si «Juan toma café sólo» o si «Juan toma café solo».

Estaba leyendo en alta voz, para un grupo de amigos, el cuento de Isabel Allende que se titula Walimai, que aparece en el libro Cuentos de Eva Luna, cuando llegué al siguiente pasaje…

Me llevaron a trabajar con los caucheros, donde había muchos hombres de otras tribus, a quienes habían vestido con pantalones y obligaban a trabajar, sin considerar para nada sus deseos. El caucho requiere mucha dedicación y no había suficiente gente por esos lados, por eso debían traernos a la fuerza. Ése fue un período sin libertad y no quiero hablar de ello. Me quedé solo para ver…

(…para ver si aprendía algo, pero desde el principio supe que iba a regresar donde los míos. Nadie puede retener por mucho tiempo a un guerrero contra su voluntad).

Yo entoné «Me quedé solo para ver (…)» cuando debí haber entonado «Me quedé sólo para ver (…)».

Metí la pata y hube de volver atrás. Por supuesto que mi auditorio me lo perdonó, y por supuesto que si hubiera estado leyendo para un auditorio más severo yo debería haberme preparado el texto, pero nada impide que llegados a ese pasaje yo volviera a meter la pata. Porque después de todo… ¿para qué están ahí todas esas marquitas en los textos, sean tildes, comas, puntos y comas, dos puntos, o simples puntos, ya sean y seguido o y aparte? Para que la lectura del texto fluya, digo yo, y que el lector entone correctamente a fin de entenderse el texto.

Entonces, ¿para qué eliminarlas? Para que cometamos errores, supongo… Ya tenemos una lengua sencilla de leer y de entender, con tan sólo cinco vocales. No por simplificarla la vamos a hacer más sencilla. La lengua no sólo se habla o se escribe… también se lee, y también se lee en voz alta.

Si aceptamos este pulpo como animal de compañía para contentar a los vagos, perezosos e ignorantes, si hacemos rasa con la mediocridad, lo siguiente que tragaremos será dejar de acentuar el adverbio de cantidad más y el adverbio de tiempo aún.

Y me pregunto qué vendrá después… Sin duda retirar los acentos de más que aún quedarán. Y cuando dejemos la lengua como un erial no habrá dios que se entienda en castellano escrito y leído.

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