Esta semana me ha gustado mucho el minicuento ganador. Hoy se han liado y sólo ha habido dos finalistas. En el podcast explican por qué (busca en La ventana, de Carles Francino, el programa de hoy lunes día 9 de diciembre). Y el que esté libre de errores que tire un pedrusco hacia arriba.
Mi cuento lo tenéis aquí debajo. Le hacía un pequeño homenaje a la novela Qué difícil es ser dios, de Arkadi y Boris Strugastky, retomando la idea de la Iliada de cómo los dioses juegan con los humanos. En mi historia, a uno de esos dioses se le atragantan los garbanzos con los que debía comenzar obligatoriamente el cuento de esta semana al darse cuenta que no sólo los ingiere gracias a la vileza propia de los humanos.
Plato único Se me acumulan los garbanzos. Algunos la juzgan legumbre indigesta. Son los muertos quienes atragantan a otros. Yo, por cada muerto, pongo un garbanzo en la olla. Ese fue el trato. Lo acepté desde el principio porque comería a diario. Llevo muchos cazos vaciados, nunca faltan los garbanzos. Pero hace meses que no me apetece comer. Y los garbanzos rebosan la marmita. El tableteo de las ametralladoras abre mi apetito. Con cada bomba mi plato rebosa. Idiotas… Matándose me alimentan. Pero comer por cada niño que muere de hambre… ¡Qué difícil es ser dios de estos canallas! |
También puedes leer los cuentos finalistas de esta undécima semana en este enlace.
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