Hoy me han publicado en República de las Letras, la revista de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE), un artículo sobre el canon: Cuánto Canon. Es un artículo muy básico sobre lo que es y cómo asumir el canon literario. En el ladillo de cabecera me lo tildan de provocar polémica, al menos en un pasaje. Aunque no comparto esa visión, no deja de hacerme gracia: parece que estoy abonado a la polémica allá donde me muevo. Lo cual en esencia no es nada negativo. La polémica reaviva el debate, y el debate tensa la cuerda; la cuerda tensa nos permite construir y crecer. Pero la palabra se ha venido rodeado últimamente de connotaciones negativas: de polémico suele motejarse a quien provoca discusiones estériles, como si fuera un sinónimo de conflictivo. La palabra «polémica«, como recoge el DRAE, era sana y ahora estamos corrompiendo su significado. En fin, disquisiciones semánticas a un lado, espero que Cuánto canon os guste.
Esta entrada gustará a los amantes de los cuentos, esas historias que puedes leer esperando en el parque a la amiga que siempre se retrasa; o mientras llega el bus (que también se retrasa); o aguardando a un amigo que no encuentra la cafetería donde estás porque es un muñones con las nuevas tecnologías y se lía con los mapas y no se pispa de la ubicación que le has enviado; o viajando en el metro; o en la pizzería en tanto atienden tu pedido; o en vez de mirar cómo se te enfría la sopa que te acabas de hacer para cenar (pero sigue dándole vueltas para que no se te haga nata); y también llamando a Morfeo; o en el asiento por el que todos pasamos cada día; o haciendo tiempo antes de un examen… No, esto mejor no. O haciendo tiempo en el laundry del barrio porque si te vas se te llevarán el nórdico que te regalaron los viejos para que no pases frío en esa buhardilla en la que vives (y que no se enteren de que el frío, más que el edredón, te lo quita alguien). Un cuento también es una lectura que puedes…
Todos insistían: «Abre una página en Facebook»… «Todo el mundo está en Facebook»… «No seas carca y métete en Facebook»… Algunos hasta con acritud: «O estás en Facebook o no existes»… «Si no estás en Facebook no vales nada»… Todos saben que ni me gusta el Facebook ni lo entiendo, y es posible que ambas cosas se alienten entre sí para que la urticaria que me produce alcance el grado de severa. Qué le voy a hacer… Soy hombre-blog; desde casi los comienzos de la blogosfera (allá por 2004). Y tengo claro que el blog es el centro y el Facebook la periferia. Pero tan cierto es que hay que probar como que hay (algo de) vida inteligente en la periferia… fuera de Trántor. He claudicado y he abierto una página en Facebook… Ahora soy uno más… Ya soy estadística. Y como de los cobardes no hay nada escrito, ¡pues hala!, he abierto el Facebook urbi et orbi. Con esta entrada voy a probar si funciona (y ver cómo funciona) el plugin del WordPress que vincula el blog con la red social. Y como los cuentos están programados para los días 1 y 15 de cada mes, y como no…