Cuando dices que una persona incita al odio, tú estás incitando al odio contra esa persona. Si la opinión de alguien te incita al odio, revísate: tú generas ese odio por tu intolerancia. Ninguna opinión tiene poder de incitar al ODIO.
No me gustan algunas formas de Roma Gallardo frente a la cámara y no le sigo, pero por lo demás es una persona respetable.
Por su trabajo como yutúber se ha convertido en un objeto de derribo para el feminismo atroz (y buena parte del aceptable), y que cierre su canal por presiones es una pésima noticia para la libertad de expresión y la pluralidad de ideas en España. Digo, pluralidad de ideas dentro del orden constitucional, no vengas a joder ahora.
El odio de estas talibanas feministas hacia Roma Gallardo y su canal es tan atroz como una vida huera y vacua. Sin embargo nadie las juzga por ese odio. Al fin y al cabo el odio es un sentimiento personal, y cada uno que odie a quien le salga del naipe siempre que no delinca movido por ese odio.
Es evidente para quien siga la actualidad que Roma Gallardo no odia al feminismo atroz pero que sus acólitas sí odian a Roma Gallardo.
Es lamentable que (según he sabido de segunda mano) esta religión laica capte a jóvenes en institutos y universidades para militar activamente en lo que está a medio camino de convertirse en secta (con haka tribal cohesionadora).
Igual de lamentable es la pacatería y el puritanismo mostrados por Amazon, empresa de la que es subsidiaria la plataforma que ha eliminado su canal. Pero la gazmoñería de los estadounidenses es de todos conocida.
Espero que el joven asturiano, a veces vehemente pero nunca agresivo (su comunicado es buena prueba de esa impulsividad), se recupere del cabreo y vuelva por sus fueros, porque si lo deja definitivamente habrá triunfado la intolerancia de mujeres cínicas que blasonan de la tolerancia de que carecen (arropadas por los mariachis del malecón y los inevitables porsilapongo).
El feminismo atroz es tóxico en una sociedad que necesita expresarse sanamente (chica, si no te gusta lo que digo vete a ‘talleres’ de tolerancia).
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