Sabio e infalible, el refranero español sentencia que Donde fueres, haz lo que vieres.
Pero los políticos españoles han afilado un nuevo aforismo: Adonde fueres, diles lo que quieren oír.
José Guirao, el ministro de cultura que cogió el tren de las siete y veinte, aprende rápido la mercadotecnia del partido que le ha colocado en primera línea del ministerio. Y para el poco tiempo que lleva, maneja perfectamente las tretas del manual del político.
Esta vez ha maestrizado la que utilizara hace unos años el chocarrero y olvidable Josemari Aznar (cualquier presidente de la democracia ha sido peor que el anterior, a falta de que el actual tenga tiempo de calentar su nueva cama de La Moncloa y nos demuestre que cumple el aserto).
El del PP se descolgó con una gracieta que fue muy aplaudida en una ¿convención? de vinateros (vaaale, enólogos) a la que había sido invitado, criticando el lema de la campaña contra la ingesta de alcohol al volante de sus sucesores. Y cuentan las malas lenguas que también se descolgó algunas jarras de primera calidad. En su derecho estaba, porque tira de chófer oficial, con el dinero de todos.
Pero volviendo al Guirao, que es lo que toca hoy (no le quiero quitar el protagonismo), el tipo ha llegado a una convención de editores y se ha descolgado diciendo que va a fomentar la lectura a base de comprar libros (con nuestro dinero). Y que va a convertir España en «una potencia lectora»… Hubo aplausos y palmaditas en las filas de los cocotólogos ministeriales.
Los más viejos del lugar ya saben, por experiencia, que ‘todo mengua al cocer’, y que el 1.600.000 euros que ha dicho el ministro que va a gastar en libros aún está por ver. Dentro de unos meses mandará a un subsecretario para explicar que si las cuentas no cuadran, que si la recesión, que si las comisiones de asesores culturales y la logística se lleva el 75% del presupuesto restante tras la rebaja, y que si te he dado una cifra ya no me acuerdo.
Que es lo que pasó con el último gobierno del PP (seguro que las hemerotecas digitales no me hacen quedar mal, pero no voy a dedicar mi tiempo en buscar: quien tenga memoria me dará la razón; quien sea adlátere, aplaudidor y tiralevitas, dirá que miento).
Son todos patética morrallita infumable. Pero continúo para bingo.
Me gustaría que alguien explicara qué entienden estos del ministerio por «fomentar la lectura». «Fomentar la lectura» no es más que la mitad de la misión lectora del Guirao, que para eso ha creado (y nosotros pagamos) una dirección general del libro. Puede comprar cien, qué digo, mil libros para cada biblioteca de España por pequeña que sea, pero si esos libros no los lee ni dios, el Guirao no han fomentado más que el gasto público.
Antes, hay que habituar a la población a leer. ¿Que cómo se hace eso? El ministro tiene que saber, o quizá sus técnicos de dos mil quinientos euros de sueldo mensual, que cobran del erario público y tienen que demostrarnos que merecen el pingüe salario que les pagamos.
No esperarán que vayamos a regalarles el programa de habituación a la lectura que hemos elaborado en nuestra inaudible asociación cultural. Cobran un perú y a nosotros nos gustaría al menos recuperar dinero, esfuerzo y tiempo invertido.
Y si nuestro programa es óptimo pero no se llevará a la práctica por carecer de padrinos (políticos, digo, no mafiosos…), por nosotros el país se puede quedar en el analfabetismo cultural más calamitoso. Con saber leer facturas y publicidad, y con saber sacar dinero del cajero, el españolito es útil a este Estado monstruoso.
«Deberíamos abrir un debate que nos permita establecer una estrategia decidida, clara y prolongada en el tiempo (…)».
Atentos a la artería… «Deberíamos (…)». Pero, ¿quienes? Si el propio ministro no muestra voluntad de hacerlo, no va a venir el sursuncorda a iniciar lo que le corresponde hacer a él como ministro. Lo que sigue al «Deberíamos» es la caravana vana convertida en leprosa prosa (remedando, con atrevimiento, a Nazario Restrepo).
Guirao, avezado aprendiz, eleva el blablabá político a la categoría de alegato, y aspira a meternos las perífrasis por paráfrasis…
En su opinión (la opinión de Guirao), España ha conseguido ser una gran potencia editorial, como demuestran los datos de comercio interior y comercio exterior del libro, «el reto, ahora, es ser capaces de convertirnos en una potencia lectora (…)».
¿No habremos ‘construido’ antes el tejado que los cimientos? ¿Adónde van a parar tantos libros que se imprimen y que nadie lee? ¿Cómo es posible que se impriman libros que no se venden y que los del gremio de editores ganen dinero de forma que siguen imprimiendo libros que siguen sin venderse?
«Sólo las mentiras necesitan subvención del gobierno» (Antonio Escohotado ).
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