Sanatorio mental Como su padre era rico, se negó a estudiar. Empero, los niños le salieron aplicados. Cuando murió su padre, sus hijos le internaron. Engranaje Realizó su monótono y rutinario trabajo durante años. Jamás enfermó; jamás repararon en su insignificante vida. Nadie previó su jubilación. Al día siguiente, el país se paralizó.
«—Una novela –pensé–. ¡Qué horror!». Flannery O’Connor, cuentista (Del artículo Introducción a ‘En memoria de Mary Ann’, en el libro Misterio y maneras)
Obsesión Combinaba los ingredientes de las ensaladas con gran habilidad, pero empezó a picarlos tanto que acabaron sirviéndolas con cucharilla. TV de plasma Compró un televisor tan pasado de pulgadas que los dientes le acabaron entre las cervicales.
«En estos tiempos en que las historias satisfacen menos que los comunicados, y los comunicados menos que las estadísticas, ser narrador resulta un poco embarazoso. Pero, a la larga, a un pueblo no se lo conoce por sus comunicados o sus estadísticas, sino por las historias que cuenta». Flannery O’Connor, cuentista (Del artículo El novelista católico en el sur protestante, en el libro Misterio y maneras)
«Es erróneo suponer que el escritor elige lo que ve y lo que no ve. Lo que cada uno ve viene dado por las circunstancias y la particular naturaleza de su percepción». Flannery O’Connor, cuentista (Del artículo Los novelistas católicos y sus lectores, en el libro Misterio y maneras)
Ventarral Se acercó a la orilla, sacó la chorra y se puso a mear. El viento ayudaba a ampliar el arco. De repente el viento cambió de dirección y lo sintió con furia en la cara. Vida breve Los niños levantaron un hombre de arena. Con la bajamar, la resaca se sentía entre los dedos de los pies. Miró al horizonte y vio una motora entrando en el puerto. Cuando bajó la vista había perdido los pies.
Atrapada Se asomó a la ventana y no había ningún paisaje: ni calle, ni casas, ni parque… ¡Nada! Se metió para adentro, y al volverse, tampoco había nada: ni cuarto, ni mesa, ni cama… ¡Nada! Esclava 🦴🐕 Salía a pasear cuando se lo ladraban. Entonces caminaba atada a un perro y se agachaba para recoger sus excrementos con las manos.
«El cometido de todo escritor es empujar su talento hasta sus límites más extremos, pero entendiendo por esto los límites más extremos propios del talento que posee». Flannery O’Connor, cuentista (Del artículo Los novelistas católicos y sus lectores, en el libro Misterio y maneras)
Padres y ojos Siendo un bebé perdió un ojo. De niño le advirtieron de que debía jugar con cuidado: perder el otro sería fatal. Siendo adolescente, ha perdido un padre. Ahora cuida del otro con mimo. Tampoco puede permitirse el lujo de perderlo. Soledad Para Reyes se regaló una muñeca de látex. Ha pasado mes y medio, y mañana, día de san Valentín, se casa con ella. Ha invitado al Geyperman, la Barbie, las Bratz… El oso de peluche no irá… sigue ofendido por haber sido relegado.
Cargo edilicio-vitalicio Apocado, sin oficio y sin producir ningún beneficio, le llamaron para arropar una lista municipal. Taimado, corito y cabildero, trepó en el partido. Hoy es alcalde sin norte y va hundiendo el municipio hasta el fondo del Leteo. Digiriendo sí, dirigiendo no Incapaz de encontrar una «o» en un vaso, dejó el instituto para irse a la obra. Peón roncero, sin valía de oficial, se encastró en el partido y hoy es teniente de alcalde. No sirvas a quién sirvió, recuerdan en el servicio de obras municipal.
Hipócrates No trabajaba pero sabía sangrar a los padres: ropa limpia, cama hecha, comida caliente… Tras el accidente, el cirujano (que era vecino) aseguró en el quirófano que era inútil el esfuerzo de salvarle la vida. Por fin los padres descansaron. Galeno Estuvo de fiesta cinco días: alcohol, marihuana, ketamina, cocaína, éxtasis, heroína… Cuando lo ingresaron, el médico le administró una dosis de fentanilo para que siguiera la fiesta más allá.
