Envidia
Bajé al río. Cogí un canto cualquiera. El primero que encontré. Uno que ocupaba la palma de mi mano. Lo limpié. Le busqué un parecido con algo. Dije a todos que era mi piedra. Me mostré feliz con su supuesta belleza. Y en cuanto pudieron me la quitaron de la oficina.
Odio (en memoria de A.G.R-N.)
Encontré un bajo que nadie quería. Lo limpié. Lo adecenté. Le di una confortabilidad que no tenía. Lo habité. Se me veía feliz en mi bajo todavía con humedades. Y en cuanto pudieron me lo okuparon y me lo quitaron. Me echaron a la calle.
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