En este ciclo de análisis críticos a los dirigentes nacionales de la cultura le toca hoy al ministro José Guirao , un tipo serio, seco y «estirao». No se trata de hacer burla de los apellidos de las personas como si fuéramos guajes de instituto, pero es que ésa es exactamente la estampa que traslada José Guirao, una persona fría y distante. Lo cual me parece perfecto para dirigir cualquier ministerio, a no ser… A no ser que el tipo me siembre dudas después de diseccionar su entrevista.
Recordemos que el almeriense Guirao llega al ministerio tras Maxim el Minim. De nuevo precipitación en las huestes de un gobierno que dijo llegar para ser provisional.
Y Guirao, que aparentará ser todo lo frío que quiera, se deja datos que deberían ser reservados. Pero, ah, es que le han llamado de El Mundo y quiere ser majo.
Para abrir la entrevista, el maquetador ha decidido resaltar en negrita una confesión devastadora en boca de un ministro de cultura. El hombre, cual chiquillo, celebra haber recibido 500 mensajes de esos instantáneos y 200 correos (que supongo que sean electrónicos). Pues empezamos bien si va a medir el éxito del nombramiento por 700 personas que quieren hacerse ver a los ojos del nuevo ministro.
Veo que este hombre no tiene Telegram, y me apena porque Whatsapp y Facebook apestan a viejuno. Pero la última frase de la entradilla me apena más todavía:
Más que agobiado se le nota inquieto. Tiene que asistir hoy a su primer Consejo de Ministros y aún le quedan puestos por asignar.
Entonces… lo que preocupaba a Guirao en el momento de la entrevista era hacer nombramientos precipitados. Yo creí que estaría ocupado en diseñar y trazar metas, objetivos y fines para su ministerio.
Vamos a tener que acostumbrarnos a los tiempos del todo a un clic. Incluso a nombramientos a un clic para puestos de responsabilidad, planificación, decisión y ejecución de presupuestos que pagamos todos los españoles.
Entrando en la entrevista ya veo una contradicción existencial en el ministro Guirao en las dos primeras respuestas:
Respuesta A: «No soy de decisiones precipitadas, me gusta pensar todo, conocerlo a fondo».
Respuesta B: «(El presidente Sánchez) Me llamó ayer por la tarde (…), me explicó el proyecto, que más o menos conocía, y le dije que sí».
Recordemos que se trata del Ministerio de Cultura y Deportes, pero que bien podríamos llamarlo el Ministerio del Agua y el Aceite. Son dos áreas para las que encontrar una persona versada en ambas es misión imposible, y a las pruebas me remito. ¿Abundan acaso los deportistas de elite que escriban poesías (publicables), o los cuentistas que ganen medallas internacionales?
Muchas quinielas reubican estos ministerios. Cultura debería ir con Educación, ahí creo que coincidimos todos. Hay quien ubica acertadamente Deportes y Sanidad. Yo, por llevar la contraria, o por no ir con la corriente, amalgamaría Deportes con Turismo; si se detienen a pensarlo le encontrarán su lógica. Pero si tuviera que decidir de verdad, crearía el Ministerio de Deportes, Ocio y Tiempo Libre, como se ha hecho en algún país de nuestro entorno inmediato (lo del ocio y el tiempo libre es cosa mía).
Avancemos, porque a Guirao le cae la tercera pregunta:
¿Qué es lo que más urge en el ámbito de la cultura?
Lo primero es contactar con todos los sectores. Hay varios frentes que requieren solución: el conflicto entre el Teatro Real y la Zarzuela, el del cine. También hay que revisar la situación de los museos. Y el tema del deporte, donde soy un novato, aunque quiero conocerlo bien y ser útil a esa causa. Es verdad que los aspectos que mejor conozco del deporte no son los más mediáticos, como el deporte de personas con discapacidad. Además, me interesa mucho el deporte de base como fuente de salud. Luego está el de competición y el de alta competición. El deporte tiene unas virtudes casi inigualables: en general se hace en equipo, crea convivencia. Eso, de cara a los niños y a la gente joven, es un aprendizaje que sirve para muchas más cosas. Y tenemos un país que por suerte, desde hace unos años, goza de unos grandes deportistas. Yo no soy muy futbolero, sólo un poco, pero me divierte y me gusta. Con el deporte entramos en una ilusión colectiva y en eso participamos todos. Tiene una serie de valores que sirven también para la convivencia, para incentivar el esfuerzo, para la salud y para la integración.
Comienza la entrevista vendiéndonos una imagen de tipo frío que evita tomar decisiones precipitadas, y a continuación reconoce que aceptó el ministerio antes de colgar la llamada del presidente. Ahora asume que es un novato en el tema del deporte pero nos atiborra con una ristra de tópicos deportivos baratos, olvidándose de la pregunta. La pregunta ha sido que qué urgía en cultura. Relean, si son tan amables, la respuesta de todo un señor ministro español que dice no ser de los que se precipitan, y que vende una imagen de hombre serio, distante y estirao. Para mí Guirao ya se ha embarrao. Así que me crecen los colmillos, porque la entrevista no ha hecho más que empezar…
El resultado de su torpe respuesta (torpe porque reconociendo que de deporte no tiene repajolera idea, desbarra a base de lugares comunes) es que abre brecha a los periodistas (firman dos) y la siguiente pregunta le cae como un zasca en toda la boca. Le preguntan por el (a la sazón) tema del momento, la destitución en un clic del entrenador de la selección de millonarios futbolistas españoles, Julen Lopetegui. Y Guirao se enfanga más todavía.
A ver, Guirao… Entras en un pantanal justo después de reconocer que «(…) el tema del deporte, donde soy un novato (…)». ¿Pero tan difícil es responder algo coherente? Algo así como…
La Real Federación Española de Fútbol es una entidad privada, aunque con competencias administrativas delegadas, tal que la organización de los campeonatos nacionales, y el Real Madrid es otra entidad privada. El ministro de deportes no puede entrar a valorar lo que hacen entidades privadas en el ejercicio de sus funciones. Es como si le preguntara al ministro de economía qué le parece que el Banco Santander contratara al gerente financiero nacional del BBVA. Sin duda le contestará que es un tema laboral que afecta exclusivamente a ambas entidades, a pesar de que el duelo pueda repercutir en la imagen nacional del país.
Bueno, es una idea, que ni soy ministro ni quiero serlo. Y si me lo propusieran al menos tendría la decencia de pedir quince días para estudiar la propuesta con datos encima de la mesa. Pero hoy es domingo y mañana tengo que currar nueve horas en jornada partida, de forma que tengo la sensación de estar secuestrado por mi empresa desde las 10:30 hasta las 23:00 horas.
Luego le preguntan por la dirección general del libro, que ya sabemos que ha nombrado a la triste Olvido, y se sale por la tangente como si de un debate religioso se tratara. «Creo en el libro, creo en la industria editorial, creo en la difusión de la lectura (…)». Pero a ver, paisano, que no te han preguntado por tus creencias sino por algo más pragmático como tu planificación. Y a estas alturas de la entrevista ya sabemos que te has puesto a cobrar el pingüe sueldo ministerial sin saber qué vas a hacer en cada renglón.
A continuación le preguntan por un tema espeso, crudo, ácido… El Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela. Curiosamente en ambas respuestas don José Guirao no se ha explayao como en la contestación que da a la destitución de Lopetegui, a la que sin tener repajolera idea de deporte, da más recorrido que a estas respuestas.
Seguidamente toca abordar el feo asunto de los impuestos culturales, y el pobre infeliz se saca de la manga un conejo ajado, viejo y flaco. Resulta que se subió el IVA de las entradas (ya me contarán ustedes a cuánto asciende en euros esa subida) y bajó la asistencia de público al teatro. Y el buenecito de Guirao colige que si se baja el IVA la gente volverá al teatro. Ya está… la regla de tres aplicada a las altas decisiones del Estado español. ¿Y para esto hace falta un ministrín de culturita y deportejo?
Llega la pregunta por los incentivos al mecenazgo y a estas alturas tengo la impresión de que los encuestadores le están confeccionando el programa ministerial al andaluz. La respuesta es esperanzadora… porque al menos se sabe de memoria las fechas en que se aprobaron las leyes anteriores (pero sólo los años, ¿eh?). Claro, pueden haberlas rellado a posteriori los complacientes periodistas… Y es que ningún plumilla desearía echarse encima al ministro de cultura. ¿Yo…? Yo no soy periodista. Y no como de lo que escribo. Al revés, pago tasas por registrar mis cuentos, aunque como yo sí que no me precipito, registro una tacada de cuentos de un golpe, que pago lo mismo registrando uno que cincuenta. He de tener cuidado, que si me lee el señor ministro de Hacienda lo mismo cambia la ley para cobrar por cada cuento… ¡Qué país de mangantes que mantenemos!
Le preguntan por la SGAE y el señor Guirao vuelve a estirarse, como hacía Lopetegui en sus tiempos de portero. Y es que aquí sí que tiene claro que la SGAE es una entidad privada y que debe ser muy cuidadoso con sus opiniones. El fraude de la SGAE se sospecha en 100 millones de euros, que se me antoja un pellizco (importante, sí) en los presupuestos tanto del Real Madrid como de la Real Federación Española de Fútbol. Así que por temor al grueso económico no le llegará la prudencia al ministro. ¿No será que a éste también lo del deporte le parece cosa de críos en pantaloncitos jugando a la pelota, haciendo carreritas y retorciéndose en visajes imposibles?
Le meten por el medio un balón de oxígeno en forma de pregunta chorra de la que voy a pasar, y luego arremeten con el asunto de los museos nacionales. Y digo yo que este Ministerio de Cultura y Deporte es el que más temas candentes tiene pendientes. Pero como son de cultura y de deportes, en este país carecen de importancia real.
La respuesta al tema de los museos nacionales es la más acertada del de Pulpí (se nota su pasado al frente del Reina Sofía). Aunque creo que se pierde hacia el final, cuando habla de exposiciones científicas. Eso no debe recaer en su ministerio. Pero viendo que el señor Guirao, a esta altura de la entrevista ya anda estrellao, seguro que se lleva bien con el astronauta.
Aunque además de estirao va a ser un saltapraos y un pisacharcos, pues en la siguiente pregunta nos informan de que durante su investidura exprés se metió en otro jardín, el de Educación. ¡Qué tipo!
Siguiente respuesta: Guirao filosofa sobra el modelo de gestor. Y qué va a decir si él mismo está metido en ese ruedo. Pues tirarse flores y agarrarse a otra verdad a medias que no es más que una mentira a voces: la crisis ha servido para que el pueblo y sus gestores se pusieran a innovar, investigando y creando con menos dinero. Toma topicazo mendaz, dejando en paños menores a los anteriores gestores, por derrochones. Y digo yo que la contención en el gasto público debería ser norma tanto en época de vacas flacas como en periodos de ganado rollizo.
Llega el final con dos preguntas sobre sendos temas con más peligro que un mono borracho con una motosierra.
Le preguntan por el cine, y Guirao se crea un hombre de paja, pero no para arremeter contra él sino para salirse por la tangente que él ha creado: el potencial del idioma castellano. Pero chaval Guirao, si de eso no te han preguntao. Hace lo del crío que lleva una respuesta empollada y trata de que le pregunten por lo que tiene preparado.
Pero los periodistas, insensibles al guiño, le preguntan a calzón quitao por los toros. Y tengo que decir que me ha gustado la respuesta sincera de don José Guirao. Ya era hora, ¡leche!
Un último avituallamiento antes del último puerto que llega en forma de pregunta oxigenada, y Guirao nos dice lo que está leyendo. Pues muy bien, hombre: lee, que ya nos has dicho que un país que lee es… Pero aguarden un momento… Le han preguntado que qué está leyendo y nos contesta lo que ha comprado anteayer. ¿Será que no ha entendido la pregunta?
Y llega la bombita final, que gravita sobre el conflicto catalán. Y Guirao, que el tema le pilla como muy a desmano y que debe de tener prisa para hacer algún nombramiento exprés que tiene pendiente, según les ha dicho a los periodistas al comienzo, se excusa con elegancia diciendo que no es cosa suya y que pondrá su miguita para hacer lo que los demás le digan que tiene que hacer, que para eso le han nombrao.
No me aprueba el señor ministro en Cultura, y me suspende con un muy deficiente en Deporte. Que le pongan un mancuernero en el despacho, que apuesto a que es más grande que el piso donde viven miles y miles de españoles que le pagan el sueldo y los emolumentos ministeriales.
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