Ya he apuntado en este blog la conveniencia de enseñar Caperucita Roja en las escuelas y la necesidad de enseñar El traje nuevo del emperador en los colegios.
Pero sus des-ilustradas señorías necesitan conocer la fábula de Tomás de Iriarte Los dos conejos. Esta fábula también puede entenderse como cuento versificado. La frontera entre una y otro es la moraleja que se extrae siempre de la fábula, pero el tinerfeño nos da aquí una magistral enseñanza que no le vendría nada mal a la señora Calvo, que con ese rostro permanentemente fruncido da la sensación de que está oliendo mierda de continuo.
Recordemos esta maravillosa fábula:
Los dos conejos Por entre unas matas, De su madriguera «¿Qué ha de ser?», responde; «Sí», replica el otro, «¿Qué? ¿podencos dices? «Son podencos, vaya, En esta disputa Los que por cuestiones |
La señora Calvo ha tenido mucho interés en hacer perder el tiempo a los académicos de la RAE preguntándoles por la conveniencia de adaptar el texto de la Constitución a la orwelliana neolengua del desdoblamiento político.
Y esta contumaz mujer se ha quedado en ridículo ella sola. Si va a hacer lo que le salga del naipe, ¿entonces para que pregunta nada?
Pero mientras la señora Calvo con su espesa melena (que recuerda un enjambre de moscas) y su rostro permanentemente plisado procura quedar bien con todos y todas, llegan los perros anglicismo y galicismo y le comen el conejo al vocabulario y a la lengua española.
Y la señora Calvo se ha quedado más ancha que una rana despatarrada.
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