(Probando emojis; sí, sé que me he pasado, pero también sé que me paso de ironías y sólo las pillo yo; a ver si con los emojis no aparento tan chulo y engreído). Esta semana no me han llamado de la Cadena SER 😉, y mira que mandé un cuento que encajaba con la tendencia que está siendo premiada 😎. Sí,claro: he estado estudiando el tipo de cuentos premiados 😅 y creo que puede extraerse un perfil… Lógico por otra parte, porque un género tan minimalista como el minicuento maniata bastante 😲. Ahora toca observar para cotejar si los subsiguientes finalistas semanales mantienen el perfil que he inferido a fin de ratificarme 😁. Y comprobar si con el paso del tiempo se van introduciendo sutiles desviaciones que a su vez se conviertan en tendencia, alterando el perfil inicial. Muy interesante este estudio… 😃 Sin duda reciben muchos buenos minicuentos entre la media de ochocientos semanales. Y tampoco sería prudente para la imagen del concurso que llamaran al mismo tipo la semana 6 y la semana 8 😇. Y además… por qué no reconocerlo… tuve algo de chamba la semana 6, dado que habiendo tanto donde elegir me llamaron a mí…
Éste es el minicuento que había enviado al concurso Relatos en cadena, de Cadena SER, para participar en el primer lunes de noviembre, la semana 7 de este curso 2019-2020. Ellos son nosotros No es cierto que tengan siete vidas. Son muchos, pero no son tantos. Vamos, chavales: ¡podemos echarlos! La calle es nuestra. NOSOTROS MANDAMOS. ¡Vamos, vamos! La razón está con nosotros. Arriba, ARRIBA… ¡Levantad ese ánimo! Llevamos muchas horas, pero ha llegado el momento. ¡VAMOS A POR ELLOS! Protegeos y luchad. Nos piden que vayamos hasta la barricada. Lo escribí para mí, no para el concurso. Hubiera sido demasiado hubiera sido finalista dos veces consecutivas… Lo cierto es que se me ocurrió la idea y me lancé a ella. Pero sé que necesita explicación… Es un minicuento donde no se sabe de qué se habla hasta la última frase. Y una vez terminado el cuento, el lector no sabe de qué bando habla el cuento. (Obviamente habla de los disturbios de estos días atrás en Barcelona, pero también de los que había en mi Bilbao años ochenta). Pero no pasemos por alto el título. Si se lee despacio, el título habla de una identificación. Pero si se…
Esta semana pasada participaba por tercera vez en el concurso de la Cadena SER «Relatos en cadena», del programa LA VENTANA. Pues el mío ha sido uno de los tres finalistas entre 814 minicuentos presentados esta semana. Hoy por la mañana me han llamado de la radio para informarme del reconocimiento que han hecho a mi trabajo y para pedirme que estuviera localizable durante la emisión del programa. Se trata de crear un minicuento de cien palabras máximo a partir de una frase que ellos te dan. Título y frase inicial no contabilizan para el cómputo de las cien palabras. Una vez en antena, leen los tres minicuentos finalistas y cada uno de los autores damos nuestro voto a uno de los otros dos minicuentos. Luego, una nómina de expertos votan también al minicuento que más les haya gustado. Así se elige el ganador de esta semana, que luego optará a ser ganador mensual. Los ganadores de cada mes (de septiembre a junio) participan con su minicuento ganador mensual en una final anual con premio en metálico. Con humildad he de reconocer que mi cuento no ha recabado ningún voto en esta fase final. Pero al menos ha sido elegido…
Después de contactar vía Internet con algo más de ciento treinta editoriales, no he logrado que ninguna quisiera publicar el libro de cuentos que hoy te regalo. No buscaba dinero, sino promover un debate serio y sosegado sobre la proliferación indiscriminada de canes en las zonas urbanas (y en las rurales, donde algunos lugareños persisten en asemejarse al necio paleto de barrio). Ofertas sí que he recibido, pero o bien eran de autopublicación o bien una forma enmascarada de autoedición. También hubo quienes se arrugaron… Por lo visto aún no está el bollo para este horno y temían que les escrachearan su trabajo editorial. Como editar el libro en formato EPUB no me supone ningún esfuerzo extraordinario, aquí lo tienes (para lanzar la descarga pincha en el icono verde de ePUB de más abajo). Trece historias (dos han sido recuperadas de Los cuentos de Juan Norris) que caminan desde lo realista al esperpento y a lo grotesco para llegar al duodécimo cuento, que incursiona en una cercana pero preocupante distopía. Habrá quien no entienda el mensaje, que anticipo en el prefacio y que zanjo en el ultílogo, ventanas desde donde, en tanto que autor, hablo con el lector. Pero cada…
Mi segunda participación en el concurso de Cadena SER «Relatos en cadena», del programa LA VENTANA. El minicuento debe comenzar por con la frase A seguir viendo la tele: En soledad coral A seguir viendo la tele entre hibernados con níveas crestas y gárgolas de crasas testas que ni ven, ni sienten, ni padecen los dolorosos parpadeos destellantes que emanan de la pantalla en la quietud silenciosa del vaho a orín que satura la atmósfera de la sala, incapaces de retener la rauda ligazón de sinalefas de contertulios oráticos, y sin vista para leer, ni pulso para escribir, me veo aparcada en mi silla de ruedas, abandonada frente al televisor mientras ellos ríen y charlan y comen dulces en la sala de celadores, y recuerdo que mientras fui joven jamás pensé terminar así. Un minicuento que casi ocupa el total de palabras permitidas pero que se desarrolla en una frase laaarrgaaa y abarrorrocada. Este minicuento nos hace pensar en situaciones que vemos lejanas pero que acaban llegando. Aquí los ganadores de esta semana 5, para ver qué tal eran.
Ésta es mi primera participación en el concurso de Cadena SER «Relatos en cadena», en el programa LA VENTANA. Veremos qué tal lo hago. El minicuento debe comenzar por con la frase Tampoco hoy encontré trabajo: Apocalipsis XXII Tampoco hoy encontré trabajo. Llego cansado de caminar… He ido a la gasolinera de arriba, al supermercado de la esquina, al prostíbulo de abajo… Acabamos de entrar en el nuevo siglo, y no hay trabajo para un profesor de informática. Hoy día cualquier padre sabe conectar el ordenador al cerebro del hijo. Hacen que todo sea tan fácil… Miraré en el cristal, a ver qué trae la oferta de empleo pública… ¡Otra vez ese anuncio!: Oposiciones a verdugo. ¿Qué será eso? Un minicuento futurista donde la tecnología ha evolucionado, los problemas de nuestra época persisten, pero socialmente ha habido una involución. Aquí el enlace para cotejar con los finalistas de la semana 4.
Una vez, hace muchos muchos años…, era yo jovenzuelo imprudente, todo arrojo y gallardía, un carpintero bastante mayor que yo me dijo en franco tono de admonición (no era Jesús, pero era Ángel): Tú puedes decir que tu pan es bueno; incluso puedes decir que tu pan es el mejor. Lo que no puedes decir es que el pan de los demás es malo. Frase lapidaria que no necesita explicación. Pero encuentro entre las gentes que escriben (y les presuponemos capacidad intelectiva) la mala praxis de criticar a escritores que les precedieron. Es un vicio muy extendido (de ahí la admonición del carpintero). Pero no es lo mismo criticar en petit comité que hacerlo en un medio de comunicación de masas. Una cosa es hacerlo entre chavales de barrio y otra que lo hagan personas que escriben y que pretenden parecer respetables. Son vilipendios inadmisibles con los que pretenden eliminar a quien entienden como rival directo y obstáculo para su lucimiento profesional. Tiran contra compañeros de arte consagrados y fallecidos (hablar mal de quien no puede replicar implica un desdoro personal). Aunque sólo tienen bala de fogueo, que únicamente produce estampido y llamarada. Sus dardos no hacen diana, pero ellos,…
Este pasado viernes, 16 de agosto, me había comprometido con Tania Alonso, con mi club de lectura llastrín, y con la autora, a volver a la biblioteca de Llastres para la presentación de la novela Desaparecer, de Marina Sánchez Braña. La veinteañera nos contó que con el libro ya terminado, el Tutivillus informático hizo desaparecer todo el trabajo del disco duro. Así que haciendo del dolor virtud, se puso a la tarea de escribirlo de nuevo. No digo de reescribirlo porque, tal y como nos confesó, este segundo libro es otro que poco se parece al que el maléfico diablo Tutivilo (para otros autores no pasa de duende burlón) se llevó del mundo de las cosas al limbo de lo que pudo haber sido y nunca será. Marina Sánchez Braña Marina nos contó también que su gusto por la música queda reflejado en la novela, enumerando las canciones que el protagonista está escuchando en cada momento, siendo la música un hilo conductor del transcurrir de la escena. La novela comienza con un discurrir de conciencia y a tenor de lo que nos explicó Marina, al rehacer el libro decidió asumir el reto de narrar desde la mente de un protagonista…
El género del cuento pasa por ser el género literario más antiguo, anterior incluso a la invención de la escritura, cuando los cuentos se transmitían oralmente, de abuelos a nietos, para preservar un conocimiento útil para la tribu y para el individuo. Supongo que los temas de los primeros cuentos versarían sobre tácticas y estratagemas de guerra y de caza. Y sobre las estaciones y los elementos; y sobre los frutos, las semillas y el ganado; y sobre la disposición de los primeros asentamientos. En los albores de la humanidad, quizá muchos fueran cuentos de miedo: el oso en la gruta, el cazador perdido, la tempestad y el naufragio, la serpiente dormida entre los cestos de recolección, el bulbo venenoso (o lisérgico)… Un cuento no contiene una moraleja —eso queda para la fábula—, sino una enseñanza; al menos hasta la aparición del cuento literario, a comienzos del siglo XIX. Mucho antes de la aparición de ese nuevo tipo de cuento, que también busca la belleza en la narración, hubo escritores que se dedicaron a recopilar cuentos para que las enseñanzas no se perdieran y fueran de provecho a generaciones futuras. En Europa puedo citar de memoria al Infante don Juan Manuel…