«No trato con agentes y los agentes no quieren tratar conmigo, porque mis libros no generan ganancias. Los editores me dicen: «No sabríamos cómo venderte». Eso está bien. No quisiera que nada distraiga o destruya el placer más grande que tengo en la vida, que viene de escribir. Sé que en los años que me quedan estaré escribiendo. Hasta el día en que me muera».
Stephen Dixon, cuentista
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