Acaba de comenzar el primer día del año 1 de una nueva era. Tenemos muchas cosas por hacer. Pero atropellarnos no nos llevará a ningún lado. Lo primero que hemos de hacer en este primer año es acabar con la leyenda negra. Se acabó: nunca más creamos que España es culpable de nada salvo de crear sus propios fantasmas y alimentarlos. No es que los españoles seamos superiores a las demás nacionalidades, es que tenemos un pasado del que debemos enorgullecernos. A ver, la imbécil de la fila de la izquierda que se calle y el zoquete de la fila de la derecha que no se alborote… Esto no va de políticas domésticas. Esto va de conocernos a nosotros mismos, de conocer nuestra historia real y saber que nuestro imperio sí fue mejor que los imperios depredadores de los ingleses, holandeses o alemanes, que adonde fueron no dejaron más que pobreza. España dio a sus provincias de ultramar lo mejor que tenía y reconoció a los indígenas con derechos y no con el exterminio y la explotación como sí hicieron los de la pérfida Albión, esos hijos de la Gran… Bretaña. Que no nos vengan hablando de racismo quienes mantuvieron…
Hace muchos meses que ofrezco la descarga de Los cuentos de Juan Norris de forma gratuita en la barra lateral del blog. Lo había subido a Amazon, pero esa plataforma no me deja regalarlo. Lo ofrecía al mínimo precio permitido de 3 euros, pero como no busco dinero con mis cuentos, acabé por retirarlo para brindar su lectura gratis desde mi blog. Coloqué la portada en la barra de la derecha como reclamo para la descarga y me olvidé del escaparate hasta que ofrecí Ciudad Perro. Entonces tuve que reacomodar la imagen en la barra vertical. Pero seguí sin prestar atención a esa vitrina (sí, lo sé, no me sé vender como escritor… pero es que en realidad no me quiero vender porque nunca me he vendido… no sé si me entiende…). Ahora es que caigo que ese libro no tiene una entrada en este blog que explique de qué trata. La tenía en esa plataforma universal, pero no en mi blog. Así que aquí va la presentación de: Los cuentos de Juan Norris Quince cuentos de un justiciero urbano que defiende sus derechos en un mundo que ha cambiado mientras él se hacía mayor. Imposible revertir el tiempo, lucha…
El primero del mes pasado te regalaba mi ebook de cuentos Ciudad Perro. La descarga es gratuita (y sin condiciones) y disfrutarás de un rato de lectura que te enfrentará contigo y quizá con tus creencias. Este libro digital de cuentos puedes leerlo como una novela donde en cada capítulo te presento un personaje. Todos acaban coincidiendo en el capítulo 12. El 12 es un cuento distópico, donde retrato una realidad alterada. No muy grotesca, contrariamente a las canónicas novelas distópicas del siglo XX. La sociedad que presento está caminando junto con nosotros y podemos toparnos con ella a la vuelta de cualquier… mañana. Quizá en dos o tres días, quizá en dos o tres semanas… La realidad que retrata ese cuento número 12 quizá aún la percibas como esperpéntica, pero la noticia que hoy me ha pasado una muy buena amiga me muestra que ya falta menos para que Ciudad Perro y nosotros coincidamos. Un ayuntamiento (…) destina más de 7.000 euros a un concierto para perros. Da igual quiénes son los soplagaitas que han organizado el esperpento financiado con dinero público. De hecho, señalarlos es capcioso. La indigencia mental de estos infraseres políticos está al alcance de cualquiera ellos….
Hace ya quince días que comenzó abril y hace más de diez que he puesto mis molinillos conmemorativos en la ventana. Pistas para despistados… Continúo para bingo. Aaahoraaa… Por fin. He puesto uno por cada libro que tengo empezado. Y los he hecho de color de rosa porque así me lo pidió la presidenta de la Asociación de Libreros de Oviedo, Mar Prieto, vencedora en mil batallas. Y en esta también. El trato es que cuando la distopía que estamos viviendo termine, ella los expondrá en su escaparate, sea el mes que sea, porque ningún virus chino nos va a quitar la ilusión. Ya están descoloridos, porque estuvieron en una de las ventanas de casa. Pero ahora los tengo en la entrada, protegidos de la lluvia. Y se siguen descoloriendo. Así que esa es la pared que veis detrás de los cinco molinillos de viento que he puesto para conmemorar abril, el mes de la literatura. Nada original… una casa en la zona rural. No sé si me aguantarán todo el mes, porque aun habiendo apretado bien el pincho contra el palo para que no giraran, ahora se debe de haber aflojado y hace un rato había aire y estaban…
Me habían hecho una propuesta editorial para publicar mi cuentario Ciudad Perro desde Libros Indie, pero nos ha cogido la pandemia en mitad de la negociación. Ante mi educado silencio, me ha llamado uno de los propietarios de la editorial y me ha contado los planes de futuro que tienen para cuando esta distopía termine. Opinando sobre lo que se nos viene encima de forma diametralmente opuesta (mi opinión es bastante cenicienta, pero si amanece de color de rosa sabré disfrutarlo) me voy a poner a su lado para luchar por este ilusionante proyecto editorial y voy a remitirles el contrato firmado a vuelta de correo. Yo opino que «la normalidad» no la vamos a recobrar, como ocurrió cuando tumbaron las Torres Gemelas. Ya hemos olvidado cómo cogíamos los aviones#132 al final del siglo pasado y pienso que nuestro constitucional derecho de reunión quedará cercenado por el bienestar general durante una temporada… Así que las presentaciones de libros al uso quedarán en un «ya veremos» que dependerá de un numerito que el político de turno establezca… 1.000, 500, 100, 50, 20, 10, 5… Que a su vez dependerá de alguna fórmula estadística incomprensible para los literatos. Pero su opinión es…
Me había invitado Mar Prieto, propietaria de la Librería Reconquista, a asistir a la presentación de la Escuela de Cuentoterapia en Oviedo en su librería. Tengo que adelantar que todas estas terapias que han surgido como las setas detrás de la lluvia (aromaterapia, risoterapia y otras mixtificaciones) me provocan rechazo. Así que acudí con ciertas reservas. Pero esto de la cuentoterapia sí tiene enjundia. No se trata de sanar a nadie a base de leerle cuentos. En una reunión concertada a tal fin, se utilizan cuentos comerciales y cuentos tradicionales para presentar un determinado aspecto de orden social o/y personal a un público objetivo que reúne unas características comunes, a fin de mejorar su desempeño en la faceta tratada. Luego, sobre la lectura del cuento, se debate y se abordan las problemáticas en que el colectivo pueda estar inmerso. Se trata de, mediante la lectura de uno o más cuentos, mostrarles a las personas los errores que puedan estar cometiendo y sus posibles soluciones, o la forma de encarar aquello que está produciendo fricciones indeseables en su vida. Al igual que nos identificamos con los personajes de una película, también el colectivo al que se le dirige la lectura del…
Había enviado el jueves mi minicuento a Relatos en Cadena, de Cadena SER, sin mucha convicción. Creo que el tema es bueno, pero no había trabajado el texto. Y es que darle mente al minicuento empieza a comerme tiempo del que empiezo a no disponer. El Punto Jonbar Le obligaron a sentarse en el sofá, junto a sus zapatos. Era un castigo leve. Había venido del colegio metiéndose por todos los charcos. Los zapatos eran nuevos y estaban arruinados. De pronto, mi hermano Juanjo se puso en pie en el sofá y comenzó a saltar de aquí para allá, a dar botes y a dejarse caer en los cojines. Mis padres le rieron la gracia. Hace tiempo recordé esta anécdota, y desde entonces pienso que aquél fue el día en que Juanjo comenzó a torcerse irremisiblemente. Hoy le han caído diez años. Y aún tiene otro juicio pendiente. Es un tema de actualidad… El consentimiento permanente que hacemos a nuestros hijos, quizá como réplica a los sopapos que nos daban a nosotros día sí y día casi también. Pero con tantas contemplaciones caemos en dejación de funciones. Evidentemente, educar a un crío a base de guantadas le forja el carácter…
Ayer daban salida al concurso de cuentos en cadena, aplazado el lunes por ser festivo. Los cuentos ganadores los tenéis que buscar en este enlace, en la semana 14. Perdido para siempre Había pedido a los Reyes que le devolvieran a su papá. No iba a ser tarea fácil. El padre era fumador empedernido, y el ingenuo Rey de oros le entregó dinero. Entonces se aficionó a la bebida. El Rey de copas le amargó el trago. Cuando el padre se enganchó al crack, el Rey de espadas le tajó las aletas de la nariz. Mutilado, se colgó del bacarrá; y el Rey de bastos partió la mesa. Enfadados, viendo todos sus esfuerzos conjurados, los trasgos malévolos le procuraron la peor de las adicciones, la más temible de todas: le aficionaron al concurso de microcuentos… Y el Rey de corazones, nada pudo hacer. He querido desmarcarme de la tendencia a que abocaba la frase de inicio y la insalvable fecha del 6 de enero apelando a otro tipo de reyes. Di por sentado que premiarían la imaginación, pues durante la emisión siempre critican los lugares comunes. No ha sido así. Los cuentos seleccionados como finalistas han sido tres cuentos moñas,…
Un nuevo lunes sin llamada y sigo jugando. Esto es como las tragaperras, que te entonteces con ellas porque de vez en cuando toca. ¿Tendré que volver a escribirles un cuento sólo diálogos como la otra vez? Claro que el título que me he buscado esta semana igual no ayudaba al concepto de microcuento. Navidad del estudiante, una mano detrás y otra delante Cuando llegué estaban poniendo la mesa para cenar. Para mí no había nada. No había llegado la asignación de mi casa y nada puse para la cena de navidad. Les saludé y me fui a mi cuarto. Cené un trocito de pan con un par de lonchas de mortadela. Me iba a meter en la cama cuando dieron tres toques seguidos en la puerta. Era Alfonso, que venía con un puñadito de cacahuetes. —Hoy hemos cenado algo calentito: un caldito de berzas y medio huevo duro para cada uno. Traigo mi postre, para compartirlo contigo. Le agradecí el gesto. ¡Cómo decirle que tengo escondidas seis lonchas de mortadela…! El cuento está contado para superponer dos visiones a la vez. Según se lee es un cuento intemporal. Nada se nos dice de la época en que…
No contaba con que me llamaran esta semana de la Cadena SER (ya ni digo que me clasificaron como finalista en mi tercera participación). El cuento presentado puede ser etiquetado de tendencioso. No es así, pero primero os lo muestro y luego lo explico. Vocación Le confesé a mi padre lo que había hecho. Aunque era ginecólogo, yo tenía miedo a perder la vista, como aseguraba el padre Rosendo que nos ocurriría, y decidí contárselo todo. Entre risas, mi padre me reveló que él había hecho lo mismo a mi edad. Y con el padre Rosendo, para más inri, pues fueron compañeros en mi colegio. De pronto mi padre se puso serio y me despachó de sopetón. Me rezagué por el pasillo al oír que llamaba por teléfono: “Oye, Rosendo, no seas cabrón y manda enfoscar ya el agujero del tabique de los vestuarios”. Así, a bote pronto, cualquiera se irá por los cerros de la pederastia del cura. Pero el cuento tiene otras lecturas. Primero, para los que sólo viajan en una dirección, queda claro que el narrador es alguien en edad escolar… Pero debería haber latido la duda de si era niño o niña. El cuento…
Esta semana me ha gustado mucho el minicuento ganador. Hoy se han liado y sólo ha habido dos finalistas. En el podcast explican por qué (busca en La ventana, de Carles Francino, el programa de hoy lunes día 9 de diciembre). Y el que esté libre de errores que tire un pedrusco hacia arriba. Mi cuento lo tenéis aquí debajo. Le hacía un pequeño homenaje a la novela Qué difícil es ser dios, de Arkadi y Boris Strugastky, retomando la idea de la Iliada de cómo los dioses juegan con los humanos. En mi historia, a uno de esos dioses se le atragantan los garbanzos con los que debía comenzar obligatoriamente el cuento de esta semana al darse cuenta que no sólo los ingiere gracias a la vileza propia de los humanos. Plato único Se me acumulan los garbanzos. Algunos la juzgan legumbre indigesta. Son los muertos quienes atragantan a otros. Yo, por cada muerto, pongo un garbanzo en la olla. Ese fue el trato. Lo acepté desde el principio porque comería a diario. Llevo muchos cazos vaciados, nunca faltan los garbanzos. Pero hace meses que no me apetece comer. Y los garbanzos rebosan la marmita. El tableteo de…