Esta semana me ha gustado mucho el minicuento ganador. Hoy se han liado y sólo ha habido dos finalistas. En el podcast explican por qué (busca en La ventana, de Carles Francino, el programa de hoy lunes día 9 de diciembre). Y el que esté libre de errores que tire un pedrusco hacia arriba. Mi cuento lo tenéis aquí debajo. Le hacía un pequeño homenaje a la novela Qué difícil es ser dios, de Arkadi y Boris Strugastky, retomando la idea de la Iliada de cómo los dioses juegan con los humanos. En mi historia, a uno de esos dioses se le atragantan los garbanzos con los que debía comenzar obligatoriamente el cuento de esta semana al darse cuenta que no sólo los ingiere gracias a la vileza propia de los humanos. Plato único Se me acumulan los garbanzos. Algunos la juzgan legumbre indigesta. Son los muertos quienes atragantan a otros. Yo, por cada muerto, pongo un garbanzo en la olla. Ese fue el trato. Lo acepté desde el principio porque comería a diario. Llevo muchos cazos vaciados, nunca faltan los garbanzos. Pero hace meses que no me apetece comer. Y los garbanzos rebosan la marmita. El tableteo de…
Comienzo hoy a dejar constancia en mi blog de entrevistas a escritores, entrevistas que aportan algo al oficio de escribir y que voy guardando pero que acabo extraviando. Así las tendré consultables a la par que alguien más puede beneficiarse de su lectura. 04.11.2019 — Ana Blandiana [Otilia Valeria Coman] (Rumanía, 1942). * Al protegerse de la censura, la poesía no renunció a su propia definición sino que le confirió más matices y más profundidad. * (…) la metáfora, que es una comparación a la que le falta un término, confiere a la poesía la posibilidad de escapar de la censura y situarse a mitad de camino entre el poeta y el lector, quien completa la verdad expresada a medias. * Se trata de una resistencia contra la cultura de consumo, contra la subcultura y el entretenimiento, la vulgaridad y lo hortera que, al amparo de industrias muy rentables, aíslan la verdadera cultura de un público empujado cada vez más hacia las zonas del mínimo esfuerzo intelectual y del mal gusto. * (…) en condiciones de libertad lo perverso se aprovecha más de ella que el bien. (…) cuanto más pequeños y aislados sean los pueblos, resultarán más manipulables (…)….
Una semana más he concursado sin éxito en Relatos en Cadena… SER, en el programa La Ventana, dirigido por Carles Francino. Me he acostumbrado mal al rozar las mieles del éxito en mi tercera comparecencia. Aquí os dejo mi cuento de esta semana. Ya sabéis que la frase en negrita es el texto con el que tenía que comenzar el minicuento de esta semana. Esta vez he enviado un minicuento no sé si de género negro o quizá marginal, o a lo mejor un trocito de roadtale. Un cuento descarnado seguro. A lo mejor no ha gustado la crudeza que como que quiere asomar, o quizá es que choca con el tratamiento socialmente correcto que hay que dar hoy en día a las damiselas, o a lo mejor las palabras fornicar y polvo no son aptas para este horario. De los tres cuentos seleccionados, a mi juicio sólo el que ha ganado tenía realmente calidad (el mío no lo sé si la tiene). A lo mejor a Juan Madrid sí que le gustaba… Dura lex, sed lex “Sufriendo lo indecible por amor””, reza la leyenda entre las piernas del pibón del almanaque. Almanaque adosado a una mugrienta pared. Pared que…
La nueva corriente de candidez buenista (más cabría tildarla de calambrazo, jugando con el campo semántico) está arramblando con costumbres inveteradas sin detenerse a revisar los motivos por los que han pervivido hasta nuestros días. Una de estas modernas avalanchas es la del feminismo visceral, que como toda religión cursa ganando prosélitos, actualmente derivando a secta (pregunta a las jóvenes universitarias lo que les cuesta abandonar el grupo cuando se dan cuenta de que reciben órdenes que deben acatar aunque perjudiquen su plan de estudios). Una de las cruzadas de este neocredo es eliminar cuentos populares de las bibliotecas infantiles. Las desnortadas y confundidos adláteres han tildado de machista el saber ancestral acumulado en los cuentos populares. Y se les ha ocurrido que la solución es prohibir su lectura. Y para que nadie desobedezca el mandamiento, los libros son retirados de las bibliotecas infantiles. Y supongo que quemados, pues es la manera de evitar que futuras generaciones caigan en el pecado de lesa mujertad que es leer Caperucita roja. Es éste un cuento medieval originario del norte de los Alpes y de la montañosa región del Tirol, y prosperó en un tiempo donde las ciudades europeas estaban rodeadas de bosques…
Me tengo por buen observador. Igual no lo soy tanto como yo creo, pero es una de esas características que, imposible de medir, sí permite comparación. Y mi ojo articulista debe ser más observador que mi ojo cuentista, así que ahí va este artículo, redactado en primera persona del plural para no zaherir susceptibilidades. He observado, hablando con lectores, que a la hora de leer un cuento (o novela) anteponemos nuestras convicciones para juzgar el texto que cae en nuestras manos. Si el cuento no comulga con nuestras convicciones, no damos el paso a valorarlo literariamente. Esta sociedad que hemos construido entre todos (quizá vivimos en la peor sociedad que podíamos haber construido —gracias Mayda por la frase—) nos ha perfilado una mente maniquea: o me gusta o no me gusta. Pero por debajo del discernimiento nos horada la corriente de nuestras convicciones políticas, que lamentablemente han vuelto a dividir a la sociedad. Antes (y no sé muy bien qué tiempo es «antes») veíamos con distancia a las personas cuya vida era la adhesión política, y nos compadecíamos de su afición seguidista. Ahora todos nos adscribimos a una causa, y vemos con distancia a quien no defiende ningún credo político….
Ayer jueves me habían invitado a la presenta de La tumba del rey, de la gijonesa Carlota Suárez, en la biblioteca pública de Llastres. Carlota apareció acompañada de su pareja (que se ocupó de que todo estuviera a punto) y de su librera de confianza (que fue la conductora de la entrevista), y llegaron apertrechados de un proyector para apoyar su presentación con el visionado de fotografías y vídeos. La combinación de comparecencia presencial y nuevas tecnologías agilizó y amenizó la presenta. Carlota nos contó el trabajo de documentación que abordó para su segunda novela, ubicada en la localidad grancanaria de Agaete. La tumba del rey es una novela negra que discurre en la isla y tiene como trasfondo la excavación arqueológica de unos túmulos icónicos en aquella región. La novela excava también en el interior oculto de los seres humanos, dotando de un trasfondo psicológico a este género policial y detectivesco, morboso por definición secular. Según nos contó Carlota, tanto la brigada científica de la Guardia Civil, como el equipo de arqueólogos, como las personas en posesión del conocimiento histórico de esta bella población insular, se volcaron con ella en las labores de documentación que requiere todo trabajo bien…
Otra semana más que pifio. Bueno, quizá se me ha subido el yo-yo a la cabeza, no lo niego, pero la leche, a fe que no estoy mandando cuentos flojos al concurso de Cadena SER. A las 18:00… La ventana de los libros. Amores reñidos, los más queridos Antes de ver lo que Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases, todo sexto corrió despavorido: ¡Angelita le había rechazado la tarde anterior! Pero entre los compases Arturito traía un clavel amarillo. Angelita, sonriendo con ternura, lo descuajeringó. Arturito, encolerizado, la agarró del cuello para estrangularla… o besarla… Pero Angelita, que sabía pelear, sujetó la cabeza de Arturito y le arreó un rodillazo en sus partes. Arturito se desplomó gimiendo y Angelita, arrepentida, se agachó y le estampó un beso en ‘toa’ la cara. Arturito rió bobalicón: «me quieres…». Angelita, enrabietada, se incorporó y le propinó una patada. Ahora son felices con su matrimonio… Y al cruzarse por la calle continúan ignorándose. Bueno, seguro que esta semana los hay mejores. No lo había leído desde el miércoles que lo había enviado y ahora no me parece nada del otro jueves. Pero no cejo, no cejo… jajajá.
La segunda parte de mi visita del viernes a Oviedo me llevó a otra presentación, mucho más alegre y para nada agorera. Tenía lugar a las 19:30 en la Librería Reconquista, propiedad de la presidenta de la Asociación de Libreros de Oviedo, Mar Prieto. Mar nos había preparado una vespertina más que sabrosa: Isma Villasol nos presentaba su recopilación de poesía instagramera. Sí, como lo lees: Instagram ha unido una pléyade de novísimos poetas que dejan constancia de su obra literaria en la plataforma visual por excelencia. Como nos contó allí mismo, Isma había observado este fenómeno y contactó con treinta y ocho autores de siete países diferentes que le cedieron muy gustosamente los derechos para autoeditar un libro recopilatorio de poesía de Instagram. El título del libro, como no podía ser otro, Amamos la poesía: Antología poética – Instagram 2019, y sus ganancias están destinadas a un fin social. De izquierda a derecha: Sara Cangas, María Latores e Isma Villasol Con Isma estuvo María Latores, una de las coautoras del poemario, y ambos nos conmovieron al leernos una selección de poemas bien escogidos, obras propias y de otros compañeros que fueron buena muestra de lo que el poemario ofrece….
Anteayer viernes me fui hasta Oviedo con un doble programa. A las 17:30, Covadonga González-Pola presentaba, acompañada de Alex Sebastián, su nuevo libro El bosque de Sleipnir en una cadena de librerías tan famosa que no necesita de mi publicidad. Covadonga González-Pola presentando El bosque de Sleipnir Según nos contó la autora, que también es ambientóloga y editora en Madrid del sello Tinta Púrpura, Sleipnir era el caballo de ocho patas de Odín. No me enteré muy bien qué pinta el brioso caballito del dios nórdico en el argumento de esta novela corta, pero sí supe que este trabajo versa sobre una distopía medioambientalista (tan de moda en este comienzo de siglo, una vez carpetavetado el miedo al apocalipsis nuclear) que tiene por escenario el último bosque del planeta y por protagonista a una niña refugiada que arrastra unos problemas familiares huyendo por entre los restos de un extinto régimen autoritario. La atmósfera futurista se la da una red de cámaras en desuso (al estilo del Gran Hermano orwelliano; para los de la LOGSE, al estilo de Los juegos del hambre) que se convierten en las narradoras de la obra que allí nos presentaron. La novela cuenta con casi todos…