Son muchos los críticos y los expertos —cualidades que no siempre se dan en la misma persona— que aseguran que el cuento está próximo a la poesía. Yo siempre he creído que el cuento estaba más próximo a la novela y al teatro. Aunque no se dan en mis cuentos, entiendo las razones que existen para conectar cuento y poesía. Si estoy en lo cierto, el cuento estaría en el centro de una i griega, donde convergerían los tres géneros literarios clásicos: lírica (poesía), dramaturgia (teatro) y narrativa (novela). Rizaré el rizo y dibujaré un tetraedro regular: En cada ángulo de esta pirámide situaremos uno de los cuatro géneros literarios actuales… los tres ya expuestos más el género didáctico. Entre otros subgéneros, la fábula pertenece a la didáctica literaria. Y es obvio que el cuento también se halla próximo a la fábula. Por tanto, el cuento estaría en algún lugar cercano al centro de gravedad de figura geométrica tan estable como es el tetraedro regular. Las historias que tanto nos gustan podemos escucharlas, leerlas o asistir a su representación. El cuento se disfruta de todas estas formas. La oralidad es el vehículo de la mayor parte de las historias que nos…
En sus cursos de creación literaria, uno de los gurúes de este pasatiempo que es escribir (pasatiempo que algunos agraciados consiguen monetizar suculentamente) repite sin desmayo que hay que abrirse en canal para escribir, volcar sobre la pantalla o página en blanco todo lo que uno tiene dentro, vaciarse, desnudarse ante el lector y, en fin, mil metáforas más para venir a decir que lo conveniente es contar las propias interioridades de cada uno para triunfar en este arte de la escritura. No seré yo quien lleve la contraria a Tom Spanbauer que, así como otros han conseguido rentabilizar el vicio de escribir, él ha conseguido vivir del vicio de los demás. Y a fe que le va bien, porque algunos de sus alumnos han triunfado en el mundejo editorial (lo que nunca es sinónimo de calidad, dicho sea de paso) y —lo que es más sustancioso— han triunfado en el inframundo literario del cine, convertido desde hace décadas en supramundo de los negocios y el glamur. Entre sus más notables alumnos se encuentra el señor Palahniuk, autor de la novela El club de la lucha, célebre por su versión cinematográfica homónima. Este exhibicionismo literario nunca me ha satisfecho. A…
Tarde apacible del mes de agosto al menos en estas latitudes. Sol que se deja querer entre la brisa que recorre la fronda. Perderse en el medio rural donde vivo ha dejado de ser algo extraordinario para convertirse en rutinario, pero no por eso exento de encanto. Aunque sí debo reconocer que se apagan aquellas primeras sensaciones. A veces uno cambiaría la quietud del campo por el pulso tenso y vibrátil de una cafetería de ciudad. Urbanitas que somos… Pero bien entre mesas urbanas, ahora vacacionalmente vacías, o entre la agreste foresta, llena ahora de voces y prisas humanas, apetece sentarse durante unos minutos con la tablet en ristre (bendita y mágica tecnología) para entrever más allá de la vigilia y más acá del sueño un programa sobre el cuento. Os dejo con Rafael Pérez Gay y su «La otra aventura».
Dos horas de entrevista con Julio Cortázar, sin levantarse de la silla y en blanco y negro. Aquella televisión ya no se hace; hoy todo tienen que ser chistes fáciles (gags), y voces, insultos y carnes al aire. El magnífico programa A fondo, presentado por Joaquín Soler Serrano, hoy no tendría cabida en los actuales formatos televisivos, donde si no hay movimiento en pantalla, los contertulios deben darse gritos entre ellos. ¿Cuántos modernos televidentes serán capaces de permanecer dos horas ante la pantalla oyendo hablar, escuchando razonar, y comprobando cómo el entrevistador deja hablar y no trata de exhibirse él como si fuera una vedete? Debo decir que en la entrevista se fuma, y hasta Cortázar, abiertamente, solicita un poco más de whisky (corría el año 1977). Tampoco había pinganillos para indicar al conductor del programa cuándo cambiar de ritmo. El ritmo es el mismo durante toda la entrevista: sólo se busca extraer los conocimientos del autor para brindárselos a la audiencia. Si con lo que he dicho el lector de esta entrada no siente curiosidad por embeberse de Cortázar, quizá esté en el blog equivocado. Empero, este vídeo que hoy rescato es una joya impagable: https://www.youtube.com/watch?v=ppon2ldpJwU
Dejo aquí dos excelentes programas de Café Chéjov protagonizados por dos reinas actuales del cuento que comparten la nacionalidad que ya se adelanta en el título de esta entrada. El dedicado a Samanta Schweblin fue subido a la red el 20.09.2016. El monográfico sobre Mariana Enríquez lo subieron el 17.07.2017. Cada escritora nos deja sus impresiones sobre el género del cuento, y además de recomendarnos sus tres cuentos preferidos, nos hablan de muchos otros cuentos. Son vídeos para disfrutarlos, para paladearlos, y para revisualizarlos volviendo a disfrutar de todas y cada una de las expresiones de estas dos reinas del cuento.
Caballero Bonald ha dicho recientemente: La literatura que se limita a contar historias no pasa de ser una crónica periodística, pierde su condición de literatura. La literatura es el arte de crear una nueva realidad, de interpretar estéticamente el mundo, no de copiarlo. A falta de matices, esta declaración ha vuelto a lanzar por noningentésima nonagésima nona vez el viejo debate: ¿debe considerarse sólo literatura lo escrito con acúmulo de raros sustantivos a los que se anejan bellos adjetivos, y verbos insólitos con adverbios rebuscados? Los que no tenemos el hablar liso y llano por demérito sonreímos ante afirmaciones de este tipo (de esta clase quiero decir, no de Caballero Bonald, al que nunca cometería la bajeza de motejar como tipo… vaya desde estas misérrimas líneas mi reconocimiento para el maestro). Arriba un mar de autores a las costas literarias que bien por incapacidad (que reconozco que es mi caso), por hastío o por pigricia (que creo que también es mi caso), o por considerar que los mensajes elaborados a base de lindas palabras, si bien activan la mente y ejercitan el pensamiento lateral a la par que avivan la imaginación, no impactan en el ánimo del lector con la…
Excelente programa en red del escritor mexicano Rafael Pérez Gay: La otra aventura. La entrega que enlazo trata sobre el oficio de escribir, con profusión de lecturas recomendadas y consejos de autores célebres. Tiene dos años menos un mes: Programa del martes 30 de agosto de 2016. El programa lo vertebran dos lemas con los que Pérez Gay ha creado escuela. Con el primero, en la apertura, nos recuerda que Bioy Casares dejó dicho: Leer es la otra aventura, y la primera es, probablemente, la vida misma. Al finalizar el programa se despide diciendo a cámara: Abres una puerta y detrás de ella aparece un mundo; eso… eso es un libro.
Ayer sábado, 14 de julio, me fui a Avilés, al Celsius 232. Me fue grato encontrar a las mismas personas en los mismos sitios. Nada parecía haber cambiado desde la última vez que acudí, hace dos años, y sin embargo había muchas novedades. Una organización excelente y puntual: no hubo demoras, se respetó el programa, encontrabas a quien buscabas en el lugar señalado a la hora marcada. Gran idea utilizar la aplicación Grenadine. Ya la he desinstalado de mi smartphone, pero me hago una nota mental para la próxima vez que acuda a un evento que utilice esta aplicación, habilitar la opción de señal acústica para los avisos a los eventos. Seguro que la aplicación mejora. Me gustó departir con Nacho Rodríguez, capitan de los Hijos del Lobo, de Gijón, que aportaron su mundo medieval de espadas, corazas, cascos y mazas, a un evento que destila esencias frikis en cada vuelta que das. Más que interesante la artesanía que elaboran, y cómo solucionan los problemas logísticos con los que topan. Por cierto, que se vienen a vivir al concejo donde resido. Charlé con los editores presentes en las casetas. Lamento no haber ido tomando nota de los nombres de cada…
Ayer sábado he ido a Gijón, a la Semana Negra. Hacía mucho tiempo que no iba. Me he llevado una tremenda decepción… Aquello es un pulguero. Un aspecto desagradable, mucha quincalla, tenderetes amedievalados que entrechocaban con jaimas, un desorden aparente y una suciedad patente que no invita, no ya a volver…, ni siquiera a entrar en el recinto. Todo eran carpas que fueron blancas en un tiempo pasado, confiriendo un aspecto tercermundista al conjunto, como si de un campamento trashumante se tratara. En mitad del recinto se abre un bracito de mar con un agua estancada de un pavoroso verde grisáceo, con limo y adarce cuyo hedor no llega al visitante pues lo anulan los cien olores abigarrados que emanan de los tenderetes que se apiñan en un puñadito de metros cuadrados. Parece ser que antaño aquello fue un pequeño muelle de atraque o algo similar, que ya era viejo cuando el Dr. Watson narraba sus peripecias junto a Mr. Holmes(*). El suelo del recinto es irregular, con el firme suelto, y polvo y suciedad por doquier. Una mugre que refleja el abandono de todo el año. Aquello pide a gritos un asfaltado completo, y si se me apura, marcas…