Los políticos incapaces Eran unos políticos tan menguados y ramplones tan menguados y ramplones, que en vez de dictar normas las sugerían. El pueblo displicente Eran unos ciudadanos tan incívicos e ignorantes tan incívicos e ignorantes, que ni siguiera eran capaces de acatar los preceptos que garantizaban su salud.
La semana pasada una mujer vino a mi trabajo y pretendía hacer algo que mi empresa no permite hacer. Después de explicarle, y lograr que entendiera, que existe un reglamento que yo no he redactado y que mi misión consiste en hacer que las reglas se respeten, la chavala me dijo: «Pues esta va a ser la excepción que confirma la regla». Como los absurdos y los anónimos no merecen respuesta, cerré la ventanilla y allí se quedó dando voces al cristal. No era momento de explicarle a esa mujer que NUNCA una excepción confirmará una regla. La frase hecha «la excepción confirma la regla» es una derivación torticera de la frase original. Como ya soy viejo, he asistido en primera fila al deterioro social que ha sufrido esa frase, que en origen era: «La excepción prueba la regla». La subversión de la frase viene porque algunos entendieron el verbo «probar» como sinónimo de «confirmar», cuando en realidad significaba «poner a prueba»: «La excepción pone a prueba la regla… la prueba». Y luego llegó un giro más hacia el horror: «La excepción que confirma la regla», como si toda regla tuviera que soportar una excepción. Con lo que alcanzamos una…
«Te empeñas en seguir llamándolos relatos y luego hablas de cuentistas. Algo te falla en esa lógica».
Mi vida en el campo (sátira – 3.850 palabras) Parece que el concepto de España vaciada ha triunfado y en base a una idea garrapateada y sujetada con alfileres nuestros dirigentes se aprestan a elaborar políticas inversoras: han encontrado un objetivo, difuso y desdibujado pero objetivo al fin y al cabo. Y para más abundar, la covid19 está ayudando a que algunos urbanitas os decantéis por veniros a vivir al campo. Deja que te detalle las ventajas de vivir en el campo frente a las de vivir en la ciudad. Te llevo treinta y cinco años de ventaja, así que permíteme ser tu cicerone. Antes de entrar en detalles debes hacerte una composición de lugar. Existe un atávico resentimiento en el ruraleño por la pretendida superioridad del urbanita sobre el paleto de pueblo (digo paleto de pueblo porque también existen paletos de ciudad). Y llegas a terreno minado: ellos recelan, son sus pagos y a fe que tu incursión invasiva la vas a pagar. Urbanita, estás fuera de tu nicho y el vecino del campo se va a encargar de recordarte cada día que no eres «del pueblo de toda la vida». El pueblo es para los del pueblo. Por…
«Cuando el canto ya es esférico, seguir puliéndolo lleva a mermarlo. Lo mismo ocurre con el cuento». Un escritor inédito a un corrector que buscaba cobrar
«No sólo comprendí entonces que la literatura era un quehacer profundamente serio, sino también que, al menos en mi caso, ella entrañaba un peligro físico. Sentirme amenazado me deprimía y me restaba libertad para escribir, así que hice mis valijas». James Baldwin, cuentista
«Me sería más fácil cambiar, coquetear con los directores de revistas. No tengo ganas de traicionarme, quiero hacer solamente lo que me interesa. Y lo que me interesa es escribir sin que nadie me dirija, ni me compre. En Estados Unidos cuando uno se agacha, no se levanta más». James Purdy, cuentista
«La tragedia de los escritores norteamericanos es que se queman por no arriesgar, por reincidir en lo que les salió bien. No tienen una segunda oportunidad». Truman Capote, cuentista
«Me gusta más escribir un cuento como este que una novela de 300 páginas». Erskine Caldwell, cuentista