Este pasado viernes, 16 de agosto, me había comprometido con Tania Alonso, con mi club de lectura llastrín, y con la autora, a volver a la biblioteca de Llastres para la presentación de la novela Desaparecer, de Marina Sánchez Braña.
La veinteañera nos contó que con el libro ya terminado, el Tutivillus informático hizo desaparecer todo el trabajo del disco duro. Así que haciendo del dolor virtud, se puso a la tarea de escribirlo de nuevo. No digo de reescribirlo porque, tal y como nos confesó, este segundo libro es otro que poco se parece al que el maléfico diablo Tutivilo (para otros autores no pasa de duende burlón) se llevó del mundo de las cosas al limbo de lo que pudo haber sido y nunca será.
Marina Sánchez Braña
Marina nos contó también que su gusto por la música queda reflejado en la novela, enumerando las canciones que el protagonista está escuchando en cada momento, siendo la música un hilo conductor del transcurrir de la escena. La novela comienza con un discurrir de conciencia y a tenor de lo que nos explicó Marina, al rehacer el libro decidió asumir el reto de narrar desde la mente de un protagonista masculino en su debut literario: la persona con la que convive el personaje protagonista desaparece de la noche a la mañana. El tema de la novela me recordó el cuento La vid, de Tennessee Williams, que aparece en el cuentario Mal trago.
Ofició de maestro de ceremonias Rubén R. Cubiella, de la maliaya Editorial Camelot, quien ya nos presentara su libro Titanes en el jardín hace unas semanas en este mismo escenario.
Continúo empeñado en destacar el acierto de localidades como Llastres, que ni siquiera es la capital del pequeño concejo de Colunga, donde rescatan la esencia de la cultura y ofrecen sus instalaciones a los jóvenes valores locales. Y digna es también la afluencia de vecinos ávidos de disfrutar de la proximidad cultural cuando se les acerca. La pirámide cultural se compone de tres o cuatro decenas de autores en la cúpula (que podríamos ir nombrando uno a uno) y otros cuatro o cinco millares de escritores en la base. Sabido es que la estabilidad de la pirámide reside en su base.
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