Ayer sábado, 14 de julio, me fui a Avilés, al Celsius 232. Me fue grato encontrar a las mismas personas en los mismos sitios. Nada parecía haber cambiado desde la última vez que acudí, hace dos años, y sin embargo había muchas novedades.
Una organización excelente y puntual: no hubo demoras, se respetó el programa, encontrabas a quien buscabas en el lugar señalado a la hora marcada. Gran idea utilizar la aplicación Grenadine. Ya la he desinstalado de mi smartphone, pero me hago una nota mental para la próxima vez que acuda a un evento que utilice esta aplicación, habilitar la opción de señal acústica para los avisos a los eventos. Seguro que la aplicación mejora.
Me gustó departir con Nacho Rodríguez, capitan de los Hijos del Lobo, de Gijón, que aportaron su mundo medieval de espadas, corazas, cascos y mazas, a un evento que destila esencias frikis en cada vuelta que das. Más que interesante la artesanía que elaboran, y cómo solucionan los problemas logísticos con los que topan. Por cierto, que se vienen a vivir al concejo donde resido.
Charlé con los editores presentes en las casetas. Lamento no haber ido tomando nota de los nombres de cada uno. Pero todos sin excepción tenían ganas de compartir conocimientos y experiencias. Fueron muy gratos los dos paseos que me di a diferentes horas para charlar con ellos.
Gracias a todos, y un saludo al joven que me explicó la diferencia entre hentai, yori y yaoi. Departimos sobre literatura gay y lésbica, y me enseñó los matices y las aversiones que levantan entre algún público. Me enseñó que el público femenino es particularmente consumidor de literatura gay. Y es que los seres humanos somos como somos, por muchas cortapisas legales y barreras semánticas que el mainstream quiera hacernos tragar. Maldigo a todos los que quieren imponer sus criterios desde esa áspera piel de buenismo artero que hiede a modos de religión del medievo, por mucho que de ella renieguen.
Saludé a Rocío Cuervo (T.F. Famux) que me recordaba de hacía dos años. Larga vida a sus Crónicas de Aivanek.
(A ver, lector… Que me estás leyendo en Internet… Haz el favor de currártelo y utilizar tu buscador favorito).
Muchas gracias a los chavales de Crononauta, con los que cambié impresiones sobre el mundo editorial y algunas aberraciones, y que se brindaron a valorar la oferta de mi hija como traductora, interesados de verdad en los idiomas de los que ella puede traducir al castellano.
Un caluroso abrazo también para Mayda Bustamante (Ediciones Huso) y Olga Marta Pérez (Ediciones Unión, editorial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba). Fue casi una hora de una conversación transatlántica muy grata. Y hasta me permitieron el lujo de enviarle saludos a Pedro Juan, el matancero autor del Ciclo de Centro Habana. Sé que se los darán personalmente y en mi nombre.
También departí con Dioni Arroyo, autor comprometido y vicepresidente de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror. Con dos obras que presentaba en Avilés, y participando en un cuentario sobre el futurible desastre medioambiental, me dijo que tenía en estos momentos un libro suyo en una feria del libro en Perú. Le di mi enhorabuena. Lo suyo son las distopías…
Por cierto, que Mayda me dejó la frase de la semana: Vivimos en una distopía: éste es el peor de los mundos que podíamos construir; o algo así que dijo la editora. Tremenda recopilación de cuentos que me regaló: Rulfo, cien años después.
Repito, el ambiente en las casetas de los editores fue sensacional. Tranquilidad en la zona peatonal de Avilés, cosplayers, una boda real (resulta que la gente sigue casándose por la Iglesia), las casetas eran de madera sólida, un parque con hierba y árboles, terrazas alrededor del parque, pórticos y soportales… Un lujo.
Como un lujo fue el elenco de autores que trajeron el trío que organiza el Celsius 232. Los tres, a pesar del estrés que supone organizar un evento de esta dimensión, atentos a cualquiera que quisiera dedicarles unas palabras, y una Cristina Macía desparpajante hasta en los momentos más serios, como la entrega de premios o las entrevistas a autores que están en los cielos.
En las casetas me encontré con Francesc Gascó, «Pakozoico«, que había presentado el día anterior su serie Jurásico Total, invitado por la Organización. Estuvimos charlando sobre la Paleontología (mi hijo pequeño, preuniversitario ahora, lleva toda su vida apuntando a esa carrera), y le hice una propuesta que, como padre, me hubiera gustado que existiera ahora para mi hijo: un cam… Las ideas, si en embrión se anuncian públicamente, se gafan. Y no soy apotropaico, pero haberlas, haylas. Coincidimos que de llevarse adelante ese proyecto, necesitará entre tres y cinco años de puesta a punto.
No se podía estar en todos los eventos porque simultáneamente se desarrollaban dos y a veces tres actividades. Había que elegir.
Un crack Pedro Mañas con su Poesía para los más pequeños y un versátil registro de voces. Pude charlar con David Lozano, que presentaba su libro Desconocidos (David ofició de showman, interactuando con un incombustible César Mallorquí), y me sentí obligado a darle en petit comité una información un tanto decepcionante que encajó como el gran artista que es. Un abrazo, David, y seguro que se puede hacer algo.
Excelente la charla con una Lorena Azpiri que se mostró muy próxima al público que admira sus ilustraciones, contando anécdotas de su vida familiar y laboral. El cartel de este Celsius 2018 es obra de ella. La tuve cerca en una de las terrazas que rodean el parque donde se desarrollaba el evento, pero no quise molestarla pidiéndole que me firmara el póster que viene por detrás del programa para mis hijos. Vaya detalle también el de la Organización regalando la soberbia ilustración de cabecera del evento con el programa en el anverso o el reverso, que no sé qué cara era cual.
Asistí a la presentación de El mundo de hielo y fuego con Elio M. García y Linda Antonsson. No soy fan de la serie de moda, y no me gustó la veneración con la que hablaban del George R.R. Martin. Pero será culpa mía, porque reconozco que no soy mitómano.
Pero a pesar de no serlo, esperaba con ansia el siguiente evento en el auditorio de la Casa de Cultura de Avilés, en un anfiteatro que clasifico de lujoso: la charla con Mariana Enríquez.
Mariana Enríquez escoltada por Cristina Macía y Jorge Iván Argiz
Si físicamente no puede pasar por diva, su mente y parlamento le sobran para ser una diosa. Qué mujer. ¡Qué mujer! En media hora arrancó tres espontáneas ovaciones del público, al que se metió en el bolsillo con su deje porteño y esa visión de la vida entre ácida y descreída y amable y yo no sé cuántas cosas más. Y habló de eso, de su relación con la literatura, su trabajo como periodista, su visión del mundo en el que ella ha crecido, sus obsesiones, y cómo todo eso la ha conformado como autora de cuentos y novelas.
Y es que estos eventos culturales sirven para conocer en persona a los autores que lees desde la distancia que media entre tu rincón de lectura favorito y el lugar del mundo real en el que habitan. Bendita conexión la que te ofrecen los libros y la ReD. Recomiendo encarecidamente la lectura de sus cuentos. No tienen una coma que perder.
Hubo muchas actividades paralelas, y como he dicho, a todas no se podía acudir. Valoraba muy positivamente hacer mi rueda a las casetas de los editores, y la tuve que cubrir en dos veces. Era el último día del Celsius 232, que había comenzado el miércoles. La distancia y la obligación de tener que trabajar para seguir comprando libros de cuentos (cuentarios que se llaman) me han limitado a un sólo día la asistencia al Celsius. Me ha merecido la pena. El año que viene prometo volver.
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