Ayer día sábado 22 de junio asistimos a un recital de cuentos en el Parador de Turismo de Cangas de Onís.
A iniciativa de su gerente, Ignacio Bosch, me corresponde el honor de seleccionar las lecturas de los tres recitales anuales que tienen lugar en el Monasterio de San Pedro de Villanueva, idílico paraje que fuera gestionado por los benedictinos en el medievo, y cuyo primer asentamiento fue una construcción prerrománica que data del siglo VIII, ordenado erigir por Alfonso I de Asturias, de la que en la actualidad no queda vestigio alguno. Sobre él se erigió el actual monasterio, en el siglo XII.
Como puedes comprobar se trata de piedras antiquísimas que atesoran historia y sosiego (y algún oscuro pasaje), y es en este más que privilegiado entorno, a orillas del río Sella y al pie de un gran tejo añejo, donde tienen lugar los tres recitales que anualmente hacemos coincidir con las festividades de San Juan, San Valentín y la conmemoración del Día de Difuntos, para dar valor al aserto del que fuera maestro cuentista, el mexicano Juan Rulfo, grosso modo, que en la literatura todos los temas pueden reducirse a vida, amor y muerte, respetando la mnemotecnia que sugiere la sinalefa y la aliteración, aunque en el calendario en curso, hemos de mantener ese orden comenzando in medias res.
Con motivo de la festividad de San Juan, en el solsticio de verano, fecha que da comienzo a las labores agrícolas de recolección (labores a las que se dedicaron los monjes benedictinos en las vegas que baña el Sella junto al monasterio), noche del fuego ancestral que purifica e ilumina la vida, es que nos reunimos para el recital de cuentos con el tema de la vida.
Un tema tan amplio que no limita a este selector de lecturas tanto como lo hacen las festividades de San Valentín y el Día de Difuntos, porque realmente en la vida cabe todo o así lo entiende quien estas líneas suscribe.
Esta vez, a diferencia del recital que por la festividad de San Valentín disfrutamos en la Sala Capitular del Parador, la reunión tuvo lugar en la biblioteca.
La afluencia no fue tan numerosa como meses atrás, donde rozamos el medio centenar. Esta vez nos conformamos con acercarnos a la veintena, que tampoco está nada mal para un evento cultural tan poco reconocido como es un recital de cuentos.
Los lectores fueron los mismos que intervinieron con motivo del tema del amor y del desamor: Ignacio Bosch, Gonzalo San Miguel, Manuel Martínez y Pilar Bestford.
Y para que disfrutes de las lecturas, te ofrezco a continuación los cuentos leídos:
- El águila y el pastor, del español Gabriel Miró
- Muebles El Canario, del uruguayo Felisberto Hernández
- El diente roto, del venezolano Pedro Emilio Coll
- Dulce pesadilla, Abnel, de la borinqueña Mayra Santos-Febres
Ignacio Bosch leyendo El águila y el pastor
Gonzalo San Miguel leyendo Muebles El Canario
Manuel Martínez leyendo El diente roto
Pilar Bestford leyendo Dulce pesadilla, Abnel
El porqué de la selección de cada cuento se desentrañó en la presentación de cada lectura.
Baste decir en síntesis que el cuento de Gabriel Miró hacía referencia a la vida en el campo y señalaba la diferencia de puntos de vista que tienen el ruraleño y el urbanícola.
El motivo de la elección del segundo ha sido llamar la atención sobre los giros que da la vida: cuando Felisberto escribió este cuento, a mediados del siglo XX, era un cuento onírico, y hasta lisérgico. En 2024, pasada una pandemia mundial, los pinchazos a que nos obligaron las autoridades al total de la población hacen de este cuento un texto de actualidad que nos lleva a pensar con qué facilidad los humanos asumimos la actitud borreguil del rebaño.
El tercer cuento fue elegido, al hilo del debate que promovía el cuento anterior, para mostrar las carencias de los políticos que gobiernan la vida en el siglo XXI, cobrando valor este texto porque el autor fue un político y diplomático de renombre en su tiempo, y justo es reconocer que debía saber de primera mano el material del paño que envolvía su actividad. Nuevamente la lectura señala que poco o nada cambian las actitudes humanas con el paso de los siglos, y como nuestra vida no suele dar para tanto, hemos de leer a quienes nos precedieron para situarnos en la vorágine desnortada actual.
Por último, el cuarto cuento nos muestra cómo es la vida de personas eficientes que nos rodean a diario, con las que interactuamos apenas con un «buenos días», un «por favor» y un «gracias», en caso de que tengamos educación. Pero desconocemos todo de su día a día aunque creamos que lo sabemos porque nos prestan atención durante un minuto al cabo del día en la entrada del gimnasio, al servirnos el café o al despacharnos el pan. Debe de ser cuestión de elipsis y de la capacidad humana para rellenar huecos de información.
El cuento, narrado en clave de humor, muestra en realidad la tristeza de la vida solitaria y sin estímulos que tiene la protagonista, una bibliotecaria «fea, vieja y plana», que nos dice la propia narradora.
Había un quinto cuento, que se hubiera leído en primer lugar, pero que pasa al baúl de los descartes. No creo que lo rescate y te lo ofrezco aquí. Pero dejo a tu discernimiento la lectura que aporta este texto:
- Lección ejemplar, del español Francisco Ayala
Y hasta el 2 de noviembre, de momento no hay previstos más recitales de cuentos. Espero que alguien tome el testigo y comience una nueva andadura en algún otro punto de la hispanosfera, porque las lecturas de cuentos están gustando a los oyentes… No tienes más que pensar en el éxito que están teniendo esas audiciones en la ReD que llaman podcasts (en español… audios).
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