…echa las tuyas a remojar.
Y acabo el refrán porque tengo observado que esta generación de los ROLI-CAHE-COCA (ROpa LImpia, CAma HEcha, COmida CAliente en casa de mamá), desconocen las sentencias del refranero, y se contentan con comenzar la frase: Más vale pájaro en mano, te dicen; o Quien a buen árbol se arrima, avanzan; o No por mucho madrugar, insisten; pero desconocen la parte que sentencia el saber popular y se limitan a esbozar una idea que queda inconclusa y muchas veces contradictoria con lo que pretenden expresar. Luego pasa lo que pasa (pero lo explicaré en otra ocasión porque entro ya en mi artículo de opinión).
En Francia la han armado gorda las chicas del enfado permanente (con lo feas que se ponen frunciendo el entrecejo, y el dolor de cabeza que ese gesto levanta). La academia del cine francés ha premiado a Roman Polanski como mejor director y las ofendiditas se han echado a la calle, literalmente: salieron en tropel de la sala donde se entregaban los premios.
Un homosexual confeso (bisexual más bien) como Oscar Wilde, que padeció cárcel por sus tendencias sexuales, escribió:
El hecho de que un hombre sea un asesino no prueba nada en contra de su obra artística.
Remontando el curso del pensamiento del dublinés, su sentencia es de aplicación a los abusones. El premio que ha recibido Polanski es por su trabajo, por su saber hacer, por su arte. Los casos que tenga pendientes con la justicia tendrá que resolverlos la justicia, y me temo que en caso de hallarle culpable ni se les pasará por las mientes desposeerle de los galardones con que su genio ha sido reconocido.
Recordaba que tenemos que echar las barbas a remojar porque en el cine, ese arte hermana de la literatura –que, aunque llegada como esos niños que tienen un sobrino mayor que ellos, siempre será bien querida por los literatos– comienzan a pelar barbas.
En la arena literaria ya se ha procurado desprestigiar al premio Nobel de Literatura de 2019.
Pero reconozcamos que el enfado de los damnificados por el genocidio, un delito mayor, es mucho más educado y civilizado que el de estas muchachitas de la generación ROLI-CAHE-COCA. Si bien esas actrices gozan de pingües ingresos que les permiten vivir emancipadas de sus padres, demuestran la incapacidad mental para razonar, y para poner sus fobias en perspectiva, que atenaza a la juventud de comienzos de este siglo (estas berrinchinas son muestra palmaria del proceso de infantilización de la sociedad que nos muestran los psicólogos).
Aventuro que esta ola, tan agresiva como estólida, no tardará en llegar a la literatura. Quizá se salve Cervantes si averiguamos que le tocó las posaderas (con su mano buena) a una niña de doce años. Quizá el supuestamente rijoso Quevedo libre si averiguemos que metió mano a la posadera que estuvo provocándole durante año y medio. Pero me da que de los complacientes del siglo XXI no se salvará ni dios.
De momento, ese movimiento inconsecuente y hordalicio ataca a los cuentos populares, llegando a prohibir su lectura por motivo de su torticera voluntad. Ellas han decidido que los cuentos populares son machistas y el resto debemos callar so pena de ser lapidados en las redes sociales; y fuera de ellas también si averiguan dónde vivimos: ¿qué es el escrache si no la versión actualizada de la lapidación popular?
Y así vemos mujeres desaforadas que nos criminalizan sólo por ser hombres, amparadas en una malentendida revancha de tiempos que no padecieron por mor de su juventud. «El violador eres tú» concluye el haka feminista… Supongo que incluyen a su padre…
Son los ecos de la sobreabundancia aburrida, del aburrimiento ignorante, de la ignorancia abundante; de la sobreabundancia ignorante, de la ignorancia aburrida, del aburrimiento abundante.
Un comentario
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