Voy a contarte un cuento, pero no es mío. Es un cuento moderno que se transmite por la ancestral tradición oral, aun en nuestros días, donde lo digital y tecnológico es enemigo de lo analógico. Empezando por ponerle un nombre tan chorra… Analógico, que se antoja una doble negación.
Y este cuento viene a cuento del niñoBarbón. Adrián Barbón, el jovencísimo presidente de Asturias, ha dado el patinazo del bocachancla. De haber conocido este cuento tal vez se hubiera quedado callado en el pisito del ático.
Este cuento comienza como ese cuento tan conocido de un ídolo del presidente asturiano, el gran Oscar Wilde (sin tilde el nombre inglés): El príncipe feliz. Pero pronto verás que no es la misma fábula. (Sigo tras el cuento).
(sin título, que yo conozca) (cuento – 439 palabras ≈ 2 minutos) Había una vez un pájaro que, jugueteando a perfeccionar su vuelo entre las ramas de las arboledas durante un estival otoño, fue sorprendido por la repentina llegada del invierno. No emigró cuando sus compañeros le advirtieron de que ese año el temible aquilón se anticiparía, y ahora iba a pagar caras las consecuencias de su irresponsable temeridad. El frío y húmedo invierno se colaba entre las plumas de sus alas y la escarcha no le permitía volar con la gracilidad que había desarrollado. Avanzaba a trechos cortos, pero con tal esfuerzo para volar entre la cellisca que se consumían las pocas energías que le iban quedando. Energías que debía reservar para mantener el calor corporal que le permitiera seguir con vida. Se dio cuenta de que si volaba para escapar del temporal caería agotado. Y si ahorraba energías acabaría congelado, pues el emperador Bóreas soplaba con denuedo indiferente a las tribulaciones del pajarillo. Y llegó el momento en que no pudiendo reunir más fuerzas cayó a tierra en mitad de un camino nevado. Allí, entre la nieve, el pajarito se aprestó a morir. Y mientras tiritaba, por sus ojillos vidriados iban pasando los buenos ratos que había disfrutado en el verano, revoloteando entre las flores de los árboles y de los aromáticos jardines. Perdida toda vitalidad, al pájaro le quedaban escasos minutos de vida. En su sopor mortal, era un consuelo pensar que la agonía sería corta. En ese momento pasó una vaca que había sido vendida entre vecinos camino de la nueva cuadra. La vaca no vio al pájaro y a punto estuvo de pisarlo y aplastarlo. Pero quiso la casualidad que la vaca, sintiendo sus necesidades, fuera defecando mientras caminaba, como hace a menudo el ganado bovino. Y una buena torta de mierda fue a caer sobre el pájaro moribundo. Al poco el pajarillo notó cómo el calor proporcionado por el estiércol del rumiante revitalizaba sus constantes, y se sintió revivir. Y tan contento estuvo que en pocos segundos empezó a piar con fuerza y a agitar sus alas. En esas pasaba un gato por allí, y oyendo los trinos del pajarillo se acercó a mirar qué ocurría. Con su garra derecha lanzó tal zarpazo al pájaro que lo sacó de la torta de mierda y el pajarito fue dando tumbos entre la nieve, y entonces el gato, de un bocado, se lo comió. De esta historia se extraen tres lecturas. (1) No todo el que te echa mierda encima es tu enemigo. (2) No todo el que te saca de la mierda es tu amigo. (3) Si estás contento y calentito en un lugar, ¡CÁLLATE! de autor desconocido para mí |
Si al niñoBarbón le hubieran contado este cuento, tal vez (y digo tal vez porque recuerda que es un político, y estos seres no obran siguiendo la an-a-lógica de los demás mortales) se hubiera estado bien callado cuando Asturias estuvo veintipocos días sin ningún nuevo caso de coronavirus: Asturias libre de coronavirus, vendió en la prensa como quien exhibe un trofeo…
Adrián Barbón clama ahora contra los turistas que él mismo ha llamado, piando entre la plasta que es el virus chino.
¿Qué esperabas, niño? La gente es ineducada. ¡¡Haberte callado!!
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