De homofobias y heterofobias

10 de enero de 2020

«El hecho de que un hombre sea un asesino
no prueba nada en contra de su obra artística
».
Oscar Wilde

El Celsius 232 (Avilés) es el festival literario que más me gusta. Es recogidito y alberga un sinfín de actos y actividades. Es difícil no encontrar media docena larga que te interesen. A veces dos te coinciden en el horario, pero es algo ineluctable.

Debo llevar cuatro Celsius, contando la primera edición, y siempre reina un ambiente agradable (salvando los pagaditos de sí mismos, algo que casi también es ineluctable).

Cristina Macía organiza y sobrevuela el festival con su desparpajo y simpatía naturales, y cuenta para ello con dos potentes motores que impulsan su vuelo: Iván Argiz y Diego García. También cuenta con innumerables alas más o menos anónimas que sustentan su plácido navegar durante ocho ediciones, todas exitosas.

Pero ha querido el dios de los frikis que para la edición 2020 el vuelo se escore hacia una acera.

Con criterio literario, la organización del Celsius ha invitado a un referente internacional de esos mundos de dios más o menos de ficción: el escritor Orson Scott Card. Tan importante es este autor, que su firma ha trascendido la ciencia ficción y su nombre resuena en las redes neuronales de los aficionados a la buena literatura.

Pero el genio del bueno de Orson (o del malo de Orson, que está por ver) ha soltado por su boca cosas que no son bien recibidas por el mainstream. El hombre, a riesgo de equivocarse, se ha metido con el grupo de cabildeo LGTB (y no sé cuántas letras más).

Equivocado o no en su homofobia, su literatura es de alta calidad. Si ya te están picando los dedos para dejarme un comentario, primero relee el encabezamiento de este artículo. Luego verás que no hay sección de comentarios en este blog (llevo demasiado tiempo en el Mundo Blog).

Voy a recordarte que el bueno de Oscar Wilde (o el malo, pero ya está muerto) era bisexual (con la be de LGTB). Casado (con una mujer, como no podía ser de otra forma allende los siglos), con hijos propios, y encarcelado por homosexualidad confesa, Oscar Wilde nos legó esa frase. Ni la condición de asesino, ni la de homosexual, puede prejuzgar la literatura de una persona. Tampoco la homofobia reconocida y manifiesta puede prejuzgarla. Palabra de Oscar Wilde, que hoy sería un gran activo en el colectivo LGTB (y no sé cuántas letras más).

Vivimos la época de los ofendiditos (cualquier año prohíben el GORDO de navidad). Pero algunos ofendiditos han aprendido a engordar su pose personal haciendo pública su condición de ofendiditos. Y unos cuasi anónimos españolitos, cuyos textos literarios ni de lejos se acercan a la ecuménica relevancia de los relatos de Orson Scott Card, se han rasgado las vestiduras públicamente y han dicho que este año no van al Celsius.

Y Cristina Macía se está desgañitando para explicar lo obvio: que Orson Scott Card ha sido invitado al Celsius-232 2020 en calidad de escritor y no por la verborragia de su bocachancla. Es de prever que en Avilés nos hable de sus mundos de Ender y no de los diablos que le atormentan y le muerden el culo.

Al igual que no podemos presuponer que los tullidos están llenos de bonhomía (los hay muy encabronados), tampoco podemos presuponer que dentro del colectivo LGTB (y más letras que no soy capaz de memorizar) todo son personas equilibradas. Dentro de ese colectivo tan alfabético existen personajes heterófobos… Y aquí seguimos, sin ofendernos públicamente aunque padezcamos heterofobia en nuestro puesto de trabajo (hombre, hetero, con barba y duro).

Si alguien ha decidido dejar de comparecer en el Celsius 232 este año 2020 porque se siente ofendido en su homosexualidad por la presencia del bueno (o malo) de Orson, lo normal sería que tras tomar la decisión in pectore, lo comunicara a los organizadores.

Pero venir a chantajear a la organización del festival con “si va ése yo no voy” es síntoma de puerilidad mórbida. Y acudir a la prensa mesándose los cabellos y cubriéndose la cabeza de ceniza, sólo puede tener un objetivo: dañar al festival para relucir uno mismo en su propia miseria. Se lo recuerda a Cristina el refranero: De los amigos me guarde Dios, que de los enemigos me guardo yo.

Pero por este vientecillo intempestivo no va a entrar en barrena el Celsius, con su almiranta, sus potentes motores y todos los alerones que sustentan un festival cargado de ilusión. Este año volveré a Avilés. Ignoro si la alergia homofóbica de Orson Scott Card es una enfermedad mental, pero a fe que no es contagiosa, y espero que esté presente en el Celsius porque me gustan sus cuentos (casi no leo novelas, y eso también es ineluctable). Me resbala lo que expela por su bocona el bueno o malo de Orson, que está en su derecho a vivir equivocado; ya se lo hará pagar su dios mormón (de ficción o no) en su otra vida. Igual lo reencarna en quien ahora odia tres siglos más atrás.

«Qué tiempos serán los que vivimos, que hay que defender lo obvio».
Bertolt Brecht

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