Los pagos hay que hacerlos cuando la oportunidad la pintan calva o rucia, y los Picapiedra españoles aprovechan para colocar a sus fieles chupacerúmenes en los cementerios de elefantes con que se mercadea en la política nacional.
A la persona que mintió a toda una nación diciendo que el coronavirus no iba a dejar más que tres o cuatro contagios en España; al tipo que tenía la obligación de saber qué coño se nos venía encima; al elemento que al menos debía saber que no iban a ser tres o cuatro contagios; al quídam que debió irse cuando vio la que había armado (miles y miles de muertos que confiando en la jovialidad de sus palabras no se preocuparon de la mortalidad que traía este virus) pero que decidió quedarse para seguir haciendo prácticas de futurólogo que acierta menos que aquel Juan Dámaso, vidente. En fin, a ese de la voz cazallosa y camisas siderúrgicas le van a promover a un cementerio de elefantes en el mismísimo centro europeo de vigilancia contra la pandemia, cuando en su propio país han quedado al desnudo sus carencias profesionales, calificándolo de un ser vil funcionario.
A un licenciado en medicina, capacitado para recetar Ibuprofeno, lo van a meter en una de las grandes ligas mundiales donde el balón de la ciencia médica corre a velocidad de vértigo. Harán debutar a un tercera división en la final de la Champions. Ni tiene la experiencia ni la capacidad para jugar con los mejores. Copio de la noticia la alineación inicial del comité que asesora a la Comisión Europea y aconseja a su presidenta:
1. el epidemiólogo francés Arnaud Fontanet, del Instituto Pasteur;
2. el virólogo alemán Christian Drosten, del Charité Universitätsmedizin Berlin;
3. el epidemiólogo danés Kåre Mølbak, del Statens Serum Institute;
4. el alemán Lothar H. Wieler, presidente del Instituto Robert Koch;
5. la bióloga italiana Maria Rosaria Capobianchi, del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas Lazzaro Spallanzani;
6. la viróloga neerlandesa Marion Koopmans, del Erasmus MC; y
7. el virólogo belga Peter Piot, director de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
A este equipo se suman ahora:
8. el húngaro Miklós Szócska, doctor en Medicina, candidato a dirigir la Organización Mundial de la Salud en 2017 y ministro de Sanidad de su país entre 2010 y 2014; y
9.— el maño Fernandito Simón, que flota entre gobiernos, es licenciado en medicina por la Universidad de Zaragoza y ahora cursa de epidemiólogo mediático, se verá en igualdad de condiciones con el director del establecimiento médico donde ejerció de becario.
Se repetirá aquella escena de Big Bang donde se saludan uno a uno todos los doctores pero se corta el fraseo con un «señor Wolowitz…» del rector Siebert. Quizá nuestro representante en Eurovisión… digooo… nuestro licenciado en la Eurocomisión se lleve algún voto de simpatía.
No sé de dónde han sacado a este hombre que parece el ventero de las películas de Curro Jiménez, pero me retrotrae a los dibujos animados de Tiro Loco McGraw. Los que pasamos de los cincuenta recordamos al inepto caballo blanco que con unos pulgares de queratina era tan torpe con las pistolas que sus creadores se vieron obligados a inventarle un sosias que arreglara las cosas por él. Sus aventuras nos hacían reír en un mundo donde todo era ficción. Pero en la realidad europea Tiro Loco sería un peligro.
La ley no escrita para que los acólitos sigan confiando establece que los favores hay que pagarlos siguiendo la táctica de las tragaperras: de vez en cuando hay que dar un premio.
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